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Miércoles 17 de febrero de 2021

Opinión: Los desafíos del proyecto de ley de eutanasia

Para reflexionar acerca de diversas temáticas de la contingencia nacional, con un enfoque cristiano, invitamos a diferentes expositores de la política, la academia, el mundo social y pastoral a compartir su visión.

Por: Luca Varela, Director del Centro de Bioética UC

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/febrero2021/pdf/encuentro.pdf

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”. Estas palabras de san Pablo resuenan en nuestras mentes en estos días de muchos dolores y fallecimientos debidos al covid-19 y de debates parlamentarios sobre eutanasia y aborto libre. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? En todas partes, parece. No solo asistimos a muertes de amigos y queridos –que son siempre muertes trágicas, porque la muerte siempre es trágica y siempre llega demasiado temprano– sino que estamos expuestos a una “cultura de la muerte”, tal como la llamaba san Juan Pablo II.

El proyecto de ley de “muerte digna y cuidados paliativos”, aprobada en la Cámara de Diputados el pasado diciembre y ahora en discusión en la comisión de Salud de la misma, incentiva esta cultura, ofreciendo la “prestación de ayuda para morir”. El proyecto –que con un eufemismo se llama “de muerte digna”– es, en efecto, un proyecto de eutanasia, es decir, un proyecto que despenaliza el acto de provocar directamente la muerte a un paciente en estado terminal o en una condición de sufrimiento incurable, con su consentimiento. Es más: no garantiza ni siquiera cuidados paliativos universales, es decir, aquellos cuidados que mejoran la calidad de vida de pacientes que enfrentan enfermedades incurables, a través de la prevención y alivio del sufrimiento. Dicho alivio se logra de una forma integral, mediante la identificación, evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicosociales y espirituales. En este sentido, es interesante que en el documento “Samaritanus Bonus”, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, publicado en el 2020, se sostienen fuertemente los cuidados paliativos como una forma humanizadora de hacerse cargo del prójimo en su integralidad.

Nos encontramos, así, con un proyecto (que ya fue aprobado en sus ideas matrices) que garantiza la muerte y no asegura cuidados paliativos universales y gratuitos. Nos encontramos, en pocas palabras, con un proyecto que descarta a todos los que tengan dolores insoportables, ofreciéndoles como única alternativa una salida barata y rápida: la muerte. La pregunta es, entonces, si queremos una sociedad que descarta a los más necesitados, dejándolos sin cuidados y, al mismo tiempo, sin autonomía y dignidad, y ofreciéndoles la muerte como única alternativa. Una sociedad verdaderamente solidaria no haría esto. Es nuestro deber, como católicos y ciudadanos, levantar nuestra voz en defensa de las personas más vulnerables, que necesitan nuestro cuidado y acogida. Así el proceso de morir se podrá vivir de forma digna, y no tendremos que descartar a nadie.

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