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Miércoles 17 de febrero de 2021

Editorial: Es tiempo de sembrar

Por: Cardenal Celestino Aós, OFMCap Arzobispo de Santiago

Fotos: Nibaldo Pérez

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/noviembre2020/8.php

“Si no siembran, no cosechan”, bien lo saben nuestros agricultores; y a la siembra sigue el riego y el abono, el cuidado. Hemos vivido el plebiscito y debemos felicitarnos porque nos comportamos con respeto. Nos encontramos ante las urnas y con todos los que no pudieron o decidieron no venir: todos ciudadanos, todos chilenos, todos hermanos. Nuestra sociedad gana cuando cada persona, cada grupo social, se siente verdaderamente en casa. Nos enriquecemos con nuestro aporte y valores y con nuestro compromiso. Los cristianos no somos espectadores y críticos de lo que sucede, somos protagonistas de la vida, llamados a vivir y a generar vida. Estuvimos en el plebiscito, ahora debemos estar en las tareas que vengan. Las grandes transformaciones no son fabricadas en escritorios o despachos. Y tampoco las manifestaciones públicas violentas, de un lado o de otro, ayudan a encontrar caminos de salida.

Queremos aprender y ejercitarnos en el diálogo, no como un fi n, sino que como instrumento o modo de avanzar hacia la verdad. Queremos que en nosotros haya apertura en todos nuestros compatriotas. No nos resignemos a vivir encerrados en un fragmento de la realidad. Lo que se necesita es que haya diversos cauces de expresión y de participación social. La educación está al servicio de ese camino para que cada ser humano pueda ser artífice de su destino. Aquí muestra su valor el principio de subsidiariedad, inseparable del principio de solidaridad. Pensemos y busquemos lo que beneficia a todos, aunque nos exija ciertas renuncias. No podemos creer ingenuamente que ya hemos superado todos los problemas de la pandemia y de la vida social, ni podemos acostumbrarnos a ellos. Tampoco podemos exigir que se resuelva todo de golpe y mirando sólo “mis” intereses o problemas. Es tiempo de siembra: acción y esperanza. Algunos van a hablar más con palabras, otros están hablando con su acción solidaria y social de socorro y alimentos, de trabajo bien realizado allí donde están. Las normas nos ayudan a un trabajo eficaz y a una convivencia digna y ordenada; y malo sería desnudarnos de normas soñando que mañana vienen otras.

Tiempo hermoso el de la siembra; si queremos que sea fecundo tenemos que seguir vigilantes y actuantes. Y tenemos que rezar, imitando a la Virgen María a quien vamos a honrar en su mes. Amar a Dios y al prójimo: adorar a Dios es precisamente el núcleo de la oración. Y el amor por el prójimo, que se llama también caridad fraterna, está hecho de cercanía, de escucha, de compartir, de cuidado del otro. Y muchas veces nosotros descuidamos el escuchar al otro porque es aburrido o porque me quita tiempo, o de llevarlo, acompañarlo en sus dolores, en sus pruebas, pero siempre encontramos tiempo para chismorrear. ¡Estad atentos! Escribe el apóstol Juan: «Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve». Así se ve la unidad de estos dos mandamientos.

“Nosotros somos colaboradores de Dios, y ustedes son el campo de Dios”; campo, colaboradores, pero la palabra principal es Dios. En Jesucristo encuentra sentido la Iglesia, la vida y la historia. El Papa Francisco ha querido llamarme a una colaboración más estrecha. Agradezco las expresiones de cercanía, amistad y de espíritu de fe que me han manifestado por este nombramiento de cardenal; y les pido que recen por mí: que pueda seguir siendo colaborador de Dios y sembrador de Paz y Bien, que pueda amar y servir a cada uno de ustedes, campo santo del Señor.  

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