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Artículo

Jueves 4 de abril de 2019

Celestino Aós: Acercarnos, abrir las puertas y el corazón, para acoger a las víctimas

A pocos días de asumir como administrador apostólico de Santiago, Celestino Aós responde a las preguntas de agentes pastorales, laicos, religiosos, sacerdotes, académicos y comunicadores que quieren saber su visión sobre diversos temas de la realidad de la Iglesia. Implementar reformas, recuperar confianzas, la dura realidad de personas en situación de calle, adultos mayores, la infancia vulnerada, los migrantes y la juventud, entre otros, son parte de los temas que aborda el obispo en conversación con Encuentro.

Fotos: Arzobispado de Santiago

Periodista: Equipo Encuentro

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/abril2019

Han sido semanas intensas, con numerosas actividades y signos, las que ha impulsado Celestino Aós. Desde la sencillez, el religioso ha querido salir al encuentro buscando el diálogo, tendiendo puentes para comenzar un proceso de sanación de heridas y regeneración de vínculos entre la Iglesia de Santiago y la sociedad chilena. Desde Roma –donde se encuentra en visita apostólica para encontrarse con el Papa Francisco el administrador aborda las preguntas de diferentes miembros de la comunidad eclesial y nacional.

Volver a confiar

Victoria Durán y Rafael Jarpa. Colonias Urbanas Jardín del Edén. ¿De qué manera los jóvenes voluntarios que hacemos trabajo comunitario con niños vulnerados podemos confiar nuevamente en nuestra Iglesia Católica, si se escondieron tantos abusos que vulneraron los derechos de la infancia?

Cada persona que nace tiene sus derechos y merece nuestro respeto, desde el primer momento de su concepción, hasta el final de la vida. Esto para nosotros es sagrado. Es muy triste, muy lamentable que a un niño, a un adolescente, a una persona que se supone debemos proteger más, se le vulneren sus derechos, sea por miembros de la Iglesia o por cualquiera persona. Estamos cerca de esas víctimas de los abusos de la Iglesia, abusos que rechazamos y que queremos que no se repitan jamás. ¿Cómo avanzar? Indudablemente que, en primer lugar, reconociendo los hechos, escuchando a los niños. Yo quiero dar las gracias a tantos cientos y miles de jóvenes como ustedes, que han trabajado ayudando a estos niños. Tenemos que lamentar los delitos de hermanos nuestros, pero tenemos que reconocer que ha habido tanta generosidad de personas como ustedes que están trabajando en esta tarea para que no se repitan estos hechos. Ustedes también son la Iglesia, y todos sus compañeros que trabajan ahí voluntariamente.

Claudia Leal. Teóloga U. Católica. Desde su formación sicológica y teológica ¿qué relación entre los sistemas e ideas propiamente teológicos y la crisis de los abusos?

No cabe duda de que una condición que ha favorecido los abusos es el clericalismo, que debemos tratar de erradicar, que debemos tratar de superar con hechos y comportamientos concretos. Pero además, de eso, tampoco podemos ignorar que hay toda una crisis social general que afecta a la Iglesia, a los clérigos y no clérigos, a los teólogos y no teólogos, porque somos parte de la sociedad. Creo que los teólogos tenemos una gran tarea, la misma que tienen los sicólogos. Me parece importante que procuremos desde la teología también cuestionar. La teología tiene que buscar la verdad, pero no puede imponerse como dogma. Tenemos un Credo y un Evangelio y al final las verdades que son dogmas serán dogmas y eso debemos asumirlo con serenidad, paz y confianza en Jesucristo. Por eso yo animo a los teólogos a que vayan desarrollando su papel, pero que vayamos entrando en la alegría de ser cristianos y, en la alegría de las certezas, cuestionando aquello que se deba cuestionar.

Constanza Acuña. Secretaria ejecutiva Área Educación CECh, sobreviviente de abusos. ¿Existe dentro de sus propuestas, la implementación de criterios básicos de acogida y acompañamiento pastoral a quienes ha sufrido abusos en comunidades educativas católicas?

Propuestas determinadas todavía no, pero hay líneas que ya marcó el Papa. Las primeras son acercarnos, abrir las puertas y el corazón, para acoger a las víctimas. Sería conveniente, en el ámbito de la educación, ir mejorando todavía más los protocolos que tenemos y eso debe hacerse entre la Vicaría de la Educación y la Delegación para la Verdad y la Paz. Creo que se pueden reunir y avanzar en este terreno. Pero, además, me parece muy importante que a aquellas personas que han sufrido porque son víctimas, acogerlas y ayudarlas en cuanto esté de nuestra parte para que superen esta situación. Usted misma, tiene mucho que aportar y sería bueno generar un encuentro entre la Delegación para la Verdad y la Paz, la Vicaría de la Educación y las víctimas o, por lo menos, aquellos que quieran colaborar más cercanamente para ver dos cosas: cómo podemos ayudar a los que fueron víctimas y llevan aún la herida abierta, y cómo podemos -con su ayuda también- diseñar estrategias para que esto no se repita, para que no haya otros niños y otras niñas que pasen por el calvario que ustedes vivieron.

