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Domingo 11 de octubre de 2020

"La familia es el misterio de la presencia de Dios que salva"

El Arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós, enfatizó que el matrimonio cristiano nos invita a "compartir las alegrías y las penas, la salud y la enfermedad" durante la misa dominical transmitida por Emol TV en el contexto del "Mes de la Familia". La liturgia fue concelebrada por el Obispo Auxiliar Alberto Lorenzelli.

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

Celestino Aós se refirió en la homilía al texto del Evangelio de este pasado domingo, que narra la parábola de los invitados a la boda que por diversas razones rechazan la invitación, en tanto uno que asistió fue echado por no estar vestido con el traje de bodas.  Celestino Aós pregunta si somos nosotros de aquellos invitados que no quieren, que rechazan participar, y agrega que  “la misa exige abrir el corazón, ser coherente: aceptar y acoger a los demás”. 

Más adelante expresa: “Cuando Dios nos llama a la existencia nos llama para la vida, es decir para el desarrollo y para el crecimiento y la alegría, para que demos frutos abundantes”. Y enseguida señala que “el matrimonio y la familia son momentos privilegiados”, invitaciones personales de Dios, decisiones del amor “que sólo con la gracia de Dios podremos realizar”. En sus palabras el pastor, además, enfatiza que el matrimonio cristiano es compartir las alegrías y las penas, la salud y la enfermedad, “lo que no está sujeto a un referéndum o a un porcentaje o moda”; asegura que este amor pasa también “por momentos de crispación, de crisis, de desconcierto y problemas; y quizás de egoísmo, y aun de infidelidades”. Este Mes de la Familia, indica, “debe llevarnos a reafirmar nuestro ser más profundo: soy familia, quiero ser familia”.

"Que nadie les construya su familia"

La reflexión continuó con la afirmación de que la familia es una Iglesia doméstica, que nace del sacramento del matrimonio: “Uno de los problemas más graves de nuestra familia chilena hoy es el ‘no tener el traje de la fiesta’. ¿Por qué nuestras familias cristianas no son más alegres? ¿Por qué hay tanta indiferencia y tanto desánimo para dejar la respuesta a la invitación a medias quedándose en una simple convivencia?”. Y añade que “hay ataques directos a la familia”, como que es del pasado, que oprime, etc. A cambio, pregunta, ¿nos quieren ofrecer un compromiso, una colaboración, un amor mejor?”. Se trata, precisa, de ofertas de una felicidad pasajera, desechable. “Por eso nosotros defendemos la familia”. Y el mejor modo de defenderla es vivir, llenarla de contenido. “Su familia la construyen ustedes, nadie puede construirles su familia; pero tengan cuidado para ver quienes les ayudan y quienes les entorpecen en la tarea”, advierte el Arzobispo de Santiago. 

Hacia el final de esta homilía, Aós sostiene que la familia cristiana no se reduce a una mera convivencia, con  normas de urbanidad, donde se pasa más o menos agradable. Más que eso, la familia “es el misterio de la presencia de Dios que salva. A usted Dios le va salvando en la Iglesia, le va salvando en su familia, por eso la llamamos Iglesia doméstica”. Para terminar, el pastor llama a repensar la realidad de nuestra familia, “cómo el Estado y las leyes deben respetar y proteger nuestra familia cristiana sin confundirla con otras realidades”.

En el momento de la Oración Universal, monseñor Lorenzelli pidió por la Iglesia, “para que nuestros líderes no se desalienten con las pruebas y sufrimiento de la renovación”; por nuestro país, “para que sin miedo sigamos dando testimonio del Evangelio, trabajando por la justicia y por la dignidad del hombre”, y por los enfermos y todos los que sufren, “los pobres y los oprimidos, para que no se desalienten y nosotros sepamos darles esperanza y amor”.