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Artículo

Jueves 28 de marzo de 2019

Esperanzador encuentro de presbíteros de Santiago con el pastor

Durante una hora y media exacta se desarrolló el primer encuentro de alrededor de 200 sacerdotes diocesanos y religiosos de la arquidiócesis con el Administrador Apostólico, monseñor Celestino Aós, en el Seminario Pontificio.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: http://www.iglesiadesantiago.cl/

La reunión se inició con la Liturgia de las Horas la acogida que dio a los presentes el rector de ese instituto de formación, padre Cristián Castro, quien informó al obispo que en la arquidiócesis hay 230 sacerdotes diocesanos y 512 sacerdotes religiosos, lo que da un total de 742 presbíteros, a los que se suman más 350 diáconos permanentes.

En la introducción al diálogo, monseñor Celestino Aós agradeció a los consagrados "por ser sacerdotes. El sacerdocio está en todos y cada uno de ustedes, con sus historias, con sus formas de pensar, con sus vidas. Al mirarlos a ustedes, quiero ver en todos y en cada uno un sacerdote, alguien que ha sido llamado por el Señor. La tarea principal que vamos a hacer indudablemente que está recogida en las Acentuaciones Pastorales, pero la tarea principal, hermanos, no es esa. Las tareas van por otros caminos: "Ámense los unos a los otros". Y entre nosotros hay problemas, hay heridas, hay desencuentros. Ámense los unos a los otros".

Ponerse de rodillas


Luego, refiriéndose a la crisis actual de la Iglesia, dijo que "para reconstruir, para sanar las heridas, habrá que ponerse de rodillas, habrá que pedir al Señor que nos ayude, y a la Virgen. Ámense los unos a los otros. Que el mundo vea, principalmente en estos momentos, que nosotros, los sacerdotes, nos respetamos, nos respetamos (...) Esa es la tarea principal y es la que nos duele, porque nos toca a todos el corazón".

Finalmente, el pastor reflexionó que "en este tiempo de la Cuaresma, cuando nos arrodillamos, el rostro de Dios está en el Crucificado. Y nosotros vamos a tener que arrodillarnos para ver el rostro de Dios también en los hermanos que sufren, los hermanos pecadores, el rostro desfigurado, para que podamos verlo después transfigurado y glorioso (...) Este tiempo de la Cuaresma nos lleva a todos a encontrarnos con ese rostro de Dios que se refleja en Cristo clavado en la cruz, el horror de nuestro pecado y la grandeza de la misericordia de Dios. Y desde ahí seremos capaces de mirar el rostro de los hermanos y verlo, incluso, en los más desfigurados, en los pobres, en los pecadores, los alejados, en aquellos que quizás nos maltratan, nos insultan y nos calumnian. También ahí está el rostro de Dios, y tendremos que verlo".

Enseguida, se abrió el diálogo de los sacerdotes con su obispo, el que abordó las más variadas áreas del ministerio.

Consultado acerca de los cambios profundos que anunció luego de asumir la administración de la arquidiócesis, monseñor Aós precisó que "la renovación profunda es que no basta con decir que vamos a hacer este grupo, vamos a hacer este otro proyecto, sino que pasa por el corazón de nosotros mismos, que, como sacerdotes, tenemos que ir entendiendo que debemos revisar y mejorar nuestra práctica pastoral, el modo de hacer pastoral, el modo de relacionarnos con los laicos. Escuchar a nuestros laicos".

Los laicos y las mujeres


Después, el pastor sostuvo que "el dolor puede ser una manifestación del Espíritu, está ahí en Cristo. El dolor físico hasta el dolor afectivo y moral, que nos duela que la familia esté desestructurada, que se imponga tan livianamente una separación o un divorcio, el dolor de que de nuevo, en un país como el nuestro, donde creíamos que ya nunca más se iba a atentar contra la vida y abolimos la pena de muerte, ahora digan que se puede matar, en estas condiciones. Es un dolor muy intenso. Pero si es un dolor que está transido de verdad, de transparencia, es un dolor santo. Si no, es un dolor que lleva a la amargura, a la desolación, al desencanto. El dolor que se llega a transfigurar en la cruz salva, redime. Hay mucha gente que está sufriendo y que está tratando de encontrar un sentido al dolor".

Ante otra pregunta, el Administrador Apostólico de Santiago afirmó que "nosotros tenemos que escuchar a los laicos, porque no somos nosotros solos la parroquia ni la diócesis. Dentro de este laicado hay algo que es muy importante y que no hemos sabido resolver, que es el papel de las mujeres en la Iglesia, no solamente porque están en nuestras asambleas, sino porque la mujer es mujer y tiene otra visión de la vida y tiene una riqueza que aportar. Dicen: 'Es que la tienen que ordenar sacerdote'. La vida de la Iglesia no se reduce al ministerio sacerdotal. Hay otros ministerios, otros servicios donde deben estar y nosotros tenemos que abrir cauces. Entre todos tenemos que ir convirtiéndonos y buscando, guiados por el Espíritu, cómo encontrar cauces para los laicos, no solo para los jóvenes, también para los adultos mayores".

En otro momento del encuentro con los sacerdotes de Santiago, el obispo reconoció que "se han producido –y no podemos negarlo- situaciones que nunca debieran ocurrir y que han llevado mucho dolor, sobre todo porque se han prolongado. Las cosas no se superan diciendo 'olvídense'. No se puede olvidar la historia de cada uno, nuestra historia. Y es una historia marcada por el pecado, marcada por el dolor, marcada por la esperanza. Pero siempre es una historia sagrada, una historia de salvación".

La conversación, desarrollada en el templo mayor del seminario, abarcó también reflexiones acerca de la vida eucarística, la preparación a los sacramentos, la pastoral social, la formación permanente, el autocuidado de los sacerdotes.

El padre Cristián Castro, rector del Seminario Pontificio Mayor y vicario para el Clero, resaltó la gran cantidad de sacerdotes diocesanos y religiosos que concurrieron a la reunión. También el diálogo que hubo con el pastor, "su pensamiento y las orientaciones que nos ha entregado don Celestino, las respuestas que fue dando con mucha profundidad y sencillez a las distintas inquietudes que fueron surgiendo. Ha sido un encuentro muy hermoso, muy renovador y muy esperanzador".