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Artículo

Jueves 1 de abril de 2021

Cardenal Aós a los sacerdotes de Santiago: renunciar a sí mismos, enseñar la doctrina, amar y orar

Así lo expresó en la homilía de la Misa Crismal de este Jueves Santo, en la cual los presbíteros de la arquidiócesis renovaron de forma online sus promesas sacerdotales. El arzobispo bendijo los óleos que se usarán en todas las parroquias en la entrega de los sacramentos durante este año.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: José Francisco Conteras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

La misa estuvo concelebrada por el Obispo Auxiliar Alberto Lorenzelli y el padre Carlos Godoy, vicario para la pastoral, y fue seguida en vivo en las redes sociales por más de 600 personas.

En la homilía el cardenal Aós se refirió al proclamado texto del profeta Isaías que dice: “El espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido el Señor” (Is 61,1). Al respecto, comentó: “Qué bueno que ustedes se proclamen a sí mismos este texto, que lo lean, que lo mediten, especialmente en este Jueves Santo: el Señor está sobre mí, a pesar de mis limitaciones, a pesar de mis pecados, a pesar de mis incertidumbres y miedos; porque el Señor me ha ungido”. Y aseguró que la unción recibida en el bautismo y en la ordenación sacerdotal es para siempre. “Es bendición que agrupa, que hermana, que coloca en posición de servicio: sacerdote para servir”, agregó.

Luego proclamó que “Jesucristo es el primer y gran servidor; su vida fue un servicio; su muerte fue un servicio redentor para nosotros. Jesucristo es el primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los Reyes de la Tierra. Él nos amó y nos purificó de nuestros pecados por medio de su sangre”. Enfatizó el pastor que estas gracias recibidas de Dios no son “para andar peleando parcelas de terreno o de poder, sino para dar lo mejor de sí, para buscar la justicia, para construir hermandad”.


"¿Hay pobres en su parroquia?"

En otra parte de su homilía el cardenal Aós hizo algunas preguntas: ¿Hay pobres en su parroquia? ¿Hay corazones heridos? ¿Hay esclavos de las drogas, la violencia, el sexo? Y respondió con el texto de Isaías: “Me ha enviado a llevar la buena noticia a los pobres”. Noticia ante la cual desde el amor se puede preguntar ¿qué puedo hacer? ¿Qué puede y qué debe hacer usted? En este ámbito, resaltó que esta tarea es de todos los bautizados y que los sacerdotes son “colaboradores de nuestros hermanos laicos en el quehacer político, no podemos pretender hacer lo que a ellos les corresponde, ni podemos pretender que tengan que hacer lo que nosotros opinamos cuando no se afectan valores fundamentales”.

El Arzobispo de Santiago también reconoció que “tenemos problemas y pecados en la Iglesia, y seguro que usted tiene preparada una lista que recordarme: la injusticia, el clericalismo, la violencia, los abusos sexuales o de poder, la infidelidad en el matrimonio, el divorcio y los atentados contra la vida en el aborto, porque la Iglesia somos todos los bautizados. Y a todos nos enfrentaría hoy Jesús: ‘El que esté sin pecado que lance la primera piedra’?. Por eso necesitamos la conversión pastoral”.

Les recordó, además, las promesas sacerdotales y los animó a “renunciar a ustedes mismos, a enseñar la doctrina, la fe y los dogmas de la Iglesia, a tener amor por la almas”.


La ternura, el mejor modelo de enfrentar nuestra fragilidad

El cardenal Aós expresó más adelante: “¡Cómo no voy a reconocerles a ellos públicamente y pedirle a Dios que les bendiga a aquellos sacerdotes que en estos tiempos de pandemia han caminado por esta senda de servicio y humildad! ¡Cómo no vamos a rezar hoy con fervor poniendo nuestro corazón ante el Señor y mostrando humildemente nuestras heridas!”.

Al respecto, confesó con una referencia a los salmos: “Lo que es malo a tus ojos yo lo hice”. Y añadió: “Ahí están nuestros males, nuestros pecados: la suspicacia y la envidia de los demás, la murmuración y la difamación y la calumnia, la mundialización en nuestros juicios y visiones, la falta de solidaridad con los migrantes y pobres, el abandono o el abuso de las víctimas de abusos, exigiendo a otros pero sin ofrecer mi aporte en el problema, la violencia y descortesía en el trato”.  En esta tarea de conversión afirmó que “solos no podemos cambiar nuestros corazones, necesitamos la gracia de Jesucristo, los hermanos necesitan nuestros consejos y críticas leales, pero necesitan más nuestras oraciones. Lo repito: la ternura es el mejor modo para tocar lo que es frágil en nosotros”, concluyó el obispo.

La Misa Crismal se llama así porque en ella se bendice crisma, que es un aceite perfumado, que se usará en las parroquias y capillas en la administración de los sacramentos, que también se le llama óleo (aceite) según el caso. Durante la Eucaristía, antes del Padre Nuestro, el arzobispo bendijo primero el óleo de los enfermos, que se usará en el sacramento de la Unción de los Enfermos, tras lo cual hizo una oración por ellos. Y hacia el final de la misa bendijo el óleo de los catecúmenos, es decir, de los que se preparan para el bautismo, y del crisma, que se usará para ungir a los que se van a confirmar, ordenar sacerdotes o a consagrar obispos durante el año.

Los párrocos podrán retirar los óleos para sus comunidades en las correspondientes vicarías zonales de la arquidiócesis.