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Martes 8 de marzo de 2022

Opinión: Ecología Integral en la Convención Constitucional

Por: Pablo Vidal, especialista en sostenibilidad y vocero de Voces Católicas

Observando cifras en un periódico nacional sobre los miembros de la Convención Constitucional, descubro algunos datos sorprendentes. La edad promedio es 45 años, donde el menor tiene 20 y el mayor 81, hay 77 mujeres y 17 miembros de pueblos originarios. Casi dos tercios estudió en un establecimiento público o subvencionado; y las profesiones más representativas son abogados, profesores, ingenieros, periodistas y trabajadores sociales, junto a muchas otras disciplinas de las culturas, las ciencias o las humanidades. Nuestros “constituyentes” serán un grupo diverso y sus diferentes miradas serán pieza fundamental para la redacción de nuestra próxima Carta Magna.

Sin embargo, más interesante resulta ver cómo, a pesar de esa diversidad, existiría consenso en materias importante para nuestra sociedad y el cuidado de la creación, que podrían darle un tinte sostenible a dicha carta. Según esta fuente, el 73,3% de ellos espera incluir igualdad efectiva salarial entre hombres y mujeres; el 91,6% el acceso, protección y distribución del recurso hídrico como un derecho fundamental; el 69,2% creen que el Estado debe garantizar y proveer el acceso igualitario y universal a la vivienda digna acorde al tamaño de su núcleo familiar y en barrios de calidad donde se genere tejido social; y el 41,7% se debiese consagrar un modelo de matriz energética en que el Estado garantice el acceso igualitario a fuentes de energías renovables, por mencionar algunos temas relevantes desde esta óptica.

Lo cierto es que cuesta creer en las encuestas, pero si algo de razón tuvieran estos datos y se alcanzaran consensos económicos, sociales y ambientales, estamos frente a la posibilidad real de tener una constitución escrita desde la óptica de la Ecología Integral, tal como lo viene proponiendo el Papa Francisco en sus encíclicas Laudato si y Fratelli tutti. Un escenario esperanzador en el cual pongamos al ser humano, su vida y dignidad en el centro; se promueva una justa y fraterna relación entre prójimos diversos, y todo lo anterior en perfecta armonía con el cuidado nuestra casa común.