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Artículo

Martes 12 de septiembre de 2017

El circo, humor que humaniza y respeta a la persona

Contorsionistas, malabaristas y por supuesto payasos, llevaron su color y risas por las calles del centro de Santiago hasta el mismo frontis de la Catedral Metropolitana y el interior de la parroquia El Sagrario, a los pies de la Virgen del Carmen.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: http://www.iglesiadesantiago.cl

En el Mes de la Patria y encabezada por el Orfeón de Carabineros, la delegación circense se desplazó por Ahumada y dio la vuelta a la Plaza de Armas, para ser acogida por el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, justo frente a la catedral. Allí el pastor les dio la bienvenida, señalando que este templo capitalino "es un techo común, que nos tiene que acoger a todos con la sonrisa y la alegría que el circo aporta". Agregó que el circo no solo tiene la misión de realizar un trabajo, sino que la tarea de llenar el corazón de la gente de alegría, de simpatía, de confianza. "Lo que ustedes hacen es un aporte que debemos destacar por todo el calor humanizador que tiene. Gracias porque ustedes, con su arte contribuyen a que la alegría sea parte de nuestra cultura", dijo el arzobispo.

Luego bendijo simbólicamente todas las carpas de circo de Santiago, "para que sean una fuente de alegría, de gozo, que le dé muchas sonrisas a nuestra patria".

Posteriormente, todos los artistas, con sus tenidas propias de este tradicional espectáculo, ingresaron a la parroquia El Sagrario, donde se proclamó un evangelio, a partir del cual el Arzobispo de Santiago entregó su mensaje al mundo del circo: "Las puertas de la Iglesia están siempre abiertas para acoger todo proyecto humano que contribuya a la vida, a la vida abundante de todos nuestros hermanos". También destacó que "cada uno de nosotros está llamado a considerarse un proyecto grande del amor de Dios, pero no porque tengamos poder o sobresalgamos por nuestra prepotencia, sino grandes porque nos hacemos como niños, como decía el Evangelio, con un corazón sencillo, abierto, acogedor. Considerarse, como personas y como la sociedad del circo, una obra de Dios. La vida da cada uno de nosotros es una obra de arte de Dios, una obra maravillosa de amor, que se construye haciendo comunión".

En segundo lugar, el pastor subrayó el aporte que el circo hace a la sociedad y que la legislación ha ido reconociendo el valor de esta actividad, al instituir la Jornada Nacional del Circo, el primer sábado de septiembre. "El aporte de ustedes a la sociedad chilena es sumamente importante, ustedes pintan el gris de la vida cotidiana con la alegría y sus intervenciones artísticas, y le dan el colorido del gozo y la alegría que hacen crecer y que nunca quieren destruir a nadie". El cardenal Ezzati apreció que el humorismo del circo, por naturaleza, es respetuoso de la persona. "Cuando el humorismo se vuelve destrucción de la persona ya no es un humorismo humanizador", afirmó, y los animó a que a través del humorismo y sus ejercicios acrobáticos "sean constructores de una sociedad que cree en la esperanza, en el corazón bueno de las personas, que es posible mirar el futuro con una sonrisa que brota del corazón y florece en los labios".


Los frutos de las pastoral del circo

El padre Marcio Toniazzo, capellán del mundo circense, señaló que estos artistas "son muy creyentes en Dios. Nosotros como Iglesia solo acompañamos, y la acogida con que te reciben los circos es una bendición. La coherencia de ellos fuera de la pista es la misma coherencia cuando están dentro de ella. Son personas generosas que siempre nombran a Dios y ayudan a muchas personas, cosas que no son dichas en la pista y son hechas de corazón. Como Iglesia es un desafío estar junto a ellos y recibir esa riqueza tan grande de la familia circense tan creyente en Dios".

Por su parte, Agustín Maluenda, el famoso payaso "Pastelito", dijo que "estamos muy contentos de tener un representante de la Iglesia de manera tan seria y eso habla muy bien. Nos ayuda a que tomemos a Dios de manera seria, porque no todo tiene que ser payasada. Necesitamos momentos espirituales como hijos de Dios, para poder sacar adelante nuestra profesión, que es muy difícil. Estamos ligados al riesgo, al peligro, a los viajes, a las rutas. Yo creo que sin Dios en el corazón no sería lo mismo. Debemos tener a Dios para que nos cuide y proteja y que guie a esta familia".

Gisselle, bailarina del circo Los Tachuelas, confesó que este acto en la Catedral Metropolitana los acerca más a Dios, "me siento más apegada a Él, y es bonito que se realice justo ahora en el mes de septiembre, el mes del circo".

Cecilia González, contorsionista del Circo Panamericano, expresó que este momento de reflexión fue "muy hermoso" y que ella todos los años viaja a La Tirana "a ver a la Virgencita".