Click acá para ir directamente al contenido
Artículo

Jueves 4 de marzo de 2021

¿Por qué sigo siendo sacerdote?

Del encuentro con Jesús a la vida sacerdotal Lo decía el Santo Cura de Ars: “El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús”. La vocación sacerdotal es una responsabilidad que demanda un servicio infatigable y generoso. Pese a las dificultades y pruebas que se presentan, los sacerdotes renuevan su carisma agradeciendo el llamado que un día los llevó a elegir la vida santa, entregándose a Dios como instrumentos de su paz. En esta edición de Periódico Encuentro quisimos conocer su experiencia y para ello consultamos a ocho sacerdotes quienes compartieron su testimonio de fe respondiendo a la pregunta ¿por qué sigo siendo sacerdote?

Periodista: Bárbara Guerrero

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

Padre Raúl Bascuñán Cummings (38), Dos años de ministerio sacerdotal, Parroquia Jesús Carpintero, Renca: Dios me sigue llamando a amar y ser amado como sacerdote. Esta vocación es un regalo que todos los días se recibe y trato de acoger porque es Él quien sostiene la vida. Porque experimento día a día una pasión por anunciar el amor de Jesús que nos amó primero, el amor de Jesús que nos hace hijos en el Hijo. Deseo que todos nos podamos encontrar con el Padre y que ese vínculo nos cambie el corazón, porque me gustaría que en el Reino de Dios se siga instaurando esa libertad de amor aquí en la tierra. Porque estoy convencido que estoy llamado a ser un instrumento de Dios para transformar el mundo, porque Dios nos quiere más felices, quiere más justicia, quiere más diálogo, nos quiere más hermanos. Porque amo a mi madre Iglesia, que con su predicación, sacramentos y acción trae al mundo la Buena Noticia de Jesús. Porque veo que el mundo necesita la cultura del perdón y en eso nuestra Iglesia ayuda y puede seguir ayudando. Jesús vino a perdonar y nos dejó su perdón en la reconciliación. Sigo siendo sacerdote, en el fondo, porque es Dios quien me invita y me permite decir sí a ese regalo desde mi fragilidad.

Padre Jonattan Luis Muñoz Cornejo (33) Tres años de ministerio sacerdotal. Estudiante de Licenciatura en Roma: He corroborado que el Señor en medio de esta crisis me sigue llamando a consagrar mi vida a Él por medio del servicio a mis hermanos. Esto parece evidente y un poco   vago, pero lo experimento realmente como un signo fuerte de la presencia de Dios que, desde mi fragilidad, me hace renovar mi sí cada día. Desde la conciencia de saber que soy parte del Pueblo de Dios, me siento sostenido en Él y con mucha esperanza. Estamos en crisis -de eso no cabe duda-, pero pienso que enfrentarla solo, sin los demás, sin la comunidad, sin saberse hermano, sería aún más difícil. Ser Pueblo de Dios me da esperanza de saber que, a pesar de las dificultades, hay creyentes que siguen reconociendo en la Iglesia una casa común, y que desean sacarla adelante. Quizás la Iglesia no está en crisis, sino más bien lo que está en crisis es un modo de ser Iglesia que hoy el Señor nos está llamando a renovar por medio de la conversión personal y comunitaria.

Padre Carlos Manuel Alarcón Barriga (45) Cinco años de ministerio sacerdotal. Parroquia Los Doce Apóstoles, La Granja: Sigo siendo sacerdote porque Dios me ama en primer lugar y porque también descubro en la comunidad la presencia de Dios. A pesar de la crisis social y eclesial, la eucaristía y la oración me han sostenido. Sigo siendo sacerdote porque siento la presencia de Dios en mi vida diaria, porque mi familia ha sido un apoyo constante y por los buenos amigos de la comunidad parroquial, que me sostienen, me acompañan, me ayudan y me corrigen cuando me equivoco. Pienso que hoy, en medio de la pandemia, ser sacerdote ha sido fundamental para apoyar a las comunidades, buscando distintas maneras de llevar la Eucaristía para consolar el dolor de los feligreses que han perdido algún ser querido. Uno sigue siendo sacerdote porque hoy más que nunca se necesita de nuestra presencia en las comunidades y en las poblaciones. Sigo siendo sacerdote porque siento su amor por mí y yo sigo escuchando su llamado que me dice “Toma tu cruz y sígueme”.

Padre Mauricio Labarca Valladares (40) Diez años de ministerio sacerdotal. Parroquia Cristo Evangelizador y Solidario, Cerro Navia: Dios es fiel con su amor y en sus elecciones. Cuando me llama a la vida, a conocerlo, amarlo y seguirlo, no se equivoca. En el discipulado del Señor, y en el ejercicio del ministerio en estos años, he ido tomando conciencia de mis deficiencias e inconsistencias (tanto humanas como ministeriales) y eso duele y parte el alma, pues también podrían ser ocasión de dolor para quienes me rodean, sin embargo, ellas son oportunidad de conversión y ocasión de experimentar en carne propia la misericordia de Dios. Sigo siendo sacerdote porque quiero seguir siendo discípulo del Señor, amando y sirviendo a su pueblo –mi pueblo- como su ministro. Aun cuando mis heridas y pecados sean grandes, estos ni se comparan con la fidelidad del amor y amistad de Jesús por sus amigos, y por mí, que me sigue insistiendo “toma tu camilla y anda”. No solo mis fortalezas y preparación profesional son herramientas para el anuncio del Reino; también lo son mis fragilidades e inconsistencias, que, siendo amadas y tocadas por el Señor, se convierten en ocasión de gracia para mí y para quienes sirvo. El valor profético que tiene el ministerio sacerdotal y de la vida consagrada en estos tiempos líquidos es importantísimo, es un regalo para el mundo entero.

