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Miércoles 26 de febrero de 2020

Celestino Aós: Un camino esencial para la paz es la participación social y la acción política

Con la misa de Miércoles de Ceniza en la Catedral de Santiago, se dio inicio a la Cuaresma. En la oportunidad el Arzobispo Celestino Aós se refirió a la crisis social del país e hizo un llamado a que “leamos los signos de los tiempos con los ojos de la fe, para orientar la dirección del cambio. Convertirnos en la dirección de Jesús”.

  • “Rezamos por todos, por aquellos que han fallecido, los que han sido heridos, en cualquier forma y de donde sean (…) sólo pedimos que juntos descubramos que nuestra patria tiene visión de entendimiento y no de enfrentamiento” (…) la violencia nos daña profundamente y no puede sino ser rechazada y combatida con los instrumentos de la ley”.

A continuación, el texto completo de la homilía:

1.- “Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación”: “Vuelvan a mí de todo corazón”, recen “¡perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu herencia al oprobio y que las naciones se burlen de ella”. Sentimientos que la liturgia ha recogido en la oración: “Concédenos iniciar con el santo ayuno cuaresmal un camino de verdadera conversión”. La cuaresma es tiempo para que miremos a Jesucristo, para que recemos a Jesucristo, para que nos comprometamos con Jesucristo. Convertirse es cambiar; que cambie no solo lo exterior, sino que vivamos una transformación interior. Convertirse es cambiar: urge que leamos los signos de los tiempos con los ojos de la fe para orientar la dirección del cambio. Convertirnos en la dirección de Jesús: habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo, se donó por nosotros: “Les he dado ejemplo para que ustedes se amen como Yo los he amado, para que se hagan don para los demás, como yo me hago don para buenos y pecadores. “Convertirse en don es dar sentido a la vida y es la mejor manera de cambiar el mundo: cambiamos nosotros, cambia la Iglesia, cambia la historia cuando comenzamos a no querer cambiar a los otros, sino a nosotros mismos, haciendo de nuestra vida un don. … (Y) no podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle bien, que la Iglesia sea perfecta para amarla, que los demás nos tengan consideración para servirlos. Empecemos nosotros” (Papa Francisco Misa de Navidad del 2019).

2.- La Cuaresma, es una parte de nuestra vida cristiana; la vida cristiana y la Cuaresma no se vive solo; se vive en comunidad, en fraternidad. La Cuaresma es tiempo de más oración por los demás: por los pecadores de la propia Iglesia y por los que no conocen o rechazan a Jesucristo. Tiempo de compromiso con los demás: en la oración y en el compartir. También de compromiso con los demás: en la oración y en el compartir. También este año ponemos como destinatarios de nuestro compartir, de nuestra “cuaresma en fraternidad”, a los migrantes. Sea generoso y vaya depositando en la alcancía el dinero de sus privaciones: “Tu aporte y el nuestro, esperanza de todos”. Muchas dificultades pasan los migrantes, pero nos aseguran que “la frontera más difícil para un migrante es la integración”. Queremos mejorar y buscaremos para ellos una acogida organizada y digna, reconociendo sus derechos y enseñándoles sus deberes en Chile, sin entramparnos en prácticas que se presentan como protección para el extranjero pero que resultan ser protegerse del extranjero. Hay nuevo material para ayudarnos: con el vía crucis del migrante y refugiado, cada viernes una comunidad dirigirá la celebración, y también el Viernes Santo se celebrará en tono migrante. Mirando a Jesús en esta Cuaresma nos preguntamos ¿cómo puedo escucharlos? ¿qué puedo aprender de los migrantes? ¿cómo puedo hacerme don, o sea, ponerme al servicio de los migrantes e integrarlos?

