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Miércoles 5 de septiembre de 2018

Chile envejece ¿Abandono o compromiso?

Aumenta la expectativa de vida. Cómo es morir de vejez y abandono en nuestro país, cuál es el estado de las leyes que protegen a los adultos mayores y qué propone la Iglesia para enfrentar la soledad y precarias condiciones en las que viven. Periódico Encuentro conversó con el director del Servicio Nacional del Adulto Mayor, sacerdotes y laicos que han dedicado su vida a trabajar por los adultos mayores y quienes entregan algunas ideas de cómo proteger la vejez.

Fotos: Comunicaciones Santiago

Periodista: Natalia Castro

Fuente: Iglesia de Santiago

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

En julio un matrimonio de ancianos falleció al interior de su vivienda en Ovalle, junto a su hijo con Síndrome de Down en evidente estado de shock. La lamentable escena fue descubierta por personal policial que fue alertado por una vecina que escuchó llantos al interior de la vivienda. Las primeras indagaciones apuntaron a que la pareja habría muerto de hambre y frío, debido a las precarias condiciones en que vivían.

Un par de semanas antes, Elsa y Jorge, dos adultos mayores, fueron encontrados en su domicilio luego de quitarse la vida. Dos historias con un factor común: el abandono.

Una situación que preocupa, considerando que Chile se envejece a pasos agigantados. Si en el año 2015 la población de adultos mayores era de un 15%, hacia el año 2050 se espera que se duplique al 30,6%, según estudios del INE. Además, el 90% de los adultos mayores recibe una pensión menor a $154 mil pesos, según estadísticas de la Fundación Sol, situación que se ve agravada por una expectativa de vida que ya llega a los 140 años. Datos duros que nos obligan a preguntarnos qué hacemos con nuestros adultos mayores.

Para el padre Andrés Ariztía, capellán de la Fundación Las Rosas, "se ha avanzado en el país sobre la conciencia colectiva del envejecimiento activo, pero hay un punto de quiebre cuando comienzan las dependencias, se llega a los 80 años donde los vínculos se resienten, las personas que van teniendo dependencia se aíslan y los programas municipales o de salud ya no llegan a ellos".

Junto a lo anterior, Ariztía, quien además es miembro del Consejo Ciudadano de Personas Mayores, agrega: "Tenemos el bolsón de pobreza más grande de la historia, con 600 mil adultos mayores con una pensión de hambre y de miseria. Muchos de ellos son los que mueren en las listas de espera todos los años, el 75% de las defunciones que acaban de ser publicadas, corresponde a adultos mayores, y 330 mil adultos mayores en Chile, según la Encuesta Casen, viven en la más absoluta soledad". Para el padre Andrés se trata de una soledad no buscada, no decidida y que tiene directa relación con que esta porción de la población tenga las tasas más altas de suicido.

"Realmente la situación para ese grupo yo diría que es crítica y requiere de un esfuerzo político y de una decisión de Estado", agrega.

La legislación

Con respecto a la legislación, el panorama no es optimista. Desde el año 2012 descansa en el Congreso la modificación al código penal que sanciona el abandono de adultos mayores. Al respecto, el padre Andrés es enfático: "Es urgente y necesario legislar, más aún cuando Chile firmó la Convención Interamericana de Derechos de los Adultos Mayores. Por lo tanto, nosotros tenemos una obligación ética y moral de humanidad, de contener y de acompañar".

Para el capellán de la Fundación Las Rosas, "más que obligar por ley, primero tenemos que evangelizar la cultura, crear una conciencia de un envejecimiento activo y una responsabilidad colectiva, aquí somos todos los que tenemos el problema, pero el Estado sí podría obligar, y si no hay familia, el Estado podría poner un tutor", comenta. Necesidad de un cambio en la cultura que es compartido por el sacerdote jesuita y doctor en Teología Moral Tony Mifsud SJ, quien comenta: "Esta nueva y enriquecedora convivencia social sólo será posible si se realiza un profundo cambio cultural, porque actualmente se equipara la juventud con lo deseable y la vejez con lo indeseable, es decir, ser joven es bueno y ser viejo es malo".

