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Artículo

Miércoles 7 de noviembre de 2018

Pueblo de Dios: Un tesoro escondido

Como documentalista, durante tres años viajé por todo Chile registrando la vida de fe en los principales santuarios de devoción popular del país. Desde el norte en Arica, con la fiesta de la Virgen de Las Peñas, hasta el extremo sur en Chiloé, para la celebración del Nazareno de la isla de Cahuach.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Carolina Requena Durán

Fuente: Iglesia de Santiago

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

Esta es la historia del pueblo de Dios sencillo y humilde, que bailando, cantando, peregrinando y haciendo mandas, construyen día a día ese patrimonio vivo e inmaterial de Chile, verdadero tesoro de nuestra identidad cristiana.

¿Quién no ha soñado alguna vez con encontrar un tesoro escondido? Aunque sea difícil de creer, dicen que existe una fortuna que ha sido descartada por muchos. Después de haber recorrido buena parte de Chile grabando diez documentales de fiestas religiosas para la serie tesorosdelpueblo.com, pensé que sería capaz de desentrañar el misterio que lleva a miles de personas todos los años a acudir masivamente a tantos santuarios para celebrar la fiesta de su santo patrono. Pero no es tan sencillo de comprender ni de comunicar. Es algo que los sobrepasa por dentro y que les es muy difícil de explicar, pero sobre lo cual dan testimonio vivo.

¿Qué es lo que lleva a una mujer anciana, enferma de cáncer, a cruzar el mar de Chiloé en una lancha diminuta, en pleno agosto invernal, con posibilidad de tormenta o de que se cierre el muelle, en medio de un frío que cala los huesos, tan solo con lo puesto, cruzando la humedad de una explanada no apta para sus zapatos traslúcidos de miseria, a acudir cada año a la fiesta del Nazareno de Cahuach? No viene a pedir por su salud, dice que viene a dar las gracias por tanta bendición recibida. Al otro extremo de Chile, en el Santuario de San Lorenzo de Tarapacá, un hombre me cuenta que es drogadicto y que gracias a la intercesión del santo lleva seis meses sin recaer. Que si no fuera por el "Lolito", como le llaman a su patrono con cariño de amigo, quizá no estaría vivo.

¿Por qué creen lo que creen? ¿Qué los lleva a hacer lo que hacen? Largas y pesadas peregrinaciones, sufrimiento de rodillas, quemándose las manos con velas. ¿Qué los mueve verdaderamente?

Tocando el suelo y danzando en el cielo

Recuerdo de forma especial el testimonio de Katherine Lucco, bailarina de la Asociación Peregrinos de la Reconciliación de la fiesta de san Lorenzo de Tarapacá. Producto de un accidente en vehículo los médicos le habían diagnosticado que quedaría inválida, sin embargo, asegura que la fe en el santo fue lo que le dio las fuerzas para rehabilitarse. Así es como cada año expresaba a san Lorenzo y a Dios todo lo que está en su corazón por medio de la danza.

"Cuando pasó todo esto yo no creía en Dios. No tenía fe. Entonces ahí pasó que yo tuve una comunión con Dios. Él habló conmigo, pero no así directamente, sino que Él habló con mi corazón. Varias veces cuando pasan cosas a uno como persona muchas veces no tienes con quién refugiarte. En el mundo hay muchos amigos, pero cuando uno está en una situación muy difícil, estás cuatro meses hospitalizada, resulta que no hay nadie más que tus padres, tu familia y el amor que tú sientes por tu propia persona. Y ahí cuando tú te empiezas a querer es cuando Dios llega a ti, porque entra en ti, por medio de la fe.

Ese es el tesoro que yo encontré, el amor que Él me dio. La fe, la esperanza. Él me dio esperanza que yo podía seguir en este camino. Servirle y poder darles a las demás personas que están discapacitadas y que no tienen la opción que yo tuve de que alguien les dijera que pueden salir adelante. Yo se los puedo decir. Yo puedo ser testigo de que Dios hace milagros, de que el santo está con nosotros y que él nos da amor, paz, fe y esperanza. Solamente hay que entrar en el corazón de uno y encontrarlo. Él está ahí.

Nosotros tocamos el suelo pero danzamos en el cielo. Nosotros danzamos con nuestra fe en el cielo. Por ejemplo, la gente nos viene a mirar pero nosotros no le bailamos a la gente. Nosotros le bailamos a Dios en nuestro corazón y nuestro santo".

