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Miércoles 19 de agosto de 2020

Santiago Hernández: “La Iglesia soy yo y tengo que saber representarla”

Durante todo el mes de agosto y en el marco del Mes de la Solidaridad, la Iglesia de Santiago quiere compartir una serie de perfiles de personas que han generado diversas iniciativas comunitarias como una expresiones de solidaridad permanente.

Por: Bárbara Guerrero C.

Cuando comenzó el estallido social y luego la pandemia, las necesidades de los vecinos salieron a la luz -especialmente de los adultos mayores del barrio-, supe que tenía que hacer algo. Como miembro de la junta de vecinos comencé a activar una cadena solidaria de ayuda.

Lo primero que hicimos fue comprar sacos de papas y de harina. Además, con recursos propios de la organización compramos 50 cajas de mercadería, que entregamos a las familias más afectadas. Sabíamos que eso no sería suficiente, así que nos movilizamos para seguir activando a las juntas de vecinos de las villas colindantes, y llegar así a más personas. Hoy me he convertido en un coordinador territorial, gestiono ayudas para mi barrio, la Villa Renacimiento, y para otras juntas de vecinos de la unidad vecinal.

Donde yo vivo, hay 433 casas que albergan a 1501 personas. Para conocer su realidad y saber a qué nos enfrentamos, hicimos un catastro con el que descubrimos muchos casos de necesidad y hacinamiento. Ayudar era urgente y para hacer las cosas bien formamos el grupo Rena Ayudas, desde donde coordinamos nuestras acciones solidarias. 

Mi nombre es Santiago Hernández Berrios, tengo 52 años y pertenezco a la Unidad Vecinal 23 de La Florida. Desde muy joven participé activamente en la comunidad Salesiana de Macul, donde forjé mi espíritu solidario guiado por los padres Pepe Forbes y Bernardo Venegas. Ellos me guiaron hacia un crecimiento personal muy especial, una formación que no se pierde y me ha servido en todos los aspectos de la vida; aprendí a ser solidario, a escuchar y sobre todo a ser humilde. 

Todos los voluntarios del Rena Ayudas tienen formación católica, yo creo que de ahí nace la inspiración para ayudar. Con su compromiso ha sido posible levantar tres ollas comunes en Chacón Zamora, que funciona de lunes a viernes; en el pasaje Los Gladiolos, los sábados y domingos y en la sede vecinal de A23, ubicada en Avenida El Parque donde entregamos pancito, consomé y leche con chocolate para la once. Partimos entregando raciones a 150 personas y hoy, en medio de la pandemia, subimos a 350 personas. 

Cuando fue creciendo la demanda no sabíamos de dónde íbamos a sacar cosas, pero como dicen por ahí “Dios proveerá” y afortunadamente la ayuda nunca faltó. Tenemos aportes de los mismos vecinos, de amigos que viven en Alto Macul, Peñalolén, La Florida Alto y Buin, desde donde nos vienen a dejar verduras y alimentos.

Desde la Vicaría de Pastoral Social también recibimos ayuda que repartimos en todas las ollas y desde la Red de Alimentos nos donaron cajas de mercadería que entregamos a los vecinos de la Villa Renacer.

Acá la ayuda es principalmente de los vecinos para los vecinos. Gracias a la autogestión y las redes de apoyo, las cosas funcionan. Hemos conseguido hacer test de PCR con ayuda del CESFAM, desde donde también recibimos aportes para celebrar el día del niño. Nos regalaron 350 sets que incluían un cepillo de dientes, pasta y una mascarilla para los niños.

También nos aportan con tiempo y conocimiento. Una de nuestras voluntarias se ofreció para ayudar y sin pedir nada a cambio, ingresando los datos de 500 vecinos para que pudieran completar su Registro Social de Hogares y así obtener beneficios del Gobierno. 

La Iglesia soy yo y tengo que saber representarla. He llorado, me he reído. Lo he pasado bien y lo he pasado mal. La motivación siempre la he tenido. Siempre he trabajado socialmente y hoy lo más importante para mí es sumar a más gente y seguir ayudando porque no tenemos certeza de que va a pasar.