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Jueves 5 de septiembre de 2019

Andrea Idalsoaga: “Todo caso que llega nos duele en lo profundo”

El próximo 26 de septiembre cumplirá un año la Delegación Episcopal para la Verdad y la Paz, estructura que creó el Arzobispado de Santiago para recibir las denuncias de abusos, acompañar a las víctimas y promover ambientes sanos. En esta entrevista se abordan sus avances y se mira el futuro con esperanza y autocrítica.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Carmen Díaz

Fuente: Iglesia de Santiago

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

Cuando a Andrea Idalsoaga le pidieron que se hiciera cargo de la Delegación Episcopal para la Verdad y la Paz, lo primero que hizo fue ir a la Parroquia del Sagrario y se puso a los pies de la Virgen del Carmen. "Sentí una mezcla de emociones y sentimientos. Por una parte, me alegré de que se creara esta nueva institucionalidad que permitiera ordenar, coordinar y especializar el trabajo relativo a los abusos, que la Iglesia de Santiago con creatividad desarrollara procesos importantes, para que nunca más volvieran a ocurrir hechos como los que se estaban conociendo. Pero, a la vez, estaba muy consciente de que se me venía un trabajo duro, complejo, doloroso, quizás incomprendido, que implicaba mucho desgaste personal y un costo familiar grande".

Andrea está casada y es mamá de cinco hijos, es abogada de la Universidad Católica e integra la directiva de la Asociación Chilena de Derecho Canónico. "Cada caso que llega nos duele en lo profundo y le pido a Dios que nunca me deje de doler, porque el día que eso ocurra ya no sirvo para este trabajo. Creo que una no puede mecanizarse en este tipo de servicio, la capacidad de impresionarse no debe perderse nunca. Y me duele porque el daño de un abuso es gigantesco".

Esta empatía es lo que ha querido transmitir a los siete integrantes de la delegación. Este equipo lo conforman dos sicólogas, una periodista, dos sacerdotes, uno de ellos con un Magíster en Acompañamiento Comunitario, una administrativa y Andrea. Además, el Programa Repara está a cargo de una sicóloga. El llamado para todos ellos es a acoger, a guiar y, sobre todo, a trabajar en prevenir. "Creo que hay que jugársela por completo para que situaciones tan tremendamente dolorosas, que no solo han afectado gravemente a personas concretas, sino a todos quienes conformamos la Iglesia, no vuelvan a ocurrir. Es un deber de todo católico hoy más que nunca, vivir comprometidos con nuestra fe".

La delegación convocó a la OPADE (Oficina Pastoral de Denuncias), que existe desde el año 2011, y al actual Departamento de Promoción de Ambientes Sanos. Esta iniciativa del Arzobispado de Santiago apunta a un trabajo multidisciplinario que busca la transparencia de los procesos. Dentro de estos cambios, también es parte de una comisión compuesta por la directora del Departamento de Promoción de Ambientes Sanos, el delegado de la OPADE, el Vicario Judicial, la Canciller y el Vicario General. "Hay una voluntad por sanar las heridas, curarlas y ser como el Buen Samaritano que representa el espíritu de la delegación", dice Andrea.

"La reparación es única e irrepetible"

La delegación recibe y acoge a toda víctima que quiera denunciar, independiente de si el acusado es diocesano o de alguna congregación. Se le escucha, acompaña, orienta y se le ofrece ingresar al Programa Repara. Así funciona, independiente del resultado de la investigación. "La reparación es única e irrepetible entre una y otra persona, los procesos son distintos. Lo que sí es probable es que tengamos que atenderlos varias veces durante su vida, porque el dolor del abuso vuelve, sobre todo cuando se cierran ciclos como la muerte de un familiar o una separación conyugal (...). Por lo tanto, el trato es único y se le reconoce en su dignidad como hijo de Dios", reflexiona Andrea.