Elizabeth Vega, laica comprometida. Usted recuerda lo que escribí en el cartel: “Exigimos pastores, no patrones de fundo”. ¿Tuvo alguna resonancia en su corazón?

Yo en ese momento no vi el incidente y tampoco el cartel, pero usted sabe muy bien que yo sí consideré no solamente el sentir suyo, sino el de otros hermanos que están sintiendo lo mismo. Nosotros queremos efectivamente ser pastores y tenemos que pedirle al Señor que nos envíe pastores según su voluntad. Es cierto que la función del sacerdote, especialmente del párroco hoy en día, tiene mucho de burocracia y de patrón de fundo, y me parece que ahí está lo que nosotros denunciamos también, una tendencia al clericalismo y autoritarismo. Es decir, creer que todo lo tenemos que dirigir, ordenar y reflexionar. Efectivamente estoy con usted y necesitamos dos cosas. Primero, que la comunidad cristiana vaya creciendo en madurez. La verdad no es más verdad porque se grite más. La verdad es la verdad y tenemos que buscarla pidiéndole al Señor que nos ilumine, y con los laicos tenemos que ir en esa búsqueda de la verdad que nos ayudará a sentirnos comunidad cristiana. Por otro lado, pedir que el sacerdote pueda también ser pastor espiritual. La fe no es para ser enterrada, sino que para vivirla.

Acompañamiento

Soni Jean, inmigrante haitiano, Parroquia San José Obrero, Lo Espejo. ¿Qué podría hacer la Iglesia de Santiago para ayudar a restablecer los derechos humanos de los hermanos migrantes?

En usted quiero saludar a todos los hermanos y hermanas migrantes. Lo primero que podemos hacer, es que ustedes también nos colaboren y nos ayuden. Que nos hagan ver, porque en algunas ocasiones, podemos vivir tan aceleradamente que no nos damos cuenta cómo estamos menoscabando su dignidad o vulnerando sus derechos. La Iglesia, además, está haciendo en la parte material lo que puede. En Santiago tenemos dos hospederías que acogen a hermanos migrantes.

No sólo tenemos muchísimas religiosas que están al servicio de los migrantes, sino que también el empeño del Incami -organismo directamente involucrado con la Conferencia Episcopal en el mundo de los inmigrantes- y el Servicio Misionero Jesuita. Un migrante o un refugiado siempre trae una historia de dolor, pero también, su historia de cultura, de fe, de expresión religiosa. En algunas parroquias hasta el 50% de los fieles que participan en la eucaristía, son inmigrantes. Tenemos que valorar y tenemos que integrar sus expresiones de fe y ellos tienen que integrarse. Quiero agradecer a todos los hermanos y hermanas que ayuda en el mundo de los migrantes y también a tantas hermanas y hermanos que trabajan directamente o colaboran en la pastoral de migrantes.

Jeannette Zurita. Reclusa que habló al Papa en 2018.¿Cree que merecemos una segunda oportunidad para que nuestros hijos no sean futuros delincuentes?

No solamente me parece que merecen, sino que se les debe una segunda oportunidad y una tercera y una cuarta. Todo aquel que ha caído, merece y tiene el derecho a que sus hermanos no le pongan el pie en el cuello. Hablando en un lenguaje castizo, no hacer leña del árbol caído, sino que ayudar y tender la mano para que se pongan de pie y para que no vuelvan a cometer esos errores y vivir en esas condiciones. Ustedes tienen ese derecho y ojalá que no solamente nosotros los católicos, sino que toda la sociedad chilena lo entienda y se comprometa para que se mejore esa condición. Es claro que el Estado y cada uno de nosotros y la Iglesia tienen la obligación de que cada vida nueva que es engendrada, desde el primer momento de su nacimiento, sea valorado y respetado y sea ayudado. Si esos niños que son sus hijos, que ustedes engendraron, dieron a luz y amamantaron, y están ahí; por supuesto que hay que poner un cuidado especial si van a vivir una situación de vulnerabilidad que los pueda acercar al mundo del delito. Esos niños efectivamente, deben ser protegidos y que no tengan ustedes el miedo de decir “mi hijo va a quedar solo y va a entrar en el camino de la delincuencia”. Nosotros tenemos que comprometernos a eso. Yo, por mi parte, les aseguro que pondré lo mejor de mí, como lo he hecho tantas veces al visitarlas en la cárcel, para que estos procesos se vayan viviendo.

