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Jueves 3 de diciembre de 2020

La creación de un nuevo purpurado para la Iglesia Católica

Fue durante la misa dominical del pasado 25 de octubre, cuando el Papa Francisco comunicó al mundo la creación de trece nuevos cardenales para la Iglesia Católica, entre ellos el arzobispo de Santiago, Celestino Aós. “Oremos por los nuevos cardenales para que, confirmando su adoración a Cristo, me ayuden en mi ministerio de obispo de Roma para el bien de todo el pueblo”, dijo el Papa tras el rezo del Ángelus en aquella ocasión. A su vez Celestino Aós, recibió con sorpresa y alegría el nombramiento y en un mensaje, pidió a los fieles su oración para ayudarlo a asumir esta nueva responsabilidad.

Periodista: Bárbara Guerrero

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

Días después, el 10 de noviembre, el arzobispo viajó a Roma. En su arribo a la ciudad del Vaticano, y pese a no presentar síntomas, permaneció diez días realizando una cuarentena preventiva en la Casa Santa Marta, residencia del Papa. En la ocasión envió un mensaje a los fieles a no dejarse invadir y paralizar por el miedo. “Que hay miedo, mucho miedo. Y esto puede ser bueno, si nos lleva a ser responsables, a preocuparnos de nuestra salud y de la de los demás. Sería malo si nos lleva a una hipocondría excesiva, si nos atemoriza y paraliza, haciendo que seamos suspicaces del otro”, expresó.   El 28 de noviembre, el Papa Francisco presidió su séptimo Consistorio Ordinario Público, dedicando la homilía al Evangelio de San Marcos, relato evangélico que con frecuencia ha estado presente en los consistorios para la creación de nuevos cardenales, como una ‘hoja de ruta’ para seguir el camino con Jesús. “Él es la fuerza y el sentido de nuestra vida y de nuestro ministerio. Por tanto, queridos hermanos, hoy nos toca a nosotros confrontarnos con esta Palabra”, señaló el Sumo Pontífice.

El rito prosiguió con la Profesión de Fe y Juramento de Obediencia al Papa Francisco de los nuevos purpurados ante el Pueblo de Dios, como también su juramento de fe y obediencia al Papa Francisco y a sus sucesores. Los nuevos cardenales, según el orden de creación, se arrodillaron ante el Pontífice que les impuso el solideo y el birrete cardenalicio, les entregó el anillo y la Bula de la creación, como también el documento de asignación del Título de una Iglesia de Roma, como símbolo de participación al trabajo pastoral del Papa. Con esto, Celestino Aós se convirtió en uno de los tres capuchinos creados cardenales bajo el Pontificado de Francisco, uno de los 232 purpurados que integran el Colegio Cardenalicio y uno de los 128 con derecho a voto. “La función de un cardenal es ser consejero del Papa, especialmente en los asuntos que le encomiende; si se diese la ocasión de elegir a un Papa, son los cardenales que tienen menos de 80 años los que eligen y luego tiene otra responsabilidad, otros servicios (...) han cambiado las circunstancias y lo que sí le puedo decir es que tenemos que ser lúcidos en nuestros juicios”, manifestó Aós.

Primera misa con el Papa

El domingo 29 de noviembre, primer domingo de Adviento, el Papa Francisco concelebró la eucaristía con sus nuevos cardenales en una solemne liturgia, que contó con la participación de cien fieles. En la ocasión y durante su homilía, el Santo Padre se refirió a las dos palabras clave para el tiempo de Adviento: cercanía y vigilancia. El Santo Padre hizo un llamado a ponerse en guardia contra la mediocridad. “Sin impulsos de amor a Dios, sin esperar su novedad, nos volvemos mediocres, tibios, mundanos. Y esto carcome la fe, porque la fe es lo opuesto a la mediocridad: es el ardiente deseo de Dios, es la valentía, perseverancia para convertirse, es valor para amar, es salir siempre adelante. (...) La fe no es agua que apaga, sino fuego que arde”, recalcó.

Y en presencia de doce nuevos purpurados, el Papa concluyó su mensaje extendiendo una invitación a rezar y amar, y concluyó diciendo que cuando la Iglesia adora a Dios y sirve al prójimo, no vive en la noche, y que, aunque esté cansada y abatida, camina hacia el Señor. “Invoquémoslo: Ven, Señor Jesús, te necesitamos. Acércate a nosotros. Tú eres la luz: despiértanos del sueño de la mediocridad, despiértanos de la oscuridad de la indiferencia. Ven, Señor Jesús, haz que nuestros corazones distraídos estén vigilantes: haznos sentir el deseo de rezar y la necesidad de amar”.