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Miércoles 12 de diciembre de 2018

Madres migrantes acogidas por Misioneras de la Caridad

Quince mujeres migrantes atiende en la actualidad el Hogar Santa Teresa de Calcuta, en la población Santiago, en la comuna de Estación Central.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Natalia Castro

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/diciembre2018

La mayoría de ellas tiene hijos recién nacidos o están embarazadas y todas comparten una misma realidad: la situación de vulnerabilidad en la que viven y las nulas redes de apoyo.

En agosto del año 2017, la hermana María de Jesús, superiora de las Misioneras de la Caridad, decidió acondicionar las dependencias de la casona que se ubica al costado del hogar de niños “La Paz” y que la congregación administra, como un lugar para recibir a personas de diferentes nacionalidades que estuvieran pasando por situaciones económicas y sociales complejas.

Partió como un hogar mixto, y llegó a tener 60 personas, pero con el tiempo decidieron darle un giro y enfocarse en mujeres migrantes, específicamente en aquellas que están embarazadas. “Fue una iniciativa del cardenal Ezzati, él me dijo: ‘Hermana, tengan el corazón abierto, porque hay extranjeros que no lo están pasando bien’. Después supimos por las noticias de un haitiano que falleció de frío y nos dimos cuenta que teníamos un lugar que ofrecerles a personas que estuvieran pasando por esta misma situación que relataba la televisión, y habilitamos esta casona”.

En el hogar se les entrega, además de un techo, todos los artículos de primera necesidad para ellas y sus hijos. Alimentación, útiles para la higiene personal, leche y pañales para sus bebés. Además, vienen algunos voluntarios que les ayudan con el tema de los papeles para regular su situación.

Con respecto a la decisión de enfocar sus esfuerzos en mujeres embarazadas, la hermana María explica: “Queremos que sea un lugar exclusivo para mujeres embarazadas o con bebés, porque vimos que ellas son un grupo muy vulnerable y no tienen dónde ir, muchas de ellas son golpeadas por sus parejas”.

Pero, además, hay otra razón para tender una mano a estas mujeres que provienen de lugares y culturas tan diversas como Haití, Perú y Venezuela, por nombrar sólo algunas, y es la preocupación de estas religiosas por la protección de la vida.

“Queremos evitar abortos. Muchas mujeres carecen de redes de apoyo y deciden no continuar sus embarazos. La idea es recibir mujeres migrantes, pero pensamos que si llega una mujer chilena con una situación compleja y está embarazada, las puertas estarán igual abiertas para ella, porque hay un interés superior, que es la vida de ese niño que viene en camino”.

En el hogar están conscientes de que no son la solución a los problemas que enfrentan los extranjeros en Chile, pero para muchas de estas mujeres marca la diferencia entre vivir en la calle, o tener un techo y condiciones mínimas de dignidad. En esta tarea, también hay ciertas dificultades que se deben sortear, una de ellas es el idioma, porque muchas de las residentes no hablan español. Otro de los desafíos a los que se enfrentan las religiosas y su grupo de voluntarias, es la necesidad de entregar herramientas para que las residentes puedan valerse por sí mismas y generar ingresos económicos, una vez que salgan del hogar. Es por eso que hoy están en una campaña de búsqueda de voluntarios que puedan ofrecer capacitación en estilismo u otros oficios.

“Yo me di cuenta que si bien hay dificultades, no es una labor imposible. Nuestra gente, los pobres, son difíciles, por eso están con nosotros, porque pocas personas los quieren recibir. Lo lindo es que entre toda su pobreza, en este lugar pueden compartir diferentes países, y también, uno puede llegar a estas personas con el mensaje de Dios. Ellas se dan cuenta que se les está tendiendo una mano, algo que nadie había hecho y lo agradecen mucho”, señala la superiora. El tiempo que las mujeres pueden permanecer en el hogar son los nueve meses de embarazo y hasta que el recién nacido tenga seis meses. “La idea es que ellas vivan el periodo de gestación acá y que cuando el niño tenga tres meses, lo inscriban en una sala cuna para que puedan salir a buscar trabajo”, explica la religiosa.

Historia de migración

Roxana Ramírez es de Venezuela y hace cinco meses llegó a Chile. Desde hace dos vive en el hogar de las Misioneras de la Caridad junto a su hija recién nacida, Channel. Las circunstancias sociales y políticas que se viven en su país natal, la han llevado a un peregrinar anterior por Ecuador y Perú. Esta experiencia la lleva a señalar que “Chile es uno de los países que presta más ayuda a los migrantes. En Perú, donde yo estuve anteriormente, no hay esto, este tipo de hogares para migrantes. A mí me han ayudado bastante”.

“Channel es mi primera hija y ha sido una bonita experiencia, pero un poco difícil por estar lejos de mi familia, aunque aquí en el hogar puedo dedicarme exclusivamente a ella, lo más importante es tener entrega y paciencia”, explica.

“Yo me quiero quedar acá en Chile. Después que ella ya esté un poco más grande, pienso llevarla a una guardería y así empezar a trabajar, porque me quiero independizar y también quisiera estar con mi pareja y traerme a mi familia, en especial a mi mamá. Yo estudié contabilidad, me gustaría conseguir un trabajo de eso, pero si hay que dedicarse a otra cosa mientras tanto, yo lo hago”, afirma.

Para colaborar con pañales, leche y útiles de aseo o para ofrecer servicios de capacitación para las mujeres del hogar escribir a: social.hogardelapaz@gmail.com