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Jueves 7 de mayo de 2020

Enfrentar con esperanza y responsabilidad el incierto panorama laboral

Recesión económica, altos niveles de cesantía, capacidad productiva incierta. Los coletazos económicos y laborales del Covid-19 nos llevan a reflexionar día tras día estas y otras inquietudes. Conversamos con distintos especialistas en la materia sobre cómo debemos enfrentar, todos juntos, una de las mayores crisis de todos los tiempos.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Enrique Astudillo Baeza

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/mayo2020/

Trabajadores del retail, de la salud, del Transantiago, independientes y dependientes. Todos viven días críticos y buscan alguna respuesta o medidas de seguridad que los tranquilice. Nadie queda ajeno a la pandemia. Son miles de personas y cientos de empresas las que en la actualidad están viviendo momentos muy complejos tras la serie de medidas para frenar la propagación del Coronavirus en el país. Despidos masivos, cierre de empresas, cláusulas arbitrarias se leen y escuchan a diario en hogares y trabajos. Cómo debemos enfrentar lo que queda del año. ¿Habrá alguna salida favorable? En medio de este escenario, quisimos saber qué opinan personas ligadas al mundo laboral, social y empresarial sobre esta crisis Covid-19.

El mundo cambió, Chile cambió

Irene Celis, encargada del programa de asesoría laboral del Arzobispado de Santiago, a través de la Vicaría Pastoral Social Caritas, explica que "los efectos han sido fuertes. Se prevé que a fines de este año tendremos una tasa de un millón y medio de trabajadores cesantes. Estamos ante una situación muy compleja, sobre todo, para los trabajadores que viven de un sueldo o que sólo cuenta el producto de su trabajo. Cuando es la vida que está en juego, entonces ¿qué hago?, trabajo, pero la salud la dejo de lado. O, peor aún, dejo de trabajar para no enfermarme y no enfermar a mi familia. Por otro lado, si no tengo ahorros para poder subsistir mientras dure la pandemia, se viene un cúmulo de deudas".

"Los subsidios que hasta ahora ha entregado el gobierno -prosigue- solo han ayudado en una parte a las familias más vulnerables, pero estamos lejos de una solución de fondo que ayude al trabajador a estar más tranquilo, al menos un par de meses. Tenemos una seguridad social muy débil e incapaz de dar soluciones a largo plazo, como sucede en países desarrollados, donde un trabajador puede llegar a estar un año cesante sin llegar a la pobreza absoluta como ocurriría en Chile".

Al final analiza: "Urge tomar medidas más drásticas y acuerdos más sólidos para construir un plan nacional para sobrellevar los difíciles momentos que se avecinan. Es una tarea que todos juntos deben enfrentar, los principales actores de la sociedad, de la Iglesia, del mundo empresarial, organizaciones políticas y sociales".

Cuidar la vida con políticas sanitarias

Para Guillermo Sandoval, académico de Doctrina Social de la Iglesia de la Universidad Católica Silva Henríquez, esta pandemia tendrá costos inimaginables: "A nivel global, la OIT estima que se perderán o dañarán 195 millones de empleos. En Chile los efectos serán duros. Se necesita un esfuerzo mancomunado de todos para enfrentarlo, poniendo la mirada primero en los más pobres. Se trata de una acción humanitaria, no de un cálculo matemático para saber cuántas vidas salvamos. La política tiene la oportunidad y deber de conciliar ambos objetivos".

Ante un posible segundo estallido social debido a la crisis económica que está dejando el Covid-19, agrega: "Dependerá de la manera en que se enfrente al Covid-19, tanto por las autoridades gubernamentales, como por el sector empresarial. Hay una cuestión de credibilidad. Si los chilenos percibimos que el Coronavirus se aborda de manera efectivamente solidaria, creo que es posible una segunda oportunidad para creer en soluciones a las demandas sociales. Es esencial que abusos y maltrato sean drásticamente sancionados".

Sandoval cree firmemente que la calidad de las relaciones laborales se debe construir sobre la base de las confianzas: "El abordaje del Covid-19 es una oportunidad de afirmar esas confianzas. Trabajadores y empresarios se necesitan. Son socios en la tarea de generar riqueza. También deben serlo en su distribución, pero no sólo eso, además los trabajadores están llamados a participar en la propiedad y en la gestión, como propone la iglesia".

Guillermo, además, formó parte de las "Bienaventuranzas del Empresario y Ejecutivo Cristiano", iniciativa que se convirtió en un llamado a poner a Dios en el primer lugar de todos los aspectos de la vida en una empresa y a recordar que en el centro de la actividad empresarial está la dignidad de todas las personas: "Creo que la propuesta ayuda mucho hoy, con pistas concretas, en tiempos de estallido social y de Cuarta Revolución Industrial, para facilitar mejores relaciones entre todos los vinculados a las empresas: empresarios, trabajadores, clientes, proveedores, comunidad y el Estado. Poco a poco avanzamos en confianza y amistad. Fue un trabajo arduo y extenso, tremendamente gratificador. El grupo, unos diez, terminó siendo muy de amigos. Lo integramos empresarios grandes y pequeños, además de expertos vinculados al mundo del trabajo y del pensamiento social de la Iglesia", concluye.