Hermana Nelly León. Capellana Cárcel de Mujeres. ¿Cómo podría ayudarnos para que esta Pastoral de Restauración Humana sea más fecunda en las cárceles y sea una opción para la Iglesia de Santiago?

Indudablemente que nos encontramos con situaciones muy penosas y tenemos que procurar que efectivamente esa pastoral de la restauración se haga cada vez más presente, que la sociedad y nosotros como Iglesia entendamos que el hermano, la hermana que se equivocó, que delinquió, como dijo el Papa, puede estar privada de su libertad pero no de su dignidad, y eso implica que nosotros tenemos que respetarlos. Cualquiera persona que va a hablar con un detenido o una detenida debe hacerlo de manera respetuosa, aunque tenga que decir cosas duras y, en segundo lugar, darles una oportunidad. Ya que me está hablando de la cárcel de mujeres que tanto conmovió en su visita al Papa, hay que ver qué podemos hacer entre todos para que esa situación mejore. La cárcel tiene que tener un enfoque humanizador, de reinserción, porque si no, está siendo simplemente una venganza disfrazada. La Iglesia debe y puede ayudar. A veces uno simplemente está, escucha, acompaña, ayuda, y otras veces puede rezar con ellos o celebrar la Eucaristía. Las felicito a ustedes porque están ahí, porque la cárcel es para mí, y para cualquier pastor o cristiano, un lugar importante. El mismo Cristo nos dice: “Estuve en la cárcel y viniste a verme”. Si no podemos ir materialmente, por lo menos podemos involucrarnos todos de una manera u otra y preguntarnos qué estamos haciendo por estas hermanas privadas de libertad.

Elisa Vergara. Misioneros Cristo de la Calle. ¿Cómo nos podría ayudar a quienes trabajamos con hermanos en situación de calle para contar con más compromiso de los religiosos, tanto con recursos físicos como económicos?

No puedo ir todas las semanas a visitar a las personas en situación de calle. Pero sí reconozco a todos los que como usted están trabajando en esta situación tan dura y tan difícil de una sociedad que va creciendo en su bienestar, en su desarrollo, pero que aún tiene personas que están en la calle y que son un desafío porque son hermanos nuestros. Los jóvenes que son los que generalmente trabajan ahí tienen muchas iniciativas pero principalmente los invitaría a que haya una unidad, porque hay varias instituciones que están trabajando sobre el mismo tema. A veces se nos acusa de asistencialismo, pero si una persona tiene hambre tenemos que darle un trozo de pan, tenemos que atenderlo ya. Pero en paralelo, tenemos que desarrollar otros programas que permitan una reinserción, para que la persona que está en la calle salga de esta situación de desamparo y, como dice el Papa, de “descarte”. En esa tarea tenemos que estar involucrados todos. Yo animaré y acompañaré todos los esfuerzos que vayan en esta línea. Es claro que cuando se hace esto y hay una buena comunicación, la comunidad cristiana será generosa con aportar recursos, nosotros vemos que estamos frente a un pueblo chileno que es generoso, cuando se trata de aportar a las campañas de Cuaresma o cuando se presenta una crisis. Ojalá que podamos suscitar en los chilenos el ser generosos todos los días.

Adultos mayores

Pablo Palma. Párroco de Jesús Servidor, Lo Hermida. Los pobres no pueden esperar, me refiero a los adultos mayores. ¿Cómo sumar más iniciativas pastorales para acompañar a los adultos mayores teniendo presente que están solos en sus hogares?

Nuestra pastoral deberá tener en cuenta cada día más a los adultos mayores. Chile es una población que está envejeciendo y nuestras comunidades cristianas también están envejeciendo. Nosotros tenemos ahí desafíos y urgencias en lo material, en mejorar nuestros templos para que los asientos y la forma de estar sea más cómoda para nuestros adultos mayores. Para que haya baños cerca. Pero en cada comunidad tenemos que ir, no solo viendo lo material, sino también lo espiritual. Así como tenemos una celebración que debemos acomodar para los niños, también hay que acomodarla para los adultos mayores. El Evangelio es el mismo para los niños, jóvenes, adultos, para sacerdotes y laicos; pero la forma de exponerlo, la forma de interactuar con ellos, debe ser distinta y ahí tenemos desafíos y tenemos oportunidades que el Espíritu Santo va a ir iluminando para los pastores en cada comunidad. Por otra parte, es súper importante que, así como el mismo cuasimodo, donde los cristianos adultos de una comunidad se hacen presentes con el sacerdote, llevándole la eucaristía a los más enfermos y ancianos, también lleva una ayuda concreta en lo material. Tenemos que partir de un hecho, nosotros tenemos recursos limitados, pero el Estado tiene la obligación, puesto que cada uno de estos ancianos es un ciudadano y una ciudadana chilena, de preocuparse de ellos y, de hecho, destina recursos para ello. Nosotros tenemos que colaborar y usar esas oportunidades para que efectivamente lleguen los recursos a esos ancianos y se pueda mejorar su calidad de vida.

