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Jueves 5 de septiembre de 2019

Alberto Lorenzelli: “Hay un fuerte deseo en los sacerdotes de Santiago de abrir nuevos caminos de renovación”

A poco de asumir como Obispo Auxiliar de Santiago, el padre Alberto ha sido designado por el administrador apostólico, monseñor Celestino Aós, como vicario para el Clero. En esta entrevista habla del trabajo pastoral que tendrá con los 217 sacerdotes diocesanos y 62 religiosos que sirven como párrocos en Santiago. En un contexto de desconfianza pública como efecto de la crisis de los abusos en la Iglesia, plantea vivir profundamente la fe, ser creyentes, creíbles, cercanos y llevar una vida auténticamente cristiana.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Iglesia de Santiago

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

Monseñor Lorenzelli pertenece a la congregación Salesiana, de la que fue superior en Chile antes de asumir otros cargos en Roma. Su diagnóstico de la Iglesia de Santiago es realista: Hemos vivido momentos muy difíciles, delicados, momentos que nos han producido una cierta desorientación, por el clima general y muchas veces por una actitud de desconfianza en lo que nosotros vivimos". Sin embargo, también ve "que hay un fuerte deseo en los sacerdotes de Santiago de abrir nuevos caminos de renovación para la Iglesia. Aquí está la fuerza. En este momento tenemos que reencantarnos con nuestra vocación, con la misión y con el ministerio que tenemos, porque es hermoso acompañar a las personas, estar cerca del Pueblo de Dios, acompañar los momentos felices y los dolorosos que vive y, sobre todo, reanimar a un camino espiritual que es sanador".

Y reitera: "He visto que hay voluntad, hay deseo y lo veo con mucha esperanza. Seguramente los tiempos son largos, no podemos pensar que esta crisis se vaya a acabar inmediatamente -porque estamos en un proceso de conversión, purificación y renovación- pero ciertamente hay un espíritu de querer caminar juntos en este propósito. Hay un deseo positivo en nuestros sacerdotes".

El padre Alberto habla en forma reposada, meditando cada pregunta y respuesta. Por ejemplo, cuando se refiere a los ataques verbales que han recibido algunos sacerdotes en la calle, dice: "Es verdad que hoy vivimos un momento de desconfianza que produce a veces reacciones viscerales, descontroladas, no bien ubicadas, porque no es justo generalizar. Seguramente para ese sacerdote que es honesto, que hace su trabajo con amor y dedicación, la fortaleza más grande frente a ofensas y críticas injustas radica en la dimensión espiritual, en la oración, en poner al Señor al centro de la vida. Junto con nuestra voluntad de poner todos los medios para erradicar el abuso de la Iglesia, estas situaciones que vivimos van a ir terminando si también está la voluntad de parte nuestra de vivir una profunda vida espiritual, un ministerio entregado, generoso, sacrificado y de gran disponibilidad". Asume que esto es lo que se le pide a los sacerdotes y obispos: "Vivir profundamente nuestra fe en Cristo. Ser personas creyentes, porque esta es la primera respuesta que damos: que creemos".

¿Qué otras vías considera para salir de esta crisis?

Un camino donde nos hacemos día a día cercanos a la gente, más creíbles, y esta fe y este ser creíbles nos llevan también a una vida más auténtica. Esta es la respuesta mejor. No es que tengamos que tomar muchas más iniciativas o generar cosas nuevas. La respuesta es nuestro estilo de vida. A veces hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece. Esperamos que no haya más árboles que caigan, pues los sacerdotes abusadores quiebran vidas y producen un dolor profundo. En el fondo, lo que compartimos entre nosotros los sacerdotes, es la fe, la vocación. Y saber que algunos de nuestros hermanos en esto se han perdido, produce un gran dolor.

¿Qué se hace con esos sacerdotes que han traicionado el ministerio?

Lo primero que debo decir es que la primera y primordial preocupación nuestra como Iglesia de Santiago debe estar puesta en las víctimas más que en los victimarios. Dicho esto, yo creo que los hermanos que han fallado es justo que se les pida que dejen el ministerio, pero, por otro lado, les decimos "hermanos", y en esto creo que es justo acompañarlos con espíritu de caridad, para que se puedan integrar de una manera nueva y positiva en la sociedad. Por otra parte, los sacerdotes que han pecado y delinquido deben tomar conciencia de sus errores y que sepan no solo reconocerlos y repararlos, sino que sepan pedir perdón, que es fundamental y sanador. Y pedir perdón a Dios, porque en el fondo, al daño grave que se ha hecho a las personas, existe también un daño grave a la comunidad eclesial.
¿Y a los presbíteros temporalmente suspendidos mientras se realiza una investigación?
"Tenemos el deber de acompañarlos, no solo en la parte material, sino en su camino espiritual."

