Click acá para ir directamente al contenido
Artículo

Viernes 29 de marzo de 2024

Sacerdotes de Santiago renovaron sus promesas en la Misa Crismal

La eucaristía se llevó a cabo en la Catedral Metropolitana y fue presidida por el Arzobispo de Santiago, Mons. Fernando Chomali, quien instó a los más de 400 presbíteros presentes a renovar también la esperanza.

En un ambiente cargado de fraternidad y tradiciones, se realizó la Misa Crismal 2024, la primera liderada por el nuevo Arzobispo de la arquidiócesis y con una gran participación del presbiterio de Santiago, que llegaron a conmemorar juntos este Jueves Santo y renovar las promesas que hicieron cuando fueron ordenados sacerdotes.

Entre ellos, el padre Rodrigo Cordero, director del departamento de Catequesis, quien hace 10 años fue ordenado sacerdote, reflexiona sobre la renovación de sus promesas en el contexto actual. Destaca que esta renovación implica un doble compromiso: “se renueva el corazón respecto a la relación con el Señor Jesús”, enfatizando la importancia de una conexión íntima y amorosa con Cristo. Además, señala la renovación de la promesa hacia la humanidad, lo que le exige mantenerse actualizado y preparado para transmitir el Evangelio de manera efectiva en un mundo diverso y cambiante. Subraya la necesidad de que los sacerdotes no solo estén presentes en la sociedad, sino que sean santos y den testimonio de su fe a través de sus acciones, no solo de sus palabras.

Esta eucaristía fue presidida por el Arzobispo ,acompañado por el Nuncio Apóstolico en Chile, Mons. Alberto Ortega, los obispos auxiliares de la arquidiócesis, los cardenales eméritos y los presbíteros y diáconos que caminan en esta porción de la Iglesia chilena.

Luego de los ritos iniciales y la liturgia de la palabra, el Arzobispo de Santiago destacó en su homilía la importancia de la renovación de compromisos por parte de los sacerdotes. Con palabras de aliento y reflexión, el Arzobispo guió a los presentes hacia una profunda introspección sobre el significado de ser un servidor de Dios y de la comunidad.

Durante su mensaje, el Arzobispo enfatizó la necesidad de que los sacerdotes renovaran su compromiso con humildad y entrega, recordándoles que “el sacerdocio es un don y un servicio, no un privilegio”. Además, instó a los presentes a seguir el ejemplo de Jesús, quien lavó los pies de sus discípulos como acto de humildad y servicio. “Que este gesto de Jesús nos inspire a todos a servir con amor y humildad”, expresó Chomali.

Él también abordó los desafíos y responsabilidades que enfrentan los sacerdotes en la sociedad actual, recordándoles su papel como guías espirituales y pastores de la comunidad. “Nuestro mundo necesita testigos creíbles del Evangelio, personas que vivan lo que predican y que acompañen a otros en su camino de fe”, subrayó.

Iglesia de Santiago en comunión

Luego de su homilía, Mons. Chomali invitó a los presbíteros a renovar sus compromisos ante Dios y la comunidad. En un diálogo lleno de solemnidad, cada uno respondió con un firme “Sí,quiero”,comprometiéndose una vez más a seguir los pasos de Cristo en fidelidad, celibato y servicio a los fieles. Unidos en oración, elevaron su súplica al Señor, implorando fortaleza y gracia para cumplir con su sagrado deber.

Entre ellos, el padre Sergio Farias, párroco de Santa María la Esperanza de la Zona Sur, quien después de 27 años de sacerdocio, destaca la gratitud y satisfacción que siente en su llamado a este servicio: “Esta misa tiene mucho sentido para mí y creo que debemos buscar siempre los motivos para permanecer, para tener identidad, para tener pertenencia, corresponsabilidad en toda esta misión que nos toca vivir hoy”. Además, subraya la importancia de “caminar juntos” y enfrentar los desafíos actuales, como trabajar con los jóvenes, los migrantes y las parejas con dificultades matrimoniales, mientras se esfuerza por “ir al encuentro de los que no llegan”.

En este Jueves Santo, la Iglesia de Santiago se convirtió en un símbolo de unidad, donde los presbíteros renovaron solemnemente sus promesas sacerdotales, pero también el propósito de esta misa es que el Arzobispo consagre el Santo Crisma, bendecir los Santos Óleos elementos que serán utilizados en los sacramentos de la Iglesia. Con solemnidad, se presentaron el aceite para el Santo Crisma, el aceite de los Enfermos y el aceite de los Catecúmenos, cada uno representando una parte importante del camino espiritual de los fieles.

Los laicos y laicas asistentes se unieron en oración por sus sacerdotes y por el Arzobispo, pidiendo que el Señor los guiara y fortaleciera en su ministerio. Con humildad, todos reconocieron su necesidad del amor y la misericordia divina para llevar a cabo su vocación con integridad y dedicación.

De esta forma, la Catedral Metropolitana fue el escenario donde se renovaron los compromisos sacerdotales y se bendijeron los óleos que serían instrumentos de gracia y misericordia para toda la comunidad cristiana. Este momento de profunda conexión con lo divino, fue en comunión con toda la Iglesia Universal, que conmemoró Jueves Santo de la misma manera, donde la presencia del Espíritu Santo fortaleció los corazones de los presentes en esta eucaristía.