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Jueves 25 de marzo de 2021

Laica consagrada hizo profesión perpetua ante el Arzobispo de Santiago

Elisabeth Ketteler, alemana, de la Sociedad de Vida Apostólica “Fraternidad Mariana de la Reconciliación”, expresó en forma solemne su compromiso de por vida de una plena disponibilidad para la misión de Cristo y la Iglesia y de ser signo de salvación para la humanidad.

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

Este rito se desarrolló en el contexto de la eucaristía que presidió el cardenal Celetino Aós en el exterior de la capilla Santa Rosa, de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, Las Condes, el pasado 24 de marzo. La liturgia contó con la asistencia de las hermanas de esta comunidad religiosa y de los padres de Elisabeth, conforme el aforo dispuesto para estas celebraciones.

La laica consagrada -que participó en la misa vestida de novia, como es tradicional en este rito, para significar su unión esponsal con Jesucristo- es alemana y la fraternidad a la que pertenece está en Chile desde 2013.

En la homilía, el arzobispo expresó que “vivimos en una  sociedad del disfrute y del placer, de la  realización personal, de la juventud y la belleza, del dinero”, y que en este contexto, ver la entrega de una religiosa de por vida “hace preguntarse ¿vale la pena seguir hoy a Jesucristo y de esta manera? ¿Y para siempre, por todos los días de mi vida?”. Y aseguró que esto no es producto de la emotividad, sino del Espíritu Santo.

En referencia a los textos bíblicos de la misa, que hablan de uno que no era signo de Dios, afirmó que “Jesucristo es el gran signo, y cada cristiano es un signo que Dios da a la humanidad y a la Iglesia”. Lo mismo sucede con Elisabeth, dijo, “a quien Dios la hace signo para la comunidad, para la Iglesia, para la humanidad entera”. Agregó que se es signo cristiano en la medida que se tenga a Jesucristo como centro y referencia, que muestre “que hay un Dios que nos ama, que nosotros amamos a la gente”.

Destacó que la profesión perpetua manifiesta nuestro deseo y compromiso de “amor total, o sea, todos los días, para siempre, y pase lo que pase (... ) Jesús en la cruz nos recuerda que también el sufrimiento, la inutilidad, el fracaso y la muerte son instancias de salvación. La voluntad de Dios es vida y amor”.

Terminada la homilía, se desarrolló el rito de profesión perpetua de Elisabeth Ketteler, en la que el pastor le entregó la alianza o anillo esponsal como signo de su compromiso definitivo de unirse a la misión de Cristo y de su Iglesia, y la joven hizo su promesa de plena disponibilidad para el servicio apostólico en la Fraternidad Mariana de la Reconciliación: “Me comprometo ante Dios y la comunidad y me obligo a guardar por todos los días de mi vida la obediencia y el celibato por el Reino”.


Intimidad con Dios para servir a los demás


Acerca de esta profesión, Elisabeth confesó que “dar este paso significa para mí decir un sí permanente para Dios, que es una respuesta a esta historia de amor con la que Él me ha cuidado y llamado desde siempre”. Agregó que “en este tiempo de pandemia uno ve mucho más la renuncia, pero para mí también es una muestra de la fidelidad de Dios, que, a pesar de las circunstancias adversas, de las dificultades y dolores, está y quiere que yo le diga ‘sí’. Es una ocasión de entrar en esta intimidad a la que estoy llamada en la vida consagrada, abrazando esta vocación y confiando que es para el bien de la Iglesia”.

La nueva consagrada por toda la vida, llegó primero a la fraternidad en Perú, como voluntaria, donde conoció esta comunidad e inició un camino vocacional. “Dios me ha preparado poco a poco para este camino. Tras años de formación, mi comunidad me envió a Chile para terminar aquí mis estudios de Teología en la Universidad Católica, ya hace tres años”, cuenta.  Elisabeth trabajará en la Academia de Líderes Católicos, en la formación de jóvenes y adultos para el servicio del bien común de la sociedad, para ser una Iglesia en salida. “Estoy muy feliz de estar aquí. Tengo una experiencia de mucha presencia de Dios en esta misión en Chile, con una Iglesia tan herida, y deseo mucho contribuir a la sanación y reconciliación de la Iglesia local”.