Durante el 2019 se ha recibido una denuncia por abuso sexual a menores, que se suma a las cinco que ya están en investigación. Todos ellos sacerdotes. Los otros casos tienen relación con faltas al Sexto Mandamiento con mayores, abuso de conciencia y abuso de poder. La distinción en cómo se aborda cada denuncia está en si el abusado es un menor de edad o un adulto. "En el caso de abuso sexual a menores nos hemos obligado a dar a conocer al Ministerio Público la denuncia e investigación", son personas vulnerables y es el rol que hemos decido tener.

En los casos en que la víctima es un adulto los pasos son similares, pero no se realiza una comunicación pública. Y si el acusado es de una congregación, se remiten a ella los antecedentes para que inicie su propia investigación.

Formar para prevenir

"La delegación es mucho más que recibir denuncias y hacer el proceso canónico", aclara. Además de hacernos cargo de los dolores y de situaciones que nos avergüenzan como Iglesia, investigar y promover la justicia, debemos hacer todo lo necesario para que no se repitan, que ningún niño o adulto vulnerable se vea expuesto. Para ello es fundamental trabajar en la prevención, plantea. Hasta el 2018 se formaron 9.200 agentes pastorales en el Módulo Base de Prevención de Abusos. El desafío de la delegación fue desde sus inicios realizar una actualización de los procesos formativos. "Durante este año, 87 agentes pastorales se han convertido en formadores que replicarán lo aprendido en sus zonas o vicarías ambientales", indica.

Isabel Martínez es uno de ellos, es profesora de Estado, mamá de una hija y agente pastoral de la Parroquia San Carlos Borromeo y se está formando desde el año 2014. Ella está convencida de que la formación de los laicos es relevante para tener comunidades empoderadas y sanas, para que puedan prevenir cualquier manifestación de abuso. "La creación de la delegación es sumamente importante, porque significa que la Iglesia toma el tema enserio. Para mí esto es lo más valioso, que la Iglesia cree un departamento para la prevención que está cerca de las comunidades". Isabel cree que es relevante tener una constante formación y monitorear lo que pasa en las comunidades.

"La fortaleza que nos da esta nueva formación es enriquecimiento, que nos ayuda a darnos cuenta de que si tenemos comunidades enfermas, heridas y que necesitan una reparación, trabajar con ellas. No porque el sacerdote estuvo involucrado en algún esa comunidad muere. No, no muere, pero hay que reconstruir la confianza", y para eso nos formamos, porque "una de las formas de prevenir el abuso es justamente tener comunidades sanas", agrega.

Además, se han dictado cursos de inducción a nuevos párrocos que tienen el foco en la formación de ambientes sanos. Y se está realizando un Programa Piloto de Acompañamiento a comunidades heridas, esto con el objetivo de contener e intervenir estos procesos internos promoviendo el buen trato y los ambientes sanos.

A todo este trabajo formativo, la delegación ha visto la necesidad de coordinarse con otros actores de la sociedad civil y de instituciones católicas, para diseñar y generar en conjunto políticas a largo plazo que den garantías a niños y jóvenes.

Es así como integra la Mesa Interinstitucional BICE Chile (Oficina Internacional Católica de la Infancia), que tiene como lema "Por la dignidad y los derechos de la niñez y juventud".

DESAFÍOS PARA EL 2020

"Es muy bonito cuando una víctima confía en nuestro trabajo, eso nos anima mucho." El 2020 viene lleno de desafíos, comenta: "Nos hemos propuesto estandarizar la formación de las zonas y trabajar nuevas temáticas que van en la línea de la promoción de ambientes sanos y del buen trato. También fortalecer el Programa Repara y el Programa de Acompañamiento a Comunidades. La prevención como equipo nos motiva y moviliza. Pero, en paralelo hay que hacer justicia para que las víctimas encuentren la paz, y para eso debemos terminar las investigaciones que se están llevando a cabo y responder a cada uno de los casos que hemos recibido, 'sin prisa pero sin pausa', porque esas respuestas reparan y reconstruyen".