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Lunes 24 de agosto de 2020

Yesenia Pino: “No podemos estar ajenos a lo que está pasando"

Durante todo el mes de agosto y en el marco del Mes de la Solidaridad, la Iglesia de Santiago quiere compartir una serie de perfiles de personas que han generado diversas iniciativas comunitarias como una expresiones de solidaridad permanente.

Por: Bárbara Guerrero C.

Periodista: Bárbara Guerrero C.

Fuente: Comunicaciones Arzobispado

En la parroquia Santo Tomás Apóstol siempre estamos ayudando a la comunidad, pero en este tiempo la necesidad se deja sentir en las calles. Los primeros meses apoyamos casi a 300 familias con cajas de mercadería una vez al mes. Hoy gracias a Dios, ese número bajó un poquito y ahora llegamos a casi 200 personas. Los aportes los conseguimos con los mismos vecinos, con apoyo de nuestro párroco, el padre Rodrigo Quintanilla y con la ayuda de la Vicaría de Pastoral Social. Trabajamos tres veces a la semana, entregando las cajas en la parroquia o llevándolas a domicilio. Yo trabajo como independiente, así que distribuyo mi tiempo para ayudar lo que más pueda. 

Mi nombre es Yesenia Pino Núñez, tengo 45 años y soy coordinadora aquí en la parroquia Santo Tomás Apóstol de La Pintana. Creo que no podemos estar ajenos a lo que está pasando, sería inconsecuente para nosotros como cristianos que debemos ayudar desde la misericordia. En este tiempo impacta sobre todo los abuelitos que están solos y las familias que se han agrandado y terminan hacinadas en las casas, porque los hijos vuelven a vivir con los papás. Ya no son familias de cuatro personas, sino que, de ocho, incluso de hasta diez personas en la misma casa. Eso también se ve en las familias de migrantes. 

La Pintana es una comuna de escasos recursos y es poca o nada la ayuda que ha llegado. Las familias se las tienen que arreglar con lo poco que tienen y por eso nuestro apoyo es necesario. También estamos conscientes que no todo es lo material, que también está la necesidad de entregar afecto, de escuchar a las personas, poner atención a lo que les está pasando o a lo que están sintiendo. 

Yo tengo un hijo con discapacidad intelectual, eso me hace más sensible y por eso he sentido que hay que ayudar mucho a las personas. Él fue quien me acercó a la parroquia. Llegué hace cinco años acompañándolo, porque Yerko es acólito. Al principio yo solo venía y me sentaba a mirarlo durante la misa; me pone muy contenta y orgullosa la labor que realiza. Un día le tocó estar solo durante el servicio y tenía que mover las campanas. Yo estaba muy nerviosa, porque a él le resulta más difícil. En ese momento, le pedí a Dios que lo ayudará para que le saliera bien y a cambio, le prometí que me involucraría en el trabajo parroquial. Cerré los ojos y escuché las campanas más lindas que han sonado en la Iglesia. Mi hijo lo logró y a partir de ese momento tomé la iniciativa de unirme a la pastoral social. 

A veces me siento cansada, pero saco ganas del cariño que siento por Dios y pienso también que la vida da tantas vueltas, que uno no sabe cuándo puede necesitar una mano, por eso lo hago con cariño y el equipo igual. Nos preocupamos de armar las cajas según las necesidades de las familias. Les sumamos pañales, que son muy necesarios sobre todo para las personas en situación de discapacidad y adultos mayores, porque ellos viven con pensiones bajitas que sólo les alcanzan para pagar los servicios básicos.

Mi expresión de solidaridad es acompañar a los hermanos que sufren, porque como dije, aparte de la falta de alimentos hay mucha falta de cariño. Ahora por el Mes de la Solidaridad vamos a hacer delivery para los adultos mayores. Este domingo Les vamos a llevar un pancito, café, juguito y un globo, para que sepan que hay esperanza y que no están solos. 

Todos los días, al comenzar mi jornada hablo con el Señor y le digo: “Ya señor aquí estoy lista para ir en ayuda y hacerlo con todo el corazón” porque a mí me encanta ayudar.