Reconocimiento económico y permisos especiales para familiares que cuidan a adultos mayores:

Pero el padre Ariztía va más allá, y sostiene que "la ley podría garantizar a esa persona que está sola o postrada en su casa que haya alguien que se va a preocupar de él, y establecer un especie de procedimiento, de visita cada dos días, y también que el Estado pueda reconocer económicamente a quienes cuidan y se hacen cargo de sus adultos mayores, aunque sea su propio familiar, porque esa persona dejó de acudir a un trabajo remunerado por cuidar a ese anciano". Junto a lo anterior el sacerdote propone que, "además, ese adulto mayor tiene muchos gastos propios de la edad y de la postración que no están considerados en la pensión, por eso nosotros proponemos una pensión diferenciada, que es como un seguro de salud, y el reconocimiento económico para quien destina su vida al cuidado del adulto mayor. A mí me parece que todos estos aspectos deberían ir en la ley, y si se logran Chile haría un cambio muy profundo y necesario".

Otro de los puntos donde el padre Ariztía pone énfasis es en la necesidad de que las empresas tengan cierta sustentabilidad con las personas que trabajan en ellas, señalando que el 43% de los trabajadores en Chile tiene un problema con algún adulto mayor en su casa, que le atañe directamente y que por ello se hace necesario regular también los permisos para las personas que cuidan de sus adultos mayores.

Agrega el tema de las salas cunas. "Salió hace poco el caso de la señora que tuvo que ir a trabajar en un Transantiago con su guagua, pero si tú tienes un problema con algún adulto mayor, que está enfermo y que tienes que llevarlo al doctor, no tienes ningún permiso de ninguna naturaleza, entonces la empresa tiene que hacer la conciliación, así como se hace a los niños, se debe hacer hacia los adultos mayores".

"Esto se podría implementar habilitando centros día, donde la gente puede salir a trabajar, dejar a su papá o mamá y después del trabajo lo retira, obviamente monitoreado que sea en las condiciones óptimas y regulado por ley", expresa. Por su parte, el Vicario para la Pastoral Social, Jorge Muñoz, considera urgente "seguir haciendo fuerza para terminar con la incompatibilidad de beneficiarios de la pensión básica solidaria y el ingreso o permanencia en el mercado laboral, aunque sea pocas horas, pero hay que terminar con esa incompatibilidad. Aquel que recibe la pensión básica solidaria, por trabajar unas horas al día que no pierda ese beneficio".

Expectativa de vida ¿Trabajar o descansar?

El aumento en la proyección de vida ha empujado el debate en torno a la edad de jubilación, que en Chile para los hombres es de 65 años y 60 años para las mujeres. Hay quienes consideran que los adultos mayores debieran descansar tras una vida de trabajo y quienes creen que parte de un envejecimiento activo implica tener alguna ocupación laboral. Al respecto, el director del Servicio Nacional del Adulto Mayor, SENAMA, Octavio Vergara, consultado sobre si debería extenderse la edad de jubilación, señala: "Si una persona mayor desea seguir trabajando y tiene las condiciones para hacerlo, que lo pueda hacer, porque existen los espacios necesarios para ello".

Tony Mifsud considera que el desafío principal no está en aumentar la edad de jubilación, sino más bien, y previamente, asegurar una jubilación digna. "Por una parte, entrar a una residencia de ancianos es muy caro, y, por otra, la suma que reciben algunos adultos mayores es simplemente vergonzosa", enfatiza.

Sobre la posibilidad de que los adultos mayores puedan seguir trabajando una vez jubilados, el director de SENAMA complementa que "el desafío es promover el envejecimiento positivo y activo, donde las personas mayores se mantengan entregando su experiencia y capacidades en todos los ámbitos de la vida. Es importante recordar que de acuerdo a la Encuesta Casen 2015, el 85% de las personas mayores es autovalente, es decir, que no requiere de apoyos para realizar sus actividades de la vida diaria. Entonces ahí existe una sabiduría, una experiencia que puede aportar mucho al mercado laboral".

"Además, el sector privado tiene que entender que muchos de los clientes que tiene son personas mayores, que prefieren en varios casos ser atendidos por estas personas, ya que tienen condiciones muy favorables para la relación con el público. La idea es que hoy las personas mayores puedan seguir desarrollándose, ya que la vejez es la etapa más larga de la vida. Nosotros abogamos porque el adulto mayor pueda decidir si quiere trabajar o no, y para eso es necesario abrir espacios para que lo haga si esa es su voluntad", señala.

