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Artículo

Lunes 16 de noviembre de 2020

La Palabra de Dios es una respuesta a toda crisis de la humanidad

Esta idea estuvo presente en el Seminario Bíblico Identidad y misión de la Animación Bíblica de la Pastoral ABP, que organizó la Vicaría Pastoral, como culmen del Curso Pastoral en Estudios Bíblicos, efectuado durante ocho meses, con la participación de más de 600 personas.

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

La actividad, que se desarrolló vía online durante toda la semana pasada, tuvo por objetivo entregar una formación bíblica y dar luces respecto de los objetivos y labor de la Animación Bíblica de la Pastoral, ABP, con contenidos que aportaron connotados biblistas de Chile y el extranejo.

El primer expositor fue el obispo Santiago Silva, biblista, presidente de la Conferencia Episcopal y de la Comisión Nacional de la ABP, quien se refirió al tema “La Palabra de Dios, Camino y fundamento de la ABP”. Sostuvo que el ser humano es relacional y se da en el diálogo, en la palabra -escrita o hablada- la que “construye o estropea la relación humana”. Por ejemplo, cuando se dice una mentira “se ofrece una propuesta falsa”,  pero cuando la palabra es auténtica, “se produce el encuentro”. Añadió que Jesucristo es “la Palabra que sale del Padre, es Dios que viene a nuestro encuentro”, y que en toda la Sagrada Escritura está Jesucristo, la que es escrita por inspiración del Espíritu Santo.


El contacto vivo con Jesucristo produce esperanza, amor y justicia

Precisó luego que la “La Sagrada Escritura (SS. EE.) es el centro de la Iglesia en cuanto que revela a Cristo, el Señor”, y que La Iglesia es “una comunidad de discípulos misioneros, un lugar de encuentro con la Palabra de Dios”.  Afirmó que quienes viven ese encuentro lo muestran en su alegría, en su esperanza, en su paz frente a la violencia y en su sabiduría frente al conflicto. El obispo explicó que la ABP es llevar la Sagrada Escritura en tres dimensiones: ayudar a comprenderla, que sea un lugar de comunión, y que desde ella se forje el misionero, que cumple con anunciar a Jesucristo resucitado.

El segundo día intervino Katiuska Cáceres, Magíster en Teología Bíblica y directora del Departamento de ABP, quien se refirió a “Las Claves de la ABP”.

Recordó el Movimiento Bíblico, antes del Concilio Vaticano II, que surgió para difundir la Biblia, al igual que las historias sagradas, los círculos de estudios y otras iniciativas, y con posterioridad  la pastoral bíblica, para difundirla. Hoy, la ABP incluye los objetivos de esos movimientos, pero “en el marco de la pastoral orgánica”, para que la Biblia sea “una de las mediaciones privilegiadas para el encuentro con Jesucristo vivo”. En cuanto a la identidad y finalidad de la ABP, precisó que es “favorecer e impulsar el encuentro personal y  comunitario con Jesucristo vivo, mediante la lectura orante y evangelizadora de la Sagrada Escritura”. También Katiuska enumeró los frutos de la ABP en las personas, entre ellos: oración, esperanza, encuentro, comunidad, amor y justicia, además de los frutos en la comunidad eclesial: Kerygma, catequesis, liturgia y misiones.

El miércoles 11 correspondió la exposición de Gerardo García, argentino, Magíster en Sagrada Escritura, director del Departamento Nacional de Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episocopal de Argentina. El especialista habló de “La dimensión profética de ABP y un nuevo estilo de ser Iglesia”. Al respecto, afirmó que “si esperamos una conversión pastoral de la Iglesia, esa conversión vendrá de la ABP, que es un modelo para armar, que estamos creando entre todos”. Explicó que los profetas son las personas que hablan en nombre de Dios. No es solo el que anuncia hechos que van a ocurrir, sino que llama a la conversión. “El profeta es alguien que relee las escrituras, las interpreta y busca en ellas una orientación”, indicó. Por eso, “la ABP  tiene que buscar en los pasajes de la Escritura orientación para nuevas situaciones vitales”. Agregó que ser Iglesia con un nuevo rostro es muy difícil”, y que, tal vez, “nosotros no entremos en ese nuevo modelo de ser Iglesia”.

María Cristina Ariztía, Teóloga de la Universidad Católica de Chile, directora de la Comisión Nacional de ABP de la Conferencia Episcopal de Chile y miembro del equipo de apoyo del Centro Bíblico Teológico Pastoral del Celam, abordó el tema “La identidad del discípulo misionero de la Palabra para nuestro tiempo”. Por medio de los relatos del Evangelio de san Juan, detalló las etapas para alcanzar esta identidad, como un encuentro vital con la Palabra; la escucha de la Palabra, el  diálogo y el testimonio. Concluyó que discípulo misionero es aquel se identifica de tal modo con Jesús, que llega  a decir: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo que vive en mí, y lo que ahora vivo en esta condición humana lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Ga 2, 20). 


La debilidad no es una maldición

Cerró este seminario el padre Fidel Oñoro, colombiano, de la Congregación de Jesús y María, Licenciado en Ciencias Bíblicas del Pontificio Instituto Bíblico de Roma, Magíster en Teología Bíblica de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, entre otros títulos. El religioso expuso acerca de “La ABP en la vida y en la misión de la Iglesia”. Comenzó con la afirmación  de que “toda la serie de crisis que hemos vivido encuentran una respuesta en la Palabra de Dios. Nuestro pueblo necesita escuchar una palabra de consuelo, de fortalecimiento, de sentido”. Luego hizo un paralelo entre el relato del nacimiento de Jesús y la situación actual con la pandemia, “que ha desnudado la verdad de nuestra fragilidad”. Explicó que los pañales representan la debilidad del recién nacido y la protección materna: “Somos una debilidad envuelta”. Cuando se reconoce esta vulnerabilidad constitutiva del ser humano, señaló el padre Oñoro, “entonces se puede acceder al encuentro con Dios y con los otros. La fragilidad no es una maldición, la maldición es no ser acogidos. Es una puerta abierta para el encuentro con Dios y con los hermanos”. Y agregó que siempre hay que leer la Palabra de Dios “en diálogo con la realidad que nos interpela. Y estamos en un tiempo de total y absoluta fragilidad en todos los sentidos, completamente expuestos”.

Katiuska Cáceres valoró este seminario y reconoció que “en la vida pastoral de la Iglesia existe un gran interés de conocer en profundidad la Sagrada Escritura, porque, a través del estudio constante y significativo, podemos desentrañar los sentidos y percibir mejor la voz de Dios, que nos habla al corazón y orienta nuestra vida”. La teóloga alentó a todos los que deseen formarse, “a cultivar espacios comunitarios para fortalecer el encuentro con Jesucristo y el prójimo a través del conocimiento, vivencia, oración y servicio social a la luz de la Palabra de Dios, que es viva y eficaz”.