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Artículo

Sábado 1 de mayo de 2021

Editorial: Pentecostés, fiesta de hoy

Por: Monseñor Celestino Aós OFM Cap, - Cardenal Arzobispo de Santiago.

Fuente: Iglesia de Santiago

Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/mayo2021/

“Al llegar el día de Pentecostés (o sea cincuenta días después de la Pascua de Resurrección de Jesucristo) estaban todos reunidos en el mismo lugar... Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes idiomas según como el Espíritu les permitía expresarse”. Diferentes idiomas y se entendían. El 23 de mayo leeremos este texto recordando lo que ocurrió y celebrando lo que nos ocurre hoy. La efusión del Espíritu Santo en Pentecostés culmina la Pascua de Jesucristo: cuando el Hijo terminó la obra que el Padre le encargó realizar en la tierra fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés para que santificara constantemente a la Iglesia; a esta Iglesia que somos nosotros hoy y que llegará a su perfección en la gloria del cielo. Hacemos fi esta porque Jesucristo vive en la Iglesia y con ella, de una manera nueva; y trasmite su vitalidad principalmente por los sacramentos. 

El pecado siempre divide, aísla, enfrenta. A los cristianos no los ha unido la violencia que sufrieron ni los unió el narrar los hechos de Jesús. Es el Espíritu Santo, el amor, quien une. Y quien hace a cada bautizado luz, sal, levadura en la masa. Vayan, anuncien el evangelio e inviten a conversión; todos los hombres están llamados al pueblo de Dios. Llenos del Espíritu Santo los apóstoles comienzan a proclamar las maravillas de Dios. Sí, Dios hace maravillas entre nosotros; aún más donde la mirada superfi cial no ve sino tragedia y destrucción la fe ve maravillas: la cruz, la fuerza del amor, es escándalo y ridículo para unos; nosotros en la fe lo vemos como la mayor sabiduría, fortaleza y salvación.

“Del Espíritu Santo no hay que hablar hoy”; que no hablen los no cristianos, pase; pero ¿son cristianos quienes ni hablan del Espíritu Santo ni se esfuerzan por vivirlo? En el bautismo y al recibir la confi rmación el Espíritu Santo nos hace confesar a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; y nos impulsa a dar testimonio con nuestras palabras y con nuestras obras. ¿Está el Espíritu Santo contigo o estas tú con el Espíritu Santo? Por sus frutos los conoceréis. Los frutos del Espíritu Santo son: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fi delidad, modestia, dominio de si, sencillez, generosidad. Uno de nuestros problemas es que usamos el mismo idioma, pero las palabras signifi can distinto. No nos entendemos; y quizás no estamos haciendo mucho esfuerzo por entendernos y respetarnos.

Tenemos más aparatos y medios técnicos de comunicación, y podemos estar conectados con más gente y gente más lejana ¡y seguimos aislados, desconectados, individualistas y ¡solos! O sea, ciudadanos egocéntricos y egoístas. Nos entenderemos mejor si cambiamos; comenzando por nuestro lenguaje, siempre respetuoso y cortes, siempre sincero y veraz. Esfuércese por dialogar así una semana en su casa; apague la televisión o la radio cuando alguien insulte o sea grosero con otro… ¡Nosotros podemos purifi car el ambiente, crear una cultura del respeto!

Decimos fi esta, alegría, optimismo, colaboración, bien común, país, Constitución, diálogo etc. y no nos entendemos. Siempre en la Iglesia estamos necesitados de purifi cación, de apertura de mente, de súplica al Espíritu Santo. Esta necesidad la vivimos todos, en la Iglesia, y en la sociedad: escuchar las opiniones del otro, expresar o exponer con lealtad nuestras ideas al interlocutor, razonar, decidir, y una vez que se han tomado las decisiones colaborar, porque restarse al esfuerzo común, o peor aún sabotearlo, es entrar en el camino de la traición. Otro de nuestros problemas es que creemos que solos nos bastamos y salvamos: el día que queramos vamos a ser más fraternos, más solidarios, mas responsables, etc.

No existen técnicas esotéricas; tenemos que poner nuestro interés y nuestro esfuerzo por unas relaciones sociales mejores, y tenemos que rezar al Espíritu Santo. Así ha avanzado, y así avanza la Iglesia. Los cristianos se sabían pocos en número, sin gran fuerza económica, científi ca o social; por fi delidad a Jesucristo cambian su modo de relacionarse, de trabajar, de divertirse, etc. Saben que la levadura fermenta la masa, la sal saborea el alimento. Pentecostés es fi esta de los jóvenes, y fi esta de tantos cristianos. El Espíritu de la verdad nos guía: y la verdad es que Dios sigue obrando maravillas, y el amargado, el quejumbroso profesional, no descubre esas maravillas, y amarga a los demás.

No es cristiano quien abusa tratando de manipular al otro presentando su ideología como si fuera fe; ni el cristiano silencia sus convicciones o recorta las verdades de su fe. Por ser cristianos nos encontramos con la cárcel, los azotes, el martirio ya en los primeros años de la Iglesia y a lo largo de toda la historia. Pero el Espíritu Santo sigue estando con nosotros “para santifi car constantemente a la Iglesia”, también en estos tiempos de pandemia, de elecciones, de convulsión social. Abramos los ojos para ver la realidad, y recemos al Espíritu Santo: Él nos llevará a la verdad completa, que constata las maravillas que Dios hace hoy en Chile, y que descubre en los pecados y fallos que cometemos cómo, si nos arrepentimos, Dios los transforma en salvación. Pentecostés es fi esta de hoy.