Comunicaciones

Eduardo Arriagada. Decano Facultad de Comunicaciones Universidad Católica. Hace años me tocó hablar a los obispos del rol de los periodistas, junto a un visionado de la película “Spotlight”. ¿Cómo ve su evolución personal frente al tema del cuestionamiento que hacemos los periodistas en torno al tema de abusos?

Tengo que felicitar a los periodistas que objetivamente lucharon por conocer y difundir esas verdades amargas, vergonzosas y dolorosas, que son delitos y que se sostuvieron en el empeño de darlas a conocer. Al mismo tiempo que reconozco que la prensa tiene el derecho y el deber, si conoce una situación de estas, de hacerlo público, de denunciarlo. Ahora, en la Iglesia hay tantas cosas positivas y por desgracia están ausentes de los informativos. Es triste que no sea noticia los ciudadanos honestos y honrados. Tenemos que proclamar la verdad y así como los medios tienen el deber de denunciar lo que está mal, también nos deben ayudar a ofrecer el camino para reconstruir vidas. Ahí la prensa tiene una importante función.

Mario Kreutzberger, Don Francisco. ¿Cómo cree, monseñor, que se pueda combatir a futuro las situaciones de abusos que han vivido algunos miembros del clero?

Don Mario, usted sabe de dinámicas sociales de presentar y de encarar problemas serios y situaciones difíciles en que ha debido convocar a la comunidad y usted ha sabido ser lazo de unión para animar, sacar lo mejor que hay dentro de nuestro corazón. En la Iglesia estamos llevando a cabo una tarea primero de acogida a las víctimas en la medida en que podemos, para ayudarlas en su dolor que todavía continúa, y esto es muy importante. Pero también estamos mirando a futuro, para prevenir. Esta prevención la estamos llevando a cabo y tiene números concretos. Ya son miles y miles en Chile que han hecho este compromiso y es una obra que hay resaltar. Pero hay clérigos, sacerdotes o diáconos que han actuado de una manera no solamente indigna, sino delictuosa. Estamos viendo cómo poder formar a los nuevos sacerdotes y diáconos, para que en el futuro no se repita esto. Por otro lado, me reuní con los señores fiscales para establecer el modo en que podamos colaborar, porque aquí no se trata de que cada uno vaya haciendo una parte y mirando con recelo al otro, sino que estamos colaborando todos para buscar la verdad y la justicia. Mi propia visita a Roma tiene algo de este cometido, de encontrarme con personas que tienen una visión del mundo, no solamente de Chile, sobre lo que se puede hacer, no para copiar, sino para ver por dónde van los caminos. Estamos tratando de abrir todo. Y, don Mario, nos interesa también la opinión de gente como usted, que son referentes sociales y que nos pueden decir cómo ven la situación y por dónde puede ir el camino de solución.

La mujer en la Iglesia

Hermana Nora, directora del Hogar Santa Clara. ¿Por qué la Iglesia no se abre a la posibilidad de incorporar mujeres religiosas en la toma de decisiones?

La pregunta, hermana, es muy interesante, porque no cae en la trampa de decir que en la Iglesia no hay mujeres. En la Iglesia las mujeres, el rostro femenino está. La mayoría de nuestros fieles son mujeres, además de que también están en los lugares más relevantes. Aprovecho de felicitar a esas mujeres a quienes Dios bendijo con el don de la maternidad. En la Iglesia doméstica que es la familia, la mujer cumple un papel.

Usted dice que, además de eso, por qué no se le incorpora a las esferas donde se toman decisiones. Yo le diré que en parte se ha hecho. Siempre ha habido grandes matriarcas en la Iglesia, grandes mujeres. Pensamos en Clara de Asís, en Teresa de Ávila, Catalina de Siena, doctora de la Iglesia.