Padre Vicente Morales Briones (83) Sesenta y ocho años de ministerio sacerdotal. Unidad Pastoral San Pedro Pescador, Decanato José María Caro: Quiero ser fiel hasta el final al llamado que me hizo el Señor a estar con Él, anunciando la Buena Noticia que Jesús trajo de parte de Dios. Este llamado del Señor en tantos años de ministerio ha ido evolucionando y haciéndose cada vez más personal. Me estrené en Malagón (Ciudad Real) como Vicario. Luego, mi obispo me dijo que fuera a Colombia donde estaban mis compañeros. Allí estuve cuatro años hasta la muerte de mi padre, tras la cual regresé a España para cuidar a mi madre. Me incardiné en Madrid y al morir mi madre me vine a Chile invitado por un compañero. Hoy soy el delegado nacional de los sacerdotes españoles que estamos en Chile, enviados por la OCSHA (Obra de Cooperación Sacerdotal Hispano Americana) y estoy en una parroquia del borde de Santiago, hasta que Dios quiera.

Padre Pablo Arteaga Echeverría (44) Diez años de ministerio sacerdotal. Parroquia María Madre de la Iglesia, La Florida: Soy sacerdote porque Jesús me llamó un día y me invitó a seguirlo “en exclusiva”, muy de cerca y sin condiciones. Me invitó a unirme a Él en una vida maravillosa: participar de su sacerdocio para servir a su pueblo con todo mi corazón. Soy sacerdote porque mi vida adquiere sentido en Cristo-sacerdote, que por amor a cada ser humano se ofreció en la cruz. Es su ofrenda, su intercesión, su sacrificio lo que vivo en cada misa. Desde que Dios me llamó todo es nuevo para mí: mis momentos de oración, mis cansancios y aburrimientos, mis luchas y dificultades, mis alegrías y también mis fracasos ¡todo está marcado por la presencia de Dios! Soy sacerdote porque Dios sigue invitándome a estar a su lado, a través de los que sirvo en el confesionario, de los que uno en su lecho de enfermedad, de los que bendigo, de los que me animan y de los que me invitan a mejorar. Soy sacerdote porque María cuida de mi vocación y ella sabe lo que significa responder con un “Sí” total y definitivo al Padre, unirse a Cristo y dejarse hacer por el Espíritu Santo. Ella es mi Madre, yo soy su hijo y mi vida como sacerdote la consagro cada día a sus manos maternales.

Padre Osvaldo Fernández de Castro Peñafiel (46) Dieciocho años de ministerio sacerdotal. Parroquia Santa Teresa de los Andes, Lo Barnechea: Es una pregunta que me hago Desde que fui ordenado sacerdote.  Todo mi ministerio me ha tocado desarrollarlo en un período de crisis eclesial, con momentos muy duros y complejos, y esto comprendido también en el importante cambio cultural que estamos viviendo, con las crisis institucionales y también el fuerte conflicto social. La respuesta siempre ha sido la misma: soy sacerdote porque es la opción que he tomado para seguir a Cristo; siento que es la forma de poner mi vida, mi talento y mi tiempo al servicio de Cristo y de los demás. Creo que es la forma de sumarme al proyecto que Dios tiene sobre nosotros, es lo que más me gusta y mejor hago, y también porque precisamente por las dificultades que vivimos hoy es el momento preciso para ser sacerdote. Hay mucho por cambiar, hay mucho por entregarse a los demás, hay mucho Evangelio por anunciar y vivir. No basta con opinar de palabra frente a la crisis, el sacerdocio es una forma de involucrarse y ayudar desde adentro al cambio tan necesario.

Padre Rafael Hernández Berrios (76) Cuarenta y cinco años de ministerio sacerdotal. Parroquia Santa Clara, La Cisterna: Sigo siendo sacerdote porque en el comienzo de mi vida experimenté un llamado: la vocación de seguir a Jesús en su Iglesia para dar testimonio del amor de Dios por todos. Me parece que ayudar a otros a creer “es el mejor regalo que se puede hacer a una persona” (Benedicto XVI), porque la fe articula la vida, da sentido a lo que somos, llena el vacío interior. Todo mi ministerio lo he desarrollado en sectores con carencias y necesidades donde he procurado contribuir a la construcción del Reino -de un mundo más justo- despertando la solidaridad y la fraternidad. Mi ministerio ha sido fuente de alegría y de sentido para mí, por eso guardo una inmensa gratitud con Dios y con la Iglesia de la que soy parte. En ella me formé, en ella he caminado y a pesar de las fragilidades, errores y pecados, me parece que sigue siendo un camino de crecimiento humano válido. Me siento llamado a contribuir a su renovación, a buscar juntos una mayor fidelidad a Jesús y su propuesta de vida. Tengo plena conciencia de haber recibido un don inmerecido por pura bondad de Dios. Es cierto, no siempre ha sido fácil vivir el ministerio, pero siento que el Señor siempre me ha asistido. Cuando Jesús pregunta a los discípulos si también quieren dejarlo, me interpretan las palabras del apóstol Pedro: “Señor a quién iremos, sólo tú tienes palabras de vida eterna”.