VIDA COMUNITARIA

En materia de contención, prevención, ambientes sanos y vida sacerdotal en general, el obispo Lorenzelli resalta la dimensión comunitaria. Primero, la propia comunidad sacerdotal, la ayuda mutua y la corrección fraterna, "porque tenemos la necesidad que alguien nos diga: mira, esto no me parece". Recuerda que hay sacerdotes diocesanos que están viviendo en comunidad, dos o tres en una casa. "Creo que este es un buen camino. Porque ahí hay ayuda, diálogo, relaciones sanas. Pero también la compañía de miembros laicos del Pueblo de Dios, que tiene que estar junto a sus sacerdotes.

No se puede dejarlos solos. Y los sacerdotes también tienen que aceptar que hay que vivir con la comunidad en sus espacios más autónomos y en sus espacios más comunitarios".

Acompañamiento laical humano y también pastoral, haciendo un camino sinodal, todos juntos, dice, para evitar el clericalismo contra el que advierte el Papa Francisco, que lleva a pensar que el sacerdote tiene que hacerlo todo. "No puede hacerlo todo. Y ahí está el consejo pastoral parroquial, el consejo económico, ahí están sus consejeros", precisa monseñor Lorenzelli.

FORMACIÓN PERMANENTE

Un elemento fundamental para una renovación en la forma de vivir el ministerio sacerdotal es la formación en los seminarios. Al respecto, afirma que "lo primero es cuidar muchísimo los procesos de discernimiento y de formación de nuestros seminaristas, con un espíritu renovado, pensando en una sociedad que ha cambiado, de la cual ellos son fruto, que la puedan comprender y ponerse frente a ella con una actitud positiva".
El otro paso en su opinión es una formación permanente del presbítero. Y propone otra expresión: "permanente estado de formación". No solo intelectual, que es necesario, pero "un sacerdote tiene que dedicar un tiempo a leer el Magisterio de la Iglesia, porque eso es un enriquecerse y alimentarse. Leer también algunos libros del camino teológico, porque una buena formación intelectual nos permite generar una buena formación pastoral".

CUIDADO DE ANCIANOS Y ENFERMOS

El ámbito de su servicio como vicario para el Clero alcanza también a los sacerdotes que por razones de salud o de edad muy avanzada ya no realizan actividades pastorales o muy pocas. El pastor explica que "todo lo que ofrecemos a nuestros párrocos que están en un ministerio activo lo ofrecemos también a nuestros hermanos sacerdotes que han entregado su vida generosamente. Acompañamos a los que todavía pueden servir a la comunidad, y para aquellos afectados por enfermedad, ancianidad o falta de autonomía, se ha hecho un gran esfuerzo con la casa Santo Cura de Ars, donde estos sacerdotes son sostenidos con mucho amor, donde viven bien y están a gusto hasta su muerte".

EX VICARIO: UNA CERCANÍA FRATERNA

El saliente vicario para el Clero, padre Cristián Castro, rector del Seminario Pontificio Mayor, dijo que esa experiencia "fue muy positiva en cuanto a tener la posibilidad de estar cerca de los hermanos sacerdotes, sentir que el trabajo que se realiza en la vicaría está destinado fundamentalmente a apoyar a la persona del sacerdote en todas las dimensiones de su vida: apoyo espiritual, personal y médico. Para mí fue una experiencia muy enriquecedora, reconociendo y valorando mucho el equipo de la vicaría para el Clero, pequeño, pero con la camiseta muy puesta en acompañar y acoger la vida de los sacerdotes". Al igual que su sucesor, reconoce que "si bien es cierto que la figura del sacerdote está pasando por una crisis, también veo que hay un deseo sincero y honesto de todo el Pueblo de Dios por preocuparse de la persona del sacerdote. Veo una preocupación sincera, honesta y muy enriquecedora por apoyar la misión del sacerdote en medio de la Iglesia.