3.- La Cuaresma nos recuerda una y otra vez nuestro bautismo; la Cuaresma nos exige una y otra vez que elijamos hoy entre el camino de Jesús o el camino del diablo. Ciertamente ni la injusticia ni la violencia son el camino de Jesús. Estamos ya cansados de injusticia, estamos ya cansados de violencia. ¿A dónde me lleva el camino de Jesús, el camino de la Cuaresma? A la libertad, al gozo, a la vida; porque el pecado destruye nuestra humanidad personal y nuestras relaciones sociales “devuélveme la alegría de tu salvación”. “La violencia nos daña profundamente y no puede sino ser rechazada y combatida con los instrumentos de la ley. Un daño evidente es que nos impide mirar con más claridad los problemas y concentrarnos en buscar soluciones. Pero por eso mismo hay que abordar los problemas de fondo, pues ‘una paz que no surja como fruto del desarrollo integral de todos, tampoco tendrá futuro y siempre será semilla de nuevos conflictos y de variadas formas de violencia. / Un camino esencial para la paz es la participación social y la acción política. No hace bien el retraimiento de los ciudadanos de la acción sociopolítica ni el desprestigio y desdén hacia la política y los políticos. Tampoco es buena la tendencia a quedarse en slogans, en descalificaciones generales y en una mirada de la realidad en blanco y negro, pues no contribuye a mejorar la política y la manera de enfrentar los problemas, ni sirve la mirada ingenua y acrítica, que no considera la corrupción y el predominio de los intereses personales y de grupo, tan presentes en la vida económica y social; ni tampoco sirve la mirada que sospecha de todo y que no ve en la política y en los líderes sino maldad y aprovechamiento. Hay que aprender a discernir, hay que formarse y contribuir con un trabajo permanente y tenaz, ayudando a generar dinamismos y procesos que provoquen el avance de la solidaridad y la justicia” (Sergio Pérez de Arce, Nuestro Camino n 490,1).

Así como se crean redes de violencia y mentira, hemos de crear redes de oración, redes de amor. Los jóvenes, las mujeres, los ancianos, los sanos y los enfermos ¡en Cuaresmas, junto a la cruz de Jesucristo, encontramos el valor del sufrimiento, del fracaso y aun de la muerte aceptados con amor! En esta Cuaresma y en este momento de nuestra historia, ustedes, los que sufren: los enfermos y accidentados, los ancianos, los pobres tienen un aporte insustituible que ofrecer.

Todos vamos a humillar la frente y nos reconocemos pecadores, y todos reconocemos que este momento y esta Cuaresma es día de salvación, día favorable, todos queremos volver al Señor y convertirnos. Ofrezcamos nuestro deseo de hacer un aporte económico generoso para los migrantes; y que vaya con nuestro compromiso de rezar por todos los migrantes y de abrirles el corazón para acogerlos e integrarlos.

En la Cruz de Jesucristo se nos presentan todas las violencias; y las condenamos todas, por eso rezamos por todos; en la cruz de Jesucristo renovamos nuestro compromiso de colaborar porque el pensamiento de cada uno de nosotros, nuestras palabras, nuestras decisiones deben contribuir a que vivamos en día favorable, un día de salvación… “Tenemos que renovarnos constantemente en la misión, no darnos por vencidos ante las adversidades que encuentra hoy el anuncio del Evangelio. Y lo tenemos que hacer sembrando signos de esperanza y dando testimonio de la alegría de Jesús. Lo ha señalado el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres 2019: “La condición que se pone a los discípulos del Señor Jesús para ser evangelizadores coherentes es sembrar signos tangibles de esperanza” (Sergio Pérez de Arce, Nuestro Camino n 490, 1). Estamos sembrando semillas para el mañana; y estamos dando frutos ya hoy, igual que nuestros hermanos que ante la violencia que les quemó el templo reaccionan con amor y afirman: “No hay en nosotros resentimiento, ni ánimo agresivo. Rezamos por todos, por aquellos que han fallecido, los que han sido heridos, en cualquier forma y de donde sean. No tenemos rencor, sólo pedimos que este dolor y sufrimiento nos sirva para madurar como país y derrotemos toda división, discriminación, segregación (…) Sólo pedimos que juntos descubramos que nuestra patria tiene visión de entendimiento y no de enfrentamiento, como hemos sido testigos en la historia de nuestro país. Somos hermanos llamados a mirarnos a la cara, con el rostro descubierto, para perdonarnos mutuamente y de corazón. Porque todos nos necesitamos. En Chile no sobra nadie, y nos necesitamos para construir un país donde Dios, el hombre y la mujer sean realmente el centro” (P. Pedro Narbona).