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Artículo

Jueves 31 de mayo de 2018

La carta del Papa

Nadie sabía cómo iban a ser las reuniones con el Papa. Ni sus invitados. Ese primer día se sentaron en semicírculo, con Francisco al centro. En un momento, el Papa les distribuye un documento. Eran reflexiones suyas para meditarlas en forma personal.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Iglesia de Santiago

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

Un documento confidencial, pero que fue filtrado a la prensa, y que los obispos se lo llevaron a sus habitaciones para la meditación. En eso estuvieron el resto del día y la primera mitad del otro. ¿Qué dice ese documento? Que la "herida abierta" en la Iglesia en Chile fue "tratada hasta ahora con una medicina que lejos de curar, parece haberla ahondado más en su espesura y dolor. Debemos reconocer que se realizaron diversas acciones para tratar de reparar el daño y el sufrimiento ocasionados, pero tenemos que ser conscientes que el camino seguido no ha servido de mucho para sanar y curar".

Luego, recuerda que "en momentos oscuros de la vida de su pueblo, la Iglesia en Chile tuvo la valentía profética no sólo de levantar la voz, sino también de convocar para crear espacios en defensa de hombres y mujeres por quienes el Señor le había encomendado velar". Así, agrega Francisco, "podemos hablar de Iglesia profética que sabe ofrecer y engendrar la vida buena que el Señor nos ofrece".

Más adelante, el Papa confiesa: "Duele constatar que, en este último período de la historia de la Iglesia chilena, esta inspiración profética perdió fuerza para dar lugar a lo que podríamos denominar una transformación en su centro". Después, la reflexión papal indica que "es urgente abordar y buscar reparar en el corto, mediano y largo plazo este escándalo para restablecer la justicia y la comunión". Hacia el final de su exhortación, Francisco expresa: "Hermanos, no estamos aquí porque seamos mejores que nadie. Como lo dije en Chile, estamos aquí con la conciencia de ser pecadores-perdonados o pecadores que quieren ser perdonados, pecadores con apertura penitencial.

Y en esto encontramos la fuente de nuestra alegría. Queremos ser pastores al estilo de Jesús herido, muerto y resucitado. Queremos encontrar en las heridas de nuestro pueblo los signos de la Resurrección. Queremos pasar de ser una Iglesia centrada en sí, abatida, y desolada por sus pecados, a una Iglesia servidora de tantos abatidos que conviven a nuestro lado. Una Iglesia capaz de poner en el centro lo importante: el servicio a su Señor en el hambriento, en el preso, en el sediento, en el desalojado, en el desnudo, en el enfermo, en el abusado... (Mt. 25,35) con la conciencia de que ellos tienen la dignidad para sentarse a nuestra mesa, de sentirse 'en casa', entre nosotros, de ser considerados familia".

Con sorpresa y escándalo, llamaron la atención algunas de las notas al pie del documento, donde el Papa dice que el informe Scicluna señala la insuficiente atención pastoral prestada a los que se han visto envueltos en causas canónica de delicta graviora. Mismas notas que hablan de destrucción de documentos por parte de encargados de archivos eclesiásticos, de abusadores detectados en etapas de formación con graves acusaciones contra algunos obispos o superiores que habrían confiado dichas instituciones educativas a sacerdotes sospechosos de homosexualidad activa; y de religiosos expulsados de su orden a causa de la inmoralidad de su conducta que habrían sido acogidos en otras diócesis e incluso se les habrían confiado cargos diocesanos con contacto cotidiano y directo con menores de edad.

Reconstruir una Iglesia profética

El día anterior a la entrega de esta declaración de los obispos, jueves 17 de mayo, el Papa agradeció esta disponibilidad y los envió a seguir construyendo una Iglesia profética, como lo señala en esta carta:

A los Sres. Obispos de Chile

Queridos hermanos en el episcopado, Les quiero agradecer que hayan acogido la invitación para que, juntos, hiciéramos un discernimiento franco frente a los graves hechos que han dañado la comunión eclesial y debilitado el trabajo de la Iglesia de Chile en los últimos años. A la luz de estos acontecimientos dolorosos respecto a los abusos –de menores, de poder y de conciencia-, hemos profundizado en la gravedad de los mismos así como en las trágicas consecuencias que han tenido particularmente para las víctimas. A algunas de ellas yo mismo les he pedido perdón de corazón, al cual ustedes se han unido en una sola voluntad y con el firme propósito de reparar los daños causados.

Les agradezco la plena disponibilidad que cada uno ha manifestado para adherir y colaborar en todos aquellos cambios y resoluciones que tendremos que implementar en el corto, mediano y largo plazo, necesarias para restablecer la justicia y la comunión eclesial. Después de estos días de oración y reflexión los envío a seguir construyendo una Iglesia profética, que sabe poner en el centro lo importante: el servicio a su Señor en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado. Por favor, no se olviden de rezar por mí.

Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.
Fraternalmente,
Francisco