Mención especial amerita la historia del cuasimodista Luis Carter, quien, al momento de la entrevista del capítulo de Cuasimodo, estaba enfermo de cáncer y los médicos le habían dado pocas esperanzas de vida. El día de la fiesta estuvimos con él, ya que esperaba recibir a Jesús Sacramentado por primera vez en su casa. Falleció algunos pocos meses después de publicado el documental. "El Santísimo es la hostia que uno recibe todos los domingos si va a comulgar. Ese pancito chiquitito que muchos dudan que esté ahí. Por eso yo creo que el mundo está así, porque dudan de que exista todavía Dios, pero para mi fe está ahí, está vivo. Yo sé que siempre está conmigo, pero lo que yo necesito, al menos una vez por semana, es comulgar. Se necesita ese pancito. Para mí, Jesús Sacramentado es el centro de mi familia. Yo preparo mi alma, mi corazón para recibirlo, porque sé que es una visita importante que me viene a ver. No es cualquier persona que entra a mi casa, sino que es el mismo Jesús. Por eso para mí hoy es un día especial".

Un tesoro que brilla con sacrificio
Son peregrinos que no tienen miedo de pasar a veces por lugares inhóspitos, porque saben que Dios los recorre con ellos de la mano. Un amor hasta el extremo y que los anima a no quedarse detenidos en sus penas, sino a salir de sí mismos y darlo todo. Son creencias de un catolicismo mestizo traído por los españoles que concluyó en una síntesis que es "un verdadero tesoro del Pueblo de Dios", como dijo Juan Pablo II en su visita al país en 1987, y un "precioso tesoro de la Iglesia católica", valorado así por Benedicto XVI en su discurso inicial de la Conferencia del Episcopado de América Latina en Aparecida. Se trata de una verdadera "espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos", como ha dicho el Papa Francisco en Evangelii Gaudium.

Es un tesoro que brilla con el sacrificio de los que se gastan como las velas encendidas por amor, porque están dispuestos a ofrecer su vida por Aquel que no tienen ninguna duda que los ama profundamente, del cual se saben necesitados, en quien confían todo y que le están por siempre agradecidos. Personas incluso ancianas que peregrinan en muletas por el inhóspito camino hacia el Santuario de la Virgen de las Peñas en Arica, al norte del país, por una promesa o que llegan de rodillas o se arrastran con sacrificio hacia el Santuario de la Virgen de Lo Vásquez. Estamos hablando de 2,8 millones de fieles que participan cada año en estas fiestas, sin contar aquellos que asisten regularmente a los santuarios. Un tesoro que es la joya preciada de miles de familias que se traspasa de generación en generación. Fieles que le danzan de día y de noche a la Virgen del Carmen de La Tirana, en el norte de Chile, en familia, con niños muy pequeños, aunque les haya tocado el turno de las 4 de la madrugada. Una devoción que tiene la particularidad de generar una relación personal, o más bien familiar, con Jesús, la Virgen y los santos. Esa es la fe del pueblo, esa es la luz que no se apaga, ese fuego que no quema y que da esperanza al mundo.

Fiesta dentro del corazón

Recuerdo también a Cecilia Inostroza, del grupo Indiada del Carmen, de la fiesta de la Virgen de La Tirana, quien gracias a su proceso de conversión por medio del baile recibió la Primera Comunión a los 47 años. "Hay gente que nos dice que adoramos a la Virgen. No, nosotros no adoramos. Es una figura de yeso, no podemos adorarla, nosotros la veneramos. Hasta los mismos católicos nos critican y nos tachan de ridículos y payasos o que nos gusta andar alardeando. No es eso, es un sacrificio. La gente ni siquiera debería estar mirándonos a nosotros, porque no somos personas importantes, ellos tendrían que ir al templo. Lo primero que se hace acá al llegar a tierra sagrada es ir al templo. Es una fiesta dentro de ti y cuando nos ponemos el traje y bailamos... es algo que te nace del amor porque estamos llenos de gozo. A través de ella nosotros le estamos bailando al Señor, porque Él es el que nos ilumina, porque es la persona importante en todo esto. "Danzamos porque todos tenemos diferentes maneras de expresarnos. Para mí, danzar es decirle: yo me voy a cansar por ti. Yo voy a danzar por ti, yo te voy a bailar a ti. Hay trajes que son tan sencillos y otros que son tan bonitos y llamativos pero no importa, todos venimos con la misma fe. Todos venimos a danzar, otros tocando el bombo, otros haciendo su manda viniendo a visitar a la Virgen al templo, todos son importantes".