Por su parte, el padre Andrés Ariztía comenta que "nosotros somos partidarios de que cuando tú jubilas tienes que tener un nuevo proyecto de vida, porque si jubilas a los 65 te quedan 20 años más de vida útil. Entonces tienes que tener un proyecto, y eso para mucha gente incluye un trabajo. El problema está que no tenemos una ley laboral adecuada que te permita trabajar dos o tres horas y no que te obliguen a trabajar ocho horas o nada en estos casos. Esto en ningún caso es un llamado para que la gente complemente las bajas pensiones, la pensión hay que resolverla, es otro tema".

El rol de los Municipios

Sobre el trabajo de las municipalidades en este tema, Andrés Chacón, director ejecutivo de la Asociación de Municipalidades de Chile, AMUCH, señala que no hay un ordenamiento jurídico que especifique el rol de los municipios hacia la tercera edad, y que su labor radica principalmente en la aplicación de distintos programas externos al municipio provenientes desde el Estado central a través del Servicio Nacional del Adulto Mayor, SENAMA.

Junto a lo anterior, Chacón explica que en 2017 realizaron el estudio "El trabajo de los municipios a favor del Adulto Mayor", que vislumbró la relación entre SENAMA y los municipios, el cual arrojó algunas críticas a ese servicio debido a que no ha sido capaz de desarrollar respuestas más innovadoras a varias de las necesidades de los adultos mayores en las comunas del país. Esto se debe "a la escases de planificación de los programas y la falta de definición del rol que pueden desempeñar los municipios, porque en la actualidad son quienes ejecutan los programas sociales que el servicio ofrece, generando en ocasiones desconexión desde el nivel central con las necesidades del mundo local", explica.

"En la actualidad no hay una planificación desde el municipalismo a nivel general en abordar el tema. Sí hay una política nacional en el actual gobierno que asume el rol de la tercera edad como un tema importante en el contexto de envejecimiento la población", puntualiza y señala, además, que como asociación están realizando un estudio que permitirá la caracterización de los municipios en materia de adulto mayor.

Puente Alto: Una pulsera para cruzar los semáforos y envejecimiento feliz

Algunas Municipalidades han asumido el desafío de impulsar iniciativas tendientes a mejorar la vida de los adultos mayores. Un ejemplo es Puente Alto, la tercera comuna con más adultos mayores de la Región Metropolitana. Para su alcalde, Germán Codina, "este es un programa que busca la inclusión social. Que los adultos mayores o personas en situación de discapacidad no se queden de manera sedentaria en la casa. La idea es abrirles la ciudad. La ciudad es de ellos y es importante que puedan compartir con la gente que conocen".

El aporte de una Iglesia en salida

Con respecto al rol de la Iglesia y su responsabilidad con los adultos mayores, el padre Tony Mifsud cree que ésta tiene el desafío de acompañar a los adultos mayores mediante actividades y visitas a sus hogares. "La soledad es uno de los grandes problemas de los adultos mayores. En la sociedad vamos corriendo de un lado a otro y parece que no hay tiempo para nada, mientras al adulto mayor le sobra el tiempo y no sabe qué hacer. Visitarlos, ofrecerles los sacramentos, organizar actividades es una gran ayuda", señala.

Mientras el padre Ariztía, por su parte, sugiere y anima a todos los grupos de confirmación de parroquias, a ubicar dónde están los clubes de adultos mayores e ir creando pequeños programas de encuentro personal. "Cada uno de nosotros personalmente debería tener un yo en un adulto mayor y eso es la Iglesia en salida que quiere el Papa Francisco", sostiene.

Ruth Rodríguez, encargada de la Pastoral Parroquial del Adulto Mayor, comenta que históricamente la Iglesia ha acompañado a las personas mayores a través de lo que se conoce como clubes de adulto mayor, pero que desde hace cuatro años se han estado implementando las pastorales parroquiales de las personas mayores, donde la comunidad parroquial sale a acompañar a través de la visita a las personas mayores que no están organizadas, "porque hay gente que no le gusta participar en estos clubes y quedarse sola nos les hace bien, provoca depresión", señala.

En esta línea comenta que están formando agentes pastorales en el acompañamiento a las personas mayores, enfermas o no, desde un punto de vista gerontológico, entendiendo que la vejez en las personas provoca determinadas características que necesitan un acompañamiento especial.