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Lunes 24 de diciembre de 2018

Mensaje de Navidad del Arzobispo de Santiago

Navidad es Jesús. A continuación invitamos a revisar el mensaje de Navidad 2018 del Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati Andrello.

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: http://iglesiadesantiago.cl/

Es Navidad y la invitación es salir, salir de nosotros mismos, salir de las cosas de todos los días para ponernos en camino, para imitar a los pastores, a los reyes magos y dirigirnos hacia Belén, porque allí encontraremos a María, a José y a un niño; ese niño que es el hijo de Dios, ese niño que es el Salvador que el Padre nos envía para que llene el corazón de todo hombre y de toda mujer, para que llene el corazón de la humanidad de esperanza y de futuro.

¿Y a qué cosas nos invita la fiesta de Navidad? Quisiera expresarlo en una dimensión que el Evangelista san Juan nos propone en su evangelio, lo leo: Vino a los suyos pero los suyos no lo recibieron, a cuantos lo recibieron, a todos ellos que creen en su nombre, les dio capacidad para ser hijos de Dios. Esta es la Navidad. La Navidad es que el Hijo de Dios viene, ha venido y vendrá para que aquellos que lo acojamos lleguemos a ser plenamente partícipes de su misma naturaleza divina, hijos de Dios. 

Históricamente ¿quiénes fueron los que no acogieron a Jesús? Vino a los suyos y los suyos no lo acogieron. Sin duda alguna, nos narra el evangelista, especialmente san Lucas, que para Jesús, para María y para José, no hubo lugar en Belén y tuvo que nacer en un establo. La gente estaba muy preocupada de su bienestar, de la búsqueda de lo económico. Efectivamente había un acontecimiento importante que sucedía en Belén, era el censo, allí acudía mucha gente y la gente estaba preocupada de ganar algo más de dinero aprovechando esa ocasión.

No hubo espacio para Él en Belén. No lo acogieron aquellos que temían el poder de Dios en sus vidas: Herodes, que ve en el Niño Jesús que nace a alguien que se opondría a su reinado y manda a matar a todos los niños de Belén. La crueldad, el delito que se apodera del corazón de Herodes para no acoger al Niño. Tiene que huir. José toma a María y al Niño y huye a Egipto, porque no lo querían como Rey de Israel. ¿Quiénes son o quiénes somos los que hoy día no acogemos al Señor?. Es la pregunta que cada uno está llamado a hacerse en la propia conciencia y preguntarse si acaso nosotros, también aquellos que nos decimos seguidores de Jesús, somos de los que no lo acogemos.

Pero a aquellos que lo acogieron, Jesús les da la posibilidad de llegar a ser hijos de Dios, partícipes de su misma realidad de Hijo de Dios. Y ahí vemos en primer lugar, a María, a José, que lo acogen con fe. María, que le dice al Ángel “Que se haga en mí según tu palabra”. José, que acoge la invitación de Dios a no temer y a acoger a María, porque lo que iba a nacer de ella, era obra del Espíritu Santo. Allí están los pastores, humildes, sencillos, que están trabajando, incluso en la noche, vigilando sobre su rebaño y que acogen la invitación para ir a Belén para encontrase con el don de la vida divina hecha niño y que es Jesús, nacido de María. Allí están también los sabios de oriente que van, que se ponen en camino, que dejan su seguridad, que dejan su seguridad intelectual y humildemente se ponen en camino en búsqueda de la salvación que Dios les envía.

A estos, a humildes, a hombres y mujeres sencillas, a personas que a pesar de su sabiduría y de su inteligencia, saben y experimentan que hay alguien que es más que ellos, a ellos les da el poder de ser hijos de Dios, y eso nos lo ofrece a cada uno de nosotros hoy día. Nos lo da a aquellos que con humildad queremos acoger su mensaje, su vida, más allá de todas las circunstancias adversas, también de nuestra sociedad, de nuestra propia vida de comunidad, más allá de nuestro pecado. Nos da la posibilidad de llegar a ser hijos, y porque hijos, hermanos, y por eso que la Fiesta de la Navidad se transforma también en la fiesta de la fraternidad, porque no podemos, de verdad, acoger a Jesús si nuestro corazón no se abre para acoger a los demás.

Quisiera desearles a todos mis hermanos y hermanas, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que podamos acoger en esta Navidad una expresión, una invitación del Papa Francisco. Nos dijo: “El corazón se endurece cuando no ama”. Y terminaba con una oración: “Señor, danos un corazón que sepa amar”.

En esta Navidad pidamos al Señor un corazón humilde, que sepa amar, para que no se endurezca este corazón en nuestra relación con Dios, y tampoco se endurezca en nuestras relaciones con nuestros hermanos y hermanas, especialmente con aquellos que más necesitan: los enfermos, los más pobres, aquellos que se sienten abandonados, aquellos que están en la cárcel, al migrante que ha tenido que dejar su patria y muchas veces, también, a los seres más queridos, para encontrar futuro.

Señor, en esta Navidad danos un corazón que sepa amar. Una feliz fiesta de Navidad para todos.

 

+ Ricardo Cardenal Ricardo Ezzati Andrello, sdb
Arzobispo de Santiago

 

 

Santiago, 24 de diciembre de 2018