Miércoles 4 de diciembre de 2019
"Es caro construir confianzas, es muy barato quebrarlas"
La periodista de la Universidad Católica de Chile, experta en comunicaciones y confianza, Claudia Labarca, aborda en esta entrevista este crucial tema, a propósito de los movimientos sociales acaecidos en el país. La profesional es secretaria académica de la Facultad de Comunicaciones de ese plantel. En su currículo destacan: PhD Escuela de Gobierno y Relaciones Internacionales, Durham University (Reino Unido) y magíster en Dirección de Comunicación Empresarial e Institucional, Universitat Autónoma de Barcelona.
Fotos: Nibaldo Pérez
Periodista: José Francisco Contreras
Fuente: Periódico Encuentro
Link fuente: www.periodicoencuentro.cl
¿Por qué fallan las confianzas en las personas y en las instituciones?
Hay varios elementos que son importantes para poder entender la confianza. Uno es que la confianza se relaciona directamente con las expectativas. Segundo, la confianza tiene que ver con el cálculo de potenciales riesgos, es decir, yo confío en algo habiendo hecho un cálculo, decido confiar porque es más probable que no me defraude a que me defraude. ¿Qué es lo que yo creo que ha pasado acá? Que el retorno a la democracia generó altas expectativas de una vida mejor, en términos generales, no solamente en términos de ser un ciudadano y tener derecho a voto y del fin de la represión o fin de un gobierno con el cual no todo el mundo estaba de acuerdo. Pero, además, generó muchas expectativas que, según las encuestas, no se han ido cumpliendo. Si uno va viendo los números y si uno entiende la confianza como expectativa, claramente las expectativas que tenían no se cumplieron. Es el sistema el que ha defraudado, el sistema político, el sistema económico, el sistema de salud, todo lo que ha estado ahora en cuestión. Entonces, en este caso, ¿por qué fallan las confianzas? Porque la gente esperaba una cosa y ha sucedido otra. Y si a eso se le suman los escándalos de corrupción de instituciones tradicionales, como la Iglesia, de instituciones que eran nuestros referentes, las confianzas están todas en el suelo. Cualquiera encuesta muestra unos niveles súper bajos de confianza: el gobierno 8%; los partidos políticos, que son la base de la democracia, un 1%; los parlamentarios, un 2%; los tribunales de Justica, las empresas, las FFAA, todo el tejido social. Los niveles de confianza de instituciones que sustentaron nuestro modelo social están en el suelo.
Esos niveles tan bajos de confianza en las instituciones, ¿qué daños producen en una sociedad?
Lo que estamos viendo en la calle. En términos sociales, si ves las protestas en la calle, no ves ninguna bandera de partido político, ninguna, porque los movimientos son transversales a ciertas temáticas. Se pide igualdad en salud, igualdad de género, porque son demandas muy transversales, muy líquidas, en un movimiento en que, además, no hay una contraparte, un liderazgo, nada, no hay alguien, un Robespierre, un líder. Es la calle, literal. Entonces es más difícil restablecer confianzas. Me parece que el acuerdo parlamentario al que se llegó de alguna manera encajona y aterriza algo que es tan líquido, tan fluido. Pero, si no hay una agenda que efectivamente responda a estas demandas, más allá del acto simbólico del acuerdo parlamentario, no veo cómo esta cuestión amaine.
¿Los acuerdos que se han producido ayudan a recuperar confianzas? ¿Cómo pueden las instituciones y sus líderes recuperar las confianzas perdidas?
Hay dos dimensiones. Una es que la gente va a empezar a ver satisfechas sus demandas de alguna manera. Está probado que si tú satisfaces acá, la gente después corre sus demandas más allá. Al principio quiere educación, después quiere educación gratuita, después educación gratuita y de calidad. Estos acuerdos van a descomprimir a aquellas personas que estaban marchando pacíficamente por derechos perdidos. Dudo que descomprima la violencia, los grupos anarquistas, porque estos grupos están fuera del sistema, por lo que les da lo mismo los cambios en el sistema. Pero hay otro factor, que uno lo ve en las redes sociales y en las conversaciones: "¿Viste que no costaba nada subir el salario mínimo? ¿Viste que podíamos bajar la dieta de los parlamentarios?". Yo no sé si eso genera más confianza o desconfianza. Habría que medirlo. Todos los discursos de legitimación de la violencia se basan en que hay que dejar la escoba para lograr cambios. En estricto rigor eso ha sucedido.
¿Cuáles son los peligros para nuestra sociedad si se mantiene este estado de desconfianza en el país?
En términos políticos, ahí es donde surgen los populismos. Es lo que ha pasado en varios países de América Latina. El discurso populista se basa en estar fuera del sistema, es en contra de los políticos, entonces deshacen los parlamentos. El populismo se basa en una retórica muy fuerte, en donde en vez de tejido social lo que tú haces es que el otro sea tu enemigo. Lo peligroso para las democracias es que haya tanta desconfianza en las instituciones, porque vienen estas alternativas, la calle, la violencia, el populismo, cerrar el parlamento. Si el tejido social se erosiona y se erosiona la confianza en las instituciones, no hay salida institucional. Por eso que el acuerdo parlamentario no hay que ponerlo en peligro, porque es una salida institucional a un problema en la calle, que no se puede resolver en la calle.
A pesar de ser una institución afectada por esta realidad, ¿qué rol le asigna a la Iglesia Católica en la recuperación de las confianzas?
Yo creo que la Iglesia debiera ser una fuerza moral, pero yo no he visto una participación de la Iglesia, no he visto el rol protagónico que tuvo la Iglesia en los años 80 ó 90. La Iglesia, como todo centro de poder espiritual, debiera tener un rol. La autoridad es uno de los factores que determina la confianza, y eso se ha ido trasladando a la confianza en el par. Si la Iglesia tiene como estrategia fundamentar en sus bases la recuperación de la confianza, a mí me parece súper adecuado, porque actualmente uno le cree más a la información del WhatsApp o a lo que le dice el vecino que a un comunicado de alguna autoridad, cualquiera autoridad, no sólo de la Iglesia, porque ha perdido confianza. Entonces, hacer una participación a nivel de base yo lo encuentro muy bueno para volver a conectarse con esa Iglesia de base, no jerárquica.
Desde su experiencia profesional, ¿es optimista? ¿Recuperaremos las confianzas?
Creo que se están dando las señales, los distintos mundos están dando las señales. Yo soy optimista después del acuerdo parlamentario, pero creo que es un proceso muy lento y hay que poner la buena voluntad de todos los sectores. La confianza es cara y hay que invertir muchos recursos humanos, de tiempo, financieros y comunicacionales para construirla. Y es súper barato quebrarla.