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Jueves 31 de enero de 2019

Francisco en la JMJ 2019: María es la “influencer” de Dios

La salvación no es un “tutorial” ni una “aplicación”. La Virgen María es la “influencer” de Dios. Este lenguaje cercano, moderno y sencillo, caló hondo en los miles de jóvenes que escucharon a Francisco, tanto en la vigilia del sábado 26 como en la misa de clausura, el domingo 27 de enero, en la 34ª Jornada Mundial de la Juventud, en Panamá.

En el atardecer del sábado en el Campo “San Juan Pablo II”, el Papa afirmó que “el mundo no será mejor porque haya menos personas enfermas, débiles, frágiles o ancianas de quien ocuparse e incluso no porque haya menos pecadores”, sino cuando sean más las personas que “estén dispuestas y se animen a gestar el mañana y creer en la fuerza transformadora del amor de Dios”.

 Agregó que la vida que Jesús nos regala es una historia de amor, de vida, que no es una salvación colgada “en la nube” esperando ser descargada, ni una “aplicación” nueva a descubrir o un ejercicio mental fruto de técnicas de auto superación. Tampoco un “tutorial” con el que aprender la última novedad. “La salvación que el Señor nos regala es una invitación a ser parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias; que vive y quiere nacer entre nosotros para que demos fruto allí donde estemos, cómo estemos y con quién estemos”.

Francisco afirmó que, sin duda, la madre de Jesús no salía en las “redes sociales” de la época, no era una “influencer”, pero que igual se volvió la mujer que más influyó en la historia, y la llamó como “María, la ‘influencer’ de Dios. El “sí” de María, dijo, fue el “sí” de quien quiere comprometerse y arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa.

Refiriéndose al testimonio de Alfredo, un joven ex tóxico dependiente, el Papa resumió esa realidad en cuatro “sin”: sin trabajo, sin educación, sin comunidad, sin familia. Y señaló que es imposible que alguien crezca si no tiene raíces fuertes que ayuden a estar bien sostenido y agarrado a la tierra. Eso produce un vacío que se intenta llenar con cualquier cosa fácil, “volarse” cuando no hay desde donde sujetarse, y surge la “cultura del abandono y de la falta de consideración”. Luego, indicó que “muchos sienten que no tienen mucho o nada para aportar porque no cuentan con espacios reales desde donde sentirse convocados. Lo sabemos bien, no basta estar todo el día conectado para sentirse reconocido o amado. Sentirse considerado e invitado a algo es más grande que estar “en la red”. Significa encontrar espacios en el que puedan con sus manos, con su corazón y con su cabeza sentirse parte de una comunidad más grande que los necesita y que también ustedes necesitan.”

Misa de clausura: “Ustedes son el ahora de Dios”

En la misa de clausura de la JMJ Panamá, el Papa pidió a los jóvenes vivir el hoy -porque no son el futuro sino el ahora- y no dejarse arrastrar por aquellos que buscan sacarlos de la misión y la vocación. Jesús, dijo, vino a realizar su misión de anunciar “la Buena Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia en el Señor” (cf. Lc 4,18-19). Es el ahora de Dios “que con Jesús se hace presente, se hace rostro, carne, amor de misericordia que no espera situaciones ideales, situaciones perfectas para su manifestación, ni acepta excusas para su realización”. El Papa enfatizó a los jóvenes que esa misión es “ahora”. Y les expresó: “Ustedes, queridos jóvenes, no son el futuro. Nos gusta decir: “Ustedes son el futuro…”. No, son el presente. No son el futuro de Dios, ustedes jóvenes son el ahora de Dios (…) No mañana, ¡ahora! (…) Para Jesús no hay un “mientras tanto”, sino amor de misericordia que quiere anidar y conquistar el corazón. Él quiere ser nuestro tesoro, porque Jesús no es un “mientras tanto” en la vida o una moda pasajera, es amor de entrega que invita a entregarse”.

Mensaje a los voluntarios

Francisco tuvo también un encuentro con los voluntarios de la JMJ en el Estadio Rommel Fernández, el domingo 27 de enero. Ahí les dijo a los jóvenes: “Para mí fue muy importante escucharlos y darme cuenta de la comunión que se genera cuando nos unimos para servir a los demás. Experimentamos cómo la fe adquiere un sabor y una fuerza completamente nueva: la fe se vuelve más viva, más dinámica y más real. Se experimenta una alegría -se está viendo aquí- una alegría distinta por haber tenido la oportunidad de trabajar codo a codo con otros para lograr un sueño común. Sé que todos ustedes han experimentado todo esto”. Hizo también un llamado a los jóvenes a no decaer, a perseverar aun en medio de dificultades: “No se queden caídos, no se cierren, vayan adelante con lo que tengan encima, vayan adelante, que Dios sabe perdonar todas las cosas (…) Dar lo mejor de sí para hacer posible el milagro de la multiplicación no solo de los panes sino de la esperanza”. Al cierre de su discurso les dijo:”Vayan cuenten, vayan testimonien, vayan contagien lo que han visto y oído. Y esto no lo hagan con muchas palabras sino, como lo hicieron aquí, con gestos simples y con gestos cotidianos, esos que transforman y hacen nuevas todas las cosas, esos gestos capaces de armar lío, un lío constructivo, un lío de amor”.