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Artículo

Lunes 20 de marzo de 2017

Focolares celebran 50 años en Chile

Este domingo 19 de marzo, en el campus San Joaquín de la Universidad católica, se conmemoraron los 50 años del movimiento en el país. Celebración en la que el cardenal Ricardo Ezzati presidió la Eucaristía.

Fotos: Jorge Salomón

Periodista: Lorena Martino

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: http://www.iglesiadesantiago.cl

Durante su homilía volvió a los orígenes de los Focolares: "Cuando vemos la historia de las fundaciones carismáticas, en la Iglesia, siempre descubrimos que cada carisma es una respuesta de Dios a una necesidad concreta que vive la sociedad y la Iglesia, en un determinado momento de su historia".


Además, resaltó el sello del movimiento: "Frente a la obra de María, la primera actitud que estamos llamados a vivir es la del asombro, reconociendo lo que ella ha hecho presente en su Iglesia, un signo maravilloso del amor de Dios para el hombre y la mujer de hoy, un Dios que se inclina hacia las necesidades del hombre y la mujer de hoy y junto con el asombro nace la gratitud de la acción de gracias".


Continuó: "Cómo descubrir que la unidad, que se vive en la familia, necesita de la presencia singular de la mujer, de una mujer, de María, que hace de cada hogar la prolongación de la familia de Nazaret, donde ella está presente, para ir construyendo la unidad y superar la división."


Finalmente, los animó a seguir con este desafío: "Esta celebración nos invita a asumir la responsabilidad del don que el Espíritu Santo le ha hecho a su Iglesia. Un carisma es siempre un don del Espíritu encarnado en su fundador, que éste le transmite a sus discípulos, para que lo hagan crecer en el seno de la Iglesia, por consiguiente la celebración de estos 50 años es también una agradable responsabilidad por ustedes, una gozosa responsabilidad. Hoy el carisma de los Focolares, de la obra de María, está en ustedes".


La voz mariana


Antes de finalizar la celebración, el padre Juan Ortíz, les señaló a los asistentes: "El movimiento cuenta con la presencia de niños, jóvenes, adultos y ancianos de todas las realidades sociales, que quieren caminar juntos, renovados por el Evangelio".


Lucía Gutiérrez, primera focolarina chilena, en cambio, les dijo: "Es difícil decir en pocas palabras cómo esta espiritualidad se ha traducido en acciones concretas, en un fragmento de fraternidad en el tiempo. Sí podemos decir que Jesús crucificado y abandonado, ha sido la raíz de nuestros tentativos de ir a buscar en nuestra ciudad a los más excluidos y solos".


Por su parte, Pía y Marcelo, matrimonio y padres de tres hijas, pertenecientes a la rama de familias del movimiento, contaron su experiencia desde el compromiso: "La unidad que como padres construimos cada día, es una fuerte referencia educativa para nuestros hijos. Para nosotros como matrimonio, nos sucedió que comenzamos a ver y a escuchar parejas jóvenes con serias dificultades de comunicación y convivencia, apoderados que se separaban, amigos y no eran pocas parejas. Ante esto sentimos fuerte el impulso de formar comunidad de familias jóvenes, para que – en fraternidad -, podamos compartir experiencias de vida, alegrías, diferencias y dificultades, y así reflexionar en conjunto, que existen herramientas que nos pueden ayudar a ser perseverantes en el amor conyugal. Muchos han sido los frutos de estos encuentros".


La Obra de María


Tratando de ser fiel al carisma que les anima y sostiene, la joven italiana Chiara Lubich funda en 1943 el movimiento mariano, con el fin de ser un fermento de unidad en una sociedad afectada por múltiples problemas de división.


A lo largo del país, hoy existen todas las ramas de la Obra de María: "Desde los focolarinos, laicos donados totalmente a Dios, hasta los niños que a su modo tratan de vivir el Ideal evangélico del amor, pasando por las familias, los adolescentes, los jóvenes y los adultos comprometidos en la renovación de la sociedad en sus distintos ámbitos; sin dejar de mencionar a los numerosos religiosos, religiosas y sacerdotes que adhieren al carisma de la unidad y lo difunden en sus respectivos ambientes pastorales.


El movimiento ha tratado de dar una contribución concreta a los grandes desafíos que enfrenta la sociedad chilena, especialmente en el campo de la familia y en el campo social, en sentido amplio", dice la reseña del movimiento.