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Artículo

Viernes 15 de abril de 2022

En Jueves Santo, Cardenal Aós llamó a “no caer en la desesperanza”

Durante la tarde del jueves 14 de abril, el Arzobispo de Santiago, Celestino Aós, presidió la celebración que recuerda la Última Cena. En su homilía, llamó a los bautizados a participar de la resurrección del Señor, y recordando la enseñanza de servicio que dejó Jesús, lavó los pies a doce personas.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Danilo Picart - Andrés Labrín

Fuente: Iglesia de Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

Es Jueves Santo y las campanas suenan en la Catedral de Santiago. En silencio y respeto, los fieles ingresan al templo capitalino para vivir juntos la celebración de la Cena del Señor. Esta liturgia, que recuerda la institución de la Eucaristía, constituye el inicio del Triduo Pascual, en que se conmemorarán los grandes misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.

En un ambiente solemne, la procesión de sacerdotes, diáconos y acólitos, encabezada por el Cardenal Arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós, caminaron hacia el altar, donde le esperaban sentados doce personas, entre ellas, adultos, migrantes, jóvenes y niños, quienes fueron los protagonistas del lavado de pies, uno de los signos icónicos que tiene esta liturgia y que representa el modo en que Cristo se hace esclavo y se pone a los pies de sus discípulos.

En su homilía, el arzobispo abordó los grandes misterios que se recuerdan en esta misa: la institución de la sagrada eucaristía y del Orden sacerdotal, junto con rescatar el mandato del Señor sobre la caridad fraterna. “En un marco de pandemia, de proceso constituyente de nuevo gobierno, nuestros ritos y palabras tienen sentidos profundos”, indicó y posteriormente acentuó el llamado agradecer nuestra fe, añadiendo que “estamos aquí ante al altar, ministros y fieles, como bautizados. La eucaristía nace de la comunión, la eucaristía es de la Iglesia y no de un cristiano por muy santo que sea, o de un grupo o congregación. La eucaristía expresa y es comunión, y envía en comunión, a vivir la comunión, a crear comunión y entendimiento”.

Caminar en comunidad y sinodalidad

En este sentido, enfatizó que “comunidad no es estar unos junto a otros, en una misma banca o dentro de un templo o capilla; ni siquiera perseguir juntos un objetivo. Es el deseo de compartir la vida”. Reafirmando además que Jesús llama a todos, pronunciando su nombre a tomar parte en su Reino y a desempeñar una tarea dentro de su misión de salvación. “En el ajetreo de nuestras tareas, constatando nuestros pecados y horrorizados de la fuerza del pecado en otros que llegan al delito y la fuerza del mal en el mundo, podríamos caer en la tentación más grave: la desesperanza”.

En su mensaje, dedicó palabras para comprometerse a trabajar juntos para respetar la humanidad de cada persona, incluidos quienes “han perdido el sentido de la propia dignidad. Tenemos que ver a Cristo en los demás y dar a los otros a Cristo”. 

Finalmente manifestó que “la sinodalidad, que es ese caminar juntos como hermanos por la fe en Jesucristo, la viviremos mejor tomándonos de la mano de la Madre, la Virgen María. Les invito a que este año vengan a la celebración de la santa misa los domingos, a que comulguen, a que vayan a una capilla de adoración perpetua, a que escuchen que Jesús nos repite: «hagan esto en memoria mía»”.

Luego, de sus palabras, se dispuso el altar, para que el arzobispo realizara el gesto del lavado de pies. Dejando su casulla de lado, se acercó a cada una de las personas para lavar y secar sus pies. En silencio, la eucaristía finalizó con el Santísimo Sacramento trasladado al Sagrario, y dejando de ser visible ante los ojos de los fieles. En ambiente de recogimiento, las imágenes del templo fueron tapadas y los fieles se retiraron en silencio. Las campanas dejarán de sonar hasta el sábado por la noche, para la Pascua del Señor.

Testimonios de los protagonistas

Lizardo Araya y Margarita Rojas presiden la Asociación de la Medalla Milagrosa. Este matrimonio, relata haber sentido lo mismo que los apóstoles en la última cena junto al Señor. Conmovido, Lizardo señala que el “arzobispo hizo lo mismo que Jesús con sus apóstoles, nos insta a seguirlo, como siempre tenemos que estar. En los momentos difíciles, en los momentos de pandemia, sobre todo en los que la tierra sufre, tenemos que mostrar que Él es el Salvador”. Margarita, por su parte, reconoce que esta invitación llegó en un instante importante de su vida. Pese a sus fragilidades y pecados “estoy aquí, con mi historia, con mis cinco hijos y 45 años de matrimonio, siempre he caminado de la mano del Señor”. 

Cheyer Agudelo, es colombiana y vive en Lo Prado. “Para mi, fue un privilegio, me quebranté. Sentí el amor de Dios en las personas que tenía en frente, entre mis hermanos; vimos cómo se manifestaba en infinita caridad y nos llama a ser testimonio de este amor, de esa misericordia, del respeto”. 

Javier Núñez, es venezolano y pertenece a la Pastoral Migrante, de la congregación de San Columbano. Desde su experiencia, “la Semana Santa es una reafirmación de la fe. Venimos con la labor que uno hace, ayudando al prójimo. Siempre, al estar en el templo los domingos también es una reafirmación de la fe y lo que hacemos en estas festividades”.

Elba Caicedo, de Colombia tiene mucho significado el lavatorio de pies, “porque vengo de un país muy católico. He permanecido en esta conmemoración de Semana Santa, viviéndola y siendo partícipe de una experiencia hermosa. Vivirla en la Catedral de Santiago ha sido de agradecimiento”.