En nuestros tiempos, por supuesto, Teresa de Calcuta. Pero reconozco con usted que necesitamos integrarlas más en el aspecto de toma de decisiones. Aunque ya tenemos, por ejemplo en Santiago, a una mujer canciller; está la delegada para la Verdad y la Paz, en la pastoral de la familia, a un matrimonio. Tenemos una serie de entidades donde la presencia de la mujer se va haciendo notoria. Ya tenemos una puerta abierta. A veces soñamos con hacer cosas nuevas y no ocupamos los recursos que ya tenemos. El consejo de pastoral parroquial es una instancia donde la mujer participa, como responsable de la catequesis, de la pastoral juvenil, de tantas maneras. Ahí hay una instancia donde la mujer pueda ir integrándose en esta toma de decisiones. Vemos cómo el mismo Papa ha delegado ciertas funciones y encargos a mujeres, y esperamos que cada vez se vaya haciendo más.

El Pueblo de Dios

Susana Aravena, coordinadora del 1%, parroquia Santa Cruz de Mayo, La Florida. ¿Cómo podemos reencantar a los feligreses que han dejado de aportar su 1% dada la actual crisis de nuestra Iglesia?

Cuando uno es cristiano, entonces entiende que lo que están pidiendo los recaudadores no es una limosna, porque a una madre no se le da una limosna, con una madre se colabora. La Iglesia es nuestra madre. Y cada uno de los bautizados tiene que colaborar, desde un aporte materialmente pequeño, como esa ancianita de la que habla el Evangelio, pero que Jesús alabó porque tenía tanto amor. También ustedes saben perfectamente de muchos casos de esa generosidad y de esa alegría.

Por ahí va el reencantamiento. Ahora, nosotros tenemos que ayudar. Tiene que ser a través de una gestión lo más responsable posible de los recursos. Tiene que saberse cuánto se recauda, cuánto se gasta, cómo se gasta. De hecho, ustedes ven que la Iglesia requiere del recurso material para hacer funcionar el templo, pagar el aseo, la luz, el agua, toda una serie de cosas. Hay que subvencionar también la formación de los ministros sagrados, cuidar a los sacerdotes ancianos, que todos son miembros de la comunidad. Todos somos responsables y cuando se asume esa responsabilidad nacen el compromiso, la alegría y la paz. Pero por sobre todas las cosas, la transparencia y la rendición de cuentas. Los fieles tienen derecho a saber cuánto se recauda.

 

Formación de la juventud

Ignacio Sánchez. Rector Universidad Católica. ¿Cuál es rol que le asigna a la educación superior católica, es decir, universidad y educación técnico profesional en la formación de nuestra juventud?

Los jóvenes tienen que tener una buena enseñanza y por eso la universidad, en particular nuestras universidades y centros católicos, deben luchar y deben esforzarse para que tengan una educación de calidad, pero eso no basta. Educar es acompañar el proceso que están viviendo esos jóvenes y ayudarles a que vayan desarrollando todos los valores cristianos, todos los valores del Evangelio. Queremos una educación integrada donde se respeten los criterios de todos, pero sin perder nuestra identidad. Somos instituciones católicas, tenemos esa identidad cristiana y tenemos que asegurar que todos puedan tener acceso, de manera que dando oportunidades los que quieran esforzase puedan convertirse en ciudadanos y personas maduras.

Claudio Cornejo, Encargado de formación, Vicaría Esperanza Joven. ¿Cuál cree que es la razón de fondo de la baja de participación de jóvenes en la Iglesia, cómo podemos acercarnos a quienes se han alejado?

No cabe duda que hay una serie de circunstancias y el ambiente que vivimos con la tecnología, con las comunicaciones, con el WhatsApp, lleva a situaciones también nuevas. En primer lugar, un individualismo, a un seleccionar sólo aquello que me interesa de la información y, a la trampa de recibir información que puede ser equivocada, porque es una información que está a medias, o puede ser una información directamente falsa.

Hay muchos jóvenes que no conocen lo que está haciendo la Iglesia de Santiago. En otros casos los jóvenes se quejan de que los adultos no los escuchan, algo que el mismo Papa recoge del Sínodo y de los padres sinodales. Como comunidades cristianas, tenemos que escuchar a los jóvenes.

Por otro lado, el Papa ha insistido que los jóvenes escuchen a los mayores, ellos son testigos de la fe. Ustedes los jóvenes, sueñan, nosotros quizá ya no soñamos, pero eso no significa que tenemos que ir matando la esperanza de nadie. Sí tenemos que ir enriqueciéndolos de sabiduría. Todos los jóvenes tienen iniciativas, tienen buena voluntad, tienen el deseo de una sociedad más justa y mejor, con los recursos que la tecnología obviamente les pone en la mano y que el Espíritu Santo nos ha de llevar a utilizar bien