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Jueves 29 de noviembre de 2018

Dios no fracasa: la esperanza del tiempo de Adviento

Un encuentro de oración, reflexión y fraternidad vivió el clero de Santiago durante el retiro de Adviento, desarrollado en Bellavista de La Florida.

Fotos: Jorge Salomón

Periodista: Josè Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: http://www.iglesiadesantiago.cl/

Durante el encuentro, los presbíteros hicieron adoración al Santísimo y participaron del sacramento de La Reconciliación.

Luego de la Liturgia de las Horas con que comenzó el encuentro, el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati saludó al clero le señaló que este momento "es una oportunidad para mirar la misión que el Señor nos ha confiado como anunciadores de esta presencia del misterio de Dios en la vida de nuestros hermanos".

Cuando ya se aproxima el término de este año pastoral, el cardenal agradeció "todo el trabajo y el empeño misionero de cada uno de ustedes en sus diversas tareas apostólicas que la Iglesia de Santiago les ha confiado". Dijo que a pesar de todas las dificultades de que ha habido, "ha sido y es un año de gracia que estamos llamados a redescubrir y a agradecer en el espíritu de fe que nos anima". Además, agradeció la disponibilidad de varios sacerdotes que ya terminaron una etapa de su servicio para asumir nuevas tareas en la vida pastoral de la arquidiócesis.

Luego, recordó que el tiempo de Adviento celebra la primera venida del Señor en la humildad de nuestra naturaleza humana. Y expresó a los presbíteros presentes que "estamos llamados nosotros también a hacer presente el misterio de la salvación en la humildad y en la contingencia, no siempre de gracia, sino de mezcla de gracia y de pecado en la cual estamos viviendo".

También el Adviento nos lleva a una mirada escatológica, dijo, "que nos puede llevar a una espiritualidad de la esperanza cierta que Dios siempre cumple la promesa salvadora que ha hecho presente desde la encarnación de su Hijo". Y entre esos dos tiempos, el de la primera venida y la espera de la segunda venida de Jesús, está este tiempo histórico presente, "en el cual estamos llamados a descubrir y a vivir el gozo de un continuo adviento, porque el Señor no deja de venir, en los signos sencillos, pero portadores de salvación, como son los sacramentos, y en tantos otros signos de la vida cristiana". Para vivir la espiritualidad de este tiempo litúrgico, manifestó, tenemos la ayuda de tres personajes bíblicos: la del profeta Isaías, "el profeta de la esperanza"; la del Juan Bautista, "que invita a la conversión", y la de María, "la mujer de la disponibilidad".

Nacer con Jesús en Belén a una renovada esperanza

La reflexión de este retiro estuvo a cargo del padre Francisco Ibáñez, formador del Seminario Pontificio Mayor de Santiago, quien valoró el encuentro del presbiterio, que se reúne, dijo, "como lo hacen las familias, en fraternidad, en torno a María, para vivir las más grandes alegrías y también para pasar juntos los dolores. Sí, porque el dolor ha golpeado a nuestra puerta y tenemos el dolor por la Iglesia a la que amamos y por la que queremos entregar, a ejemplo de Jesucristo, hasta la última gota de nuestra sangre".

El padre Francisco invitó a dar gracias a Dios desde esta realidad, porque "la acción de gracias es el mejor remedio para la amargura existencial, que amenaza meterse en medio nuestro (...) Les invito a estar atentos al virus de la amargura". Afirmó que "cristianismo y amargura son términos contradictorios y excluyentes entre sí". Y para evitar esa sensación llamó a peregrinar hacia la luz, hacia Belén, hacia la pobreza y el hedor, para ver que en ese lugar nace Jesús, lugar que "está lleno de sentido para estos tiempos". Y desde Belén, agregó, "renovar la esperanza y ser iluminados.

El padre Francisco Ibáñez añadió: "Nosotros vivimos tiempos de dolor, por eso este Adviento puede ser una extraordinaria oportunidad para pedir a Dios que nazca en medio del propio Belén de nuestro corazón".

Más adelante, el formador de futuros sacerdotes invitó a los presbíteros a "tener un coloquio con Jesús y examinar la confianza en él. Y si nuestra confianza está decayendo, pedir al Señor la gracia de volver a acrecentar la confianza en él, sabiendo que Dios no fracasa. Y esta es nuestra esperanza".