Llamados a ser comunidad

El padre Jorge Muñoz S.J, vicario de la Pastoral Social Caritas, señala que "para la Iglesia, la solidaridad es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común. No es un sentimiento superficial por los males de otros, sino un principio fundamental donde juntos somos responsables de todos, especialmente de los más vulnerables. Son previsibles las consecuencias que esta crisis mundial traerá a nuestro país, ya afectado económicamente luego del 18 de octubre. Pero también es de conocimiento popular que los trabajadores y trabajadoras son los primeros en vivenciar los impactos de estas recesiones, sobre todo en descuentos que afectan sus remuneraciones o despidos que impiden su sustento. A partir de ello, instamos a poner las personas en el centro, sus familias, y resguardar el bien común de todas y todos".

A lo anterior, añade: "Hemos presenciado desgraciadamente algunas situaciones que se alejan del anhelo al que convocamos, entre ellas, el excesivo aumento en el precio de algunos productos, especialmente insumos para prevenir el contagio de coronavirus. Lamentamos estos hechos y pedimos a todos los particulares, distribuidores, comerciantes, farmacias y supermercados una actitud de humanidad y ética, coherente con la grave situación que transitamos como país".

Por último, no deja de agradecer a los trabajadores y trabajadoras que realizan turnos éticos, "especialmente los trabajadores de la salud, quienes, en distintos centros hospitalarios, clínicas y servicios de salud, se encuentran disponibles para atender casos de urgencia, resolver nuestras dudas y colaborar a tantas personas con su trabajo. Estamos seguros de que individualmente no podremos salir adelante, que, solo teniendo a la solidaridad como estandarte, siendo capaces de mirar por todos y todas, podremos superar esta difícil situación".

Realidad que no podemos soslayar

Sergio Merino es desde el año pasado presidente de USEC, Unión Social de Empresarios Cristianos. Para este ingeniero "no cabe duda que vamos a tener una recesión económica profunda, que trae como consecuencia directa, y lamentablemente inevitable, una mayor cesantía, y que debemos asumir y enfrentar. Recordemos que esta crisis sanitaria llega después del golpe a la economía y al empleo que nos dejó la crisis social del año pasado, por lo que recuperar los niveles de empleo pre-crisis social, va a tomar bastante tiempo. Pienso que tenemos el gran desafío de reconstruir el país desde la empresa, y construir una nueva forma de hacer empresa, más humana y solidaria. No hay recetas, pero considero que cuanto más se logre mantener el tejido económico - empresas, trabajadores, clientes, proveedores, financistas, etc.- mayores van a ser las posibilidades de que la economía se recupere relativamente rápido".

Respecto de una posible nueva crisis social que podría dejar esta pandemia, Sergio Merino espera que no ocurra: "Las manifestaciones generalmente terminan con hechos de violencia donde los más perjudicados son los más vulnerables. Si la violencia retorna disminuirá aún más el empleo y el Estado tendrá menos recursos para satisfacer las necesidades sociales. Ahora bien, creo que todos hemos sacado lecciones de lo ocurrido a partir de octubre y que los cambios al modo en que operan las empresas serán también un poderoso empujón para superar la pandemia y lograr un desarrollo sustentable al servicio de la sociedad".

Una crisis incomparable

La mirada de Luis Berrios, secretario ejecutivo de la Vicaría Pastoral Social Caritas, también es poco alentadora: "Sin duda el principal desafío cuando pase esta crisis y veamos sus efectos, es que seremos un país definitivamente más pobre. Los ciudadanos tendremos menos ingresos que lo habitual y muchas de las personas estarán más endeudadas. Por eso se hace urgente que las medidas del gobierno y de los distintos actores, obedezcan a criterios de la realidad y no se transformen en soluciones sólo del momento, como, por ejemplo, la Ley de Protección al Empleo, la cual es una medida contingente para que aquellos trabajadores que queden sin empleo puedan acogerse al seguro de cesantía. Pero, qué pasará con esa persona en seis u ocho meses más, cuando sea desvinculada, no tendrá seguro de cesantía, porque se lo habrá consumido todo. Por lo tanto, el desafío es cómo vamos a acompañar a estas personas que van a estar en una situación de pobreza mayor a la de hoy".

Berríos extiende su mirada a una desigualdad que ya detonó el 18 de octubre pasado: "Hay mucha de esta crisis presente en el estallido social. Si sumamos que serán muchas personas las que van a perder su empleo y que seremos un país más pobre, evidentemente las desigualdades se van a hacer más presentes, ya que siempre habrá gente a la que las crisis no le van a afectar y, en cambio, habrá otras muchas que sí perderán muchas redes de apoyo. Por lo tanto, esta desesperación, esta desesperanza y desprotección, puede llevar a un nuevo estallido social. Por eso, hago un llamado a todas las instituciones, incluida la Iglesia, a ponerse manos a la obra. Creo que como Iglesia lo hemos hecho muy bien hasta ahora, pero es necesario mantener ese espíritu para que pasada la emergencia y cuando venga la etapa de la recuperación, podamos seguir dando buenas respuestas".

"Hoy en día no veo aún una mala relación entre trabajadores y empleadores. Muchos de los trabajadores han entendido y se han sentido parte de la institución o de la empresa y han accedido a la reducción o a la medida de acogerse a alguna ley de protección al empleo. Eso sí, va haber un desafío grande para las empresas para mantener las planillas actuales a futuro y que cuando venga la fase de recuperación, no haya tensión y una colisión por los intereses y las retribuciones que tienen que ver con los trabajadores", cierra.