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Artículo

Domingo 27 de octubre de 2019

Seis nuevos sacerdotes para la Iglesia

En medio de situaciones de dolor que vive el país, Monseñor Celestino Aós encabezó ordenación en el Santuario de Schöenstatt y les dijo a los nuevos presbíteros que la misión hoy es “consolar a los afligidos” y junto a ellos buscar “las causas de la injusticia y del dolor para luchar contra ellas, y corregir cuanto sea preciso corregir”.

Fotos: Camila González

Periodista: Carmen Gloria Díaz Meléndez

Los familiares fueron llegando poco a poco al Santuario Bellavista de Schöenstatt la mañana del sábado 26 de octubre hasta que coparon la parroquia. Diego Cifuentes García, Juan Pablo Cruz Vial, Domingo Errázuriz Goldenberg, Francisco Jensen Escudero, Cristián Sánchez Matte y Gonzalo Villaseca Vial en tanto se alistaban, llevan preparándose más de 10 años para este día. Empezaron rezando junto a los sacerdotes que los acompañaba para luego peregrinar todos juntos. La primera parada fue un momento de oración en el cementerio donde descansa su compañero Christian Abud, luego continuaron a la capilla del Santuario a ponerse en presencia de la Virgen Peregrina, para finalmente llegar hasta el altar de la Iglesia del Espíritu Santo.

Monseñor Celestino Aós, administrador apostólico de Santiago, encabezó la ordenación en un día muy especial para el país, después de una semana de manifestaciones y de una multitudinaria marcha pacífica que mostró el descontento social que existe, les dijo "Las circunstancias que rodean vuestra consagración están alteradas por las demandas de justicia, de miles de hermanos que se expresan de modo pacífico. Pero también por otros que eligen el camino de la violencia, el saqueo, los incendios, le represión desmedida. Vivimos momentos en que descubrimos cuánto sufrimiento hay entre nosotros y cuánto sufrimiento que no se expresa pero que está". Y continúo su reflexión, "nosotros como sacerdotes somos ungidos y enviados a descubrir a esas personas que sufren, para consolar a los afligidos. Nuestra oración y reflexión cristiana ayudará a los hermanos a situarse ante el misterio del dolor, y junto a ellos buscaremos las causas de la injusticia y del dolor para luchar contra ellas, y para corregir cuanto sea preciso corregir. Tendremos que mirarnos a nosotros mismos y humildemente reconocer y pedir perdón por la parte de responsabilidad que nos cabe en estas situaciones".

Los nuevos presbíteros lo escucharon muy atentos. "Ser sacerdote hoy es hermoso y es exigente, porque somos enviados a todos para sostener a los encaminados y para invitar a conversión a los extraviados". Los padres y familiares se encontraban junto a ellos seguían con mucha emoción cada hito de la ceremonia. "No tengo palabras para expresar el agradecimiento al Señor por este inmenso regalo, que no me lo merezco de ninguna manera", fueron las palabras de Miguel Cifuentes, papá de Diego.

"Quien se aleja de la bondad y la misericordia de Dios, quien se pone a sí mismo como el centro del ministerio y de la vida llega a los abusos más aberrantes. Por eso en este día, en esta ocasión solemne ante este pueblo de Dios conformado por sus familiares y amigos, por sus compañeros del instituo de Schöenstatt, les repito: amen a la Virgen María, acudan a la Mater para acercarse y contemplar y rezar a Jesús, confíen en el Dios que los llama, pídanle que les dé un corazón paternal como el de Jesús Buen Pastor. Vinculados y amantes de la Iglesia: ustedes, los sacerdotes de Cristo están ungidos para el pueblo, no para elegir sus propios proyectos, sino para estar cerca de las personas concretas que Dios, por medio de la Iglesia, les confía. Ninguno está excluido de su corazón, de su oración y de su sonrisa", les dijo monseñor Aós.

"Quiero ser un sacerdocio alegre, disponible, de servicio y lleno del espíritu de Jesús y con la presencia de María", señaló Francisco Jensen antes de ser ordenado. "Me gustaría tratar de decirles a todos que somos hermanos, de hacer presente al Señor que nos viene a regalar su justicia, que es justamente tratar a todos como hermanos, poder dignificar al otro especialemente a los que se sienten más solos, a los que sienten que no valen, a los más pobres (...) y a aquellos que sienten que el odio invade sus corazones, como que me gustaría mucho dignificar", contó Diego Cifuentes.

Cuando monseñor Aós les dijo: "Ya son sacerdotes" un aplauso espontáneo y fuerte se escuchó y los hizo pasar al altar para participar de su primera eucaristía donde consagraron el pan y el vino.

Paulina García, mamá de Diego, muy emocionada señaló "yo sé que Dios lo acompaña", y siguió "solo le pido que haga de él un santo sacerdote, y le pido que sea un verdadero siervo, o sea que el Señor actúe a través de él". Ella se siente feliz y "agredecida del Señor que se acuerde de uno, esperanzada en que lo va acompañar en todo su vida de sacerdote y que él sea un buen sacerdote". Para ello, "él sabe que cuenta con nuestra oración con nuestro apoyo, que somos incondicionales para él, que él haga su misión pero ahí estamos el papá y la mamá atrasito".

Antes de la bendición final, monseñor Celestino Aós agradeció en especial a las familias por apoyar la vocación de sus hijos, porque cumplen un papel fundamental como comunidad en que los jóvenes se animen y sepan que ser sacerdotes y hermanas es hermoso y los instó a rezar por esas intensiones.

Y los bendijo. "Que Dios que dirije y gobierna la Iglesia los guíe siempre con su gracia, para que cumplan fielmente el ministerios presbiteral. Él los haga servidores y testigos en el mundo de la verdad y del amor divino y ministros fiel de la reconciliación. Y, también los haga pastores verdaderos, que distribuyan la palabra de vida y el pan vivo para que los fieles crezcan en la unidad del cuerpo de Cristo".

Luego, las familias pudieron compartir con los nuevos sacerdotes.