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Artículo

Jueves 1 de noviembre de 2018

Dejemos que el Espíritu Santo renueve nuestra Iglesia

Guitarras, panderos, palmas, brazos en alto, salmos a viva voz de alabanza, mucha alegría y expresiones diversas de fe animaron la Vigilia de la Luz que desarrollaron miembros de la Renovación Carismática en el Espíritu Santo, en la capilla del Santuario de la Inmaculada Concepción del Cerro San Cristóbal.

Fotos: Omar González

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: http://www.iglesiadesantiago.cl

El encuentro comenzó este miércoles 31 de octubre, en la víspera de la Solemnidad de Todos los Santos, con la misa que presidió el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, poco antes de la medianoche. Poco a poco fueron llegando a la cumbre cerca de 200 miembros de este carisma de la Iglesia, niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, para vivir una vigilia que se extendió hasta las 06:00 horas de 1 de noviembre, los que desde lo más alto de nuestra capital entonaron alabanzas y ofrecieron danzas de gozo y gloria a Dios.

En la eucaristía el cardenal Ezzati estuvo acompañado por el vicario de la Zona Norte, padre Ignacio Gramsch, y  otros presbíteros. En su homilía, el pastor precisó que la Solemnidad de Todos los Santos significa que el mal no triunfa, que la última palabra no la tienen el pecado, ni  la muerte ni el odio, sino que “la última palabra es la victoria de Cristo resucitado, y nosotros estamos aquí para celebrar esa palabra viva”. Agregó que por eso esta es una fiesta de la luz y que por eso “nos choca inmensamente en el corazón ver cómo la fuerza del mal quiere transformar la fiesta de la luz en un fiesta de temor”.

El Arzobispo de Santiago  advirtió que “caminando en medio del barro del mundo podemos embarrarnos y perder el sentido de la luz. Pero nunca el Señor deja de ofrecernos su luz”. Lo mismo pasa en la Iglesia, que es la luz de las gentes, que es Cristo. Nuestra luz, afirmó, “no es el poder del dinero, no es el poder del prestigio, de la ambición, del dominio sobre los demás. Nuestra luz viene de las bienaventuranzas”, dijo, refiriéndose al Evangelio de esta Solemnidad de Todos los Santos. “No es la soberbia la que le da luz al mundo, es la felicidad de los humildes”, expresó.  Y añadió: “Lo que da luz al mundo es la capacidad de perdonar, y dichosos aquellos que saben perdonar, como el Padre Dios nos perdona”.

Luego, manifestó que el camino de las bienaventuranzas tiene que sufrir la persecución, la que “estamos llamados a llevarla adelante con fe y esperanza, sostenidos por la gracia que  el Señor nos regala, por la fe y la fortaleza que el Señor nos regala. Y en nuestra sociedad, en el Chile de hoy, la Iglesia, todos los miembros de la Iglesia, necesitamos aprender a sufrir, con la  conciencia de que sufrimos por Cristo. Es una bienaventuranza que nos va llenar de alegría, de luz y de paz”.

Finalmente, el cardenal Ricardo Ezzati agradeció y animó a los miembros del movimiento Renovación Carismática en el Espíritu Santo, por el sentido de su carisma. “Quien nos renueva no son nuestras fuerzas, no es nuestra inteligencia, no son nuestras estrategias. Quien nos renueva es el Espíritu del Señor. Déjenle cada vez más espacios al Espíritu Santo en la vida de cada uno de ustedes. En la Iglesia dejémosle espacio al Espíritu Santo para que él nos renueve desde lo más profundo de nuestro corazón”.

Terminada la misa, todos los presentes hicieron una oración especial, con sus propias expresiones carismáticas, por el cardenal, para que lo asista el Espíritu Santo y lo bendiga, por su familia y por la Iglesia, para que se sane de estas heridas.

María Marín, encargada de la Zona Norte de la Renovación Carismática en el Espíritu Santo, indicó que ya son 17 años que hacen esta vigilia con la participan carismáticos de todo Santiago. “Rezamos, alabamos la Señor, le danzamos, esa es nuestra característica”, expresó. Agregó que este movimiento “me ha servido muchísimo, porque en la Renovación Carismática yo conocí a Jesucristo. Esto a mí me llena. Me ayuda a estar unidos como hermanos”.

Después de la misa hubo Adoración al Santísimo, una reflexión acerca de un tema sacado de una epístola de san Pablo y una visita a los pies de la imagen de la Inmaculada Concepción del Cerro San Cristóbal.