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Jueves 25 de noviembre de 2021

Amoris Laetitia: Llamados a una misión eclesial

En el marco del "Año de la Familia" impulsado por el Papa Francisco, la Vicaría para Laicos, Familia y Vida, desarrolló un nuevo conversatorio virtual sobre Amoris Laetitia. En esta ocasión, el teólogo Diego Miranda, reflexionó sobre Carta Apostólica del Santo Padre y de su implicancia en la realidad actual de la Iglesia.

Periodista: Enrique Astudillo Baeza

Fuente: Iglesia de Santiago

En el encuentro virtual, Diego Miranda, comenzó su exposición, precisando que probablemente el tema de la familia, “tal cual como lo aborda Amoris Laetitia, es uno de los temas más urgentes de profundizar, insisto desde el abordaje del documento del Papa Francisco”.

En sus palabras, el teólogo, manifestó que Amoris Laetitia es una sonrisa del Papa Francisco al mundo entero y a uno de los lugares decisivos del mundo que son las familias, transmitiendo esperanza. “La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia. A pesar de las numerosas señales de crisis del matrimonio, el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia”, citó.

A la luz de diversos pasajes de la Carta Apostólica, enfatizó en la fuerza de la dulzura hacia el otro. “En el horizonte del amor, central en la experiencia cristiana del matrimonio y de la familia, se destaca también otra virtud, algo ignorada en estos tiempos de relaciones frenéticas y superficiales: la ternura (…) La Biblia nos enseña que el hombre ha sido creado "a imagen de Dios", con capacidad para conocer y amar a su Creador, y que por Dios ha sido constituido señor de la entera creación visible para gobernarla y usarla glorificando a Dios”.

En esa línea, Miranda destacó la importancia de ser familias con ejemplos cristianos para el otro y discernir el cuerpo. “Con el testimonio, y también con la palabra, las familias hablan de Jesús a los demás, transmiten la fe, despiertan el deseo de Dios, y muestran la belleza del Evangelio y del estilo de vida que nos propone. Así, los matrimonios cristianos pintan el gris del espacio público llenándolo del color de la fraternidad, de la sensibilidad social, de la defensa de los frágiles, de la fe luminosa, de la esperanza activa. Su fecundidad se amplía y se traduce en miles de maneras de hacer presente el amor de Dios en la sociedad”.

Luego, relevó la importancia de la Eucaristía como integración en un único cuerpo eclesial. “Quien se acerca al Cuerpo y a la Sangre de Cristo no puede al mismo tiempo ofender este mismo Cuerpo provocando escandalosas divisiones y discriminaciones entre sus miembros. Se trata, pues, de «discernir» el Cuerpo del Señor, de reconocerlo con fe y caridad, tanto en los signos sacramentales como en la comunidad, de otro modo, se come y se bebe la propia condenación”, advirtiendo que, en aquel texto bíblico, es una seria advertencia para las familias que se encierran en su propia comodidad y se aíslan, “pero más particularmente para las familias que permanecen indiferentes ante el sufrimiento de las familias pobres y más necesitadas”.

En ese desglose de Amoris Laetitia, Diego Miranda, soslayó que el pequeño núcleo familiar no debe aislarse de la familia ampliada, donde se encuentran los padres, los tíos, los primos, e incluso los vecinos. “En esa familia grande puede haber algunos necesitados de ayuda, o al menos de compañía y de gestos de afecto, o puede haber grandes sufrimientos que necesitan un consuelo. El individualismo de estos tiempos, a veces lleva a encerrarse en un pequeño nido de seguridad y a sentir a los otros como un peligro molesto. Sin embargo, ese aislamiento no brinda más paz y felicidad, sino que cierra el corazón de la familia y la priva de la amplitud de la existencia”, puntualizó.

Siempre a la luz de los pasajes de Amoris Laetitia, insistió en el desafío de una Pastoral Matrimonial, tal como lo propone la Carta Apostólica.  Allí, señaló que sería de gran ayuda para “descubrir que el matrimonio no puede entenderse como algo acabado. La unión es real, es irrevocable, y ha sido confirmada y consagrada por el sacramento del matrimonio. Pero al unirse, los esposos se convierten en protagonistas, dueños de su historia y creadores de un proyecto que hay que llevar adelante juntos”.

Al cierre de su ponencia, Diego Miranda relevó que el Papa Francisco no desconoce las fragilidades del matrimonio y la necesidad de un acompañamiento permanente. “A los nuevos matrimonios hay que mostrarles esto con claridad realista desde el inicio, de manera que tomen conciencia de que «están comenzando». El sí que se dieron es el inicio de un itinerario, con un objetivo capaz de superar lo que planteen las circunstancias y los obstáculos que se interpongan. La bendición recibida es una gracia y un impulso para ese camino siempre abierto. Suele ayudar el que se sienten a dialogar para elaborar su proyecto concreto en sus objetivos, sus instrumentos, sus detalles”, cerró apoyándose en los capítulos de Amoris Laetitia.

Tras la exposición, dos preguntas acompañaron el final del conversatorio. ¿Qué desafíos se presentan hoy a la Pastoral Matrimonial? y ¿qué pistas para el acompañamiento a la preparación a novios nos entrega Amoris Laetitia?

Ilia Barraza, desde la Vicaría para Laicos, Familia y Vida, agradeció y valoró la presentación del teólogo Diego Miranda, y agregó que “los catequistas tenemos que saber expresarnos de esta forma cuando vamos a preparar a los novios. Para nosotros es importante que nuestros catequistas tengan conocimiento de estas herramientas para manifestarse frente a los novios. Vemos que es una necesidad poder organizarnos como catequistas y seguir con otros cursos tan importantes para nuestros novios”.

Jorge Olivero, desde Curicó, añadió sobre la presentación. “Fue un espacio extraordinario. A nosotros en nuestra comunidad, nos preocupa mucho la ausencia de los jóvenes y cómo la vida eucarística debiera llenarse de colores, preocuparnos por el otro y ocuparnos de los espacios del espacio público llenándolo de colores y cuáles son esos colores, el mensaje de Cristo”.