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Artículo

Sábado 8 de diciembre de 2018

Gran devoción popular en Fiesta Inmaculada Concepción

Miles de fieles católicos llenaron el Santuario de la Inmaculada Concepción, del Cerro San Cristóbal, desde las primeras horas del 8 de diciembre.

Fotos: Omar González

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: http://www.iglesiadesantiago.cl/

Los feligreses acudieron para expresar su devoción, agradecer y suplicar sus gracias a la Virgen María.

Antes de la 09:00 horas, el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, se instaló en uno de los espacios dedicados a la administración del sacramento de la Penitencia o Confesión, en la cumbre del cerro, para acoger a los penitentes, al igual que otros sacerdotes.

Temprano comenzó también a celebrarse la eucaristía, cada una hora, presidida -entre otros - por el Vicario de la Zona Centro, padre Francisco Llanca; el Obispo Auxiliar de Santiago, monseñor Cristián Roncagliolo, y el propio cardenal Ezzati quien presidió la misa de las 12:30 horas.

En su homilía, el arzobispo se refirió a tres miradas a las que invitan los textos de esta solemnidad. En primer lugar, se refirió al comienzo de la historia humana, marcado en el Génesis por el pecado original y por la expresión de Adán ante Dios que le preguntó dónde estaba: "Me escondí, porque tuve miedo". Al respecto, el cardenal afirmó que "el miedo brota del pecado, de haberle hecho caso no al proyecto salvador de Dios, sino de haberle hecho caso al enemigo de Dios, a Satanás, a la serpiente", que engañó a Adán y Eva, "y que engaña siempre a la humanidad".

 

Que María nos llene de esperanza y de confianza

Luego, contrapuso las palabras de Adán en el Paraíso a las del arcángel Gabriel a la Virgen María: "No tengas miedo, porque el Señor está contigo". Y agregó que "el miedo siempre nace de nuestra lejanía de Dios, cuando la soberbia humana no se fía de Dios y se fía más bien del engaño del enemigo de Dios, de aquel que desde el comienzo ha sido mentiroso. Y la alegría, la confianza y la superación del miedo brotan siempre de la conciencia serena y alegre de que Dios está siempre con nosotros". Este es el primer mensaje, precisó, poner la confianza solo en Dios, "que no defrauda".

En segundo lugar, el cardenal resaltó que lo textos de este día invitan a mirar a Jesucristo como el Salvador, un don de Dios a la humanidad, que "viene para ser un regalo del Padre, a través de la Virgen María, para que nuestra vida se renueve, cobre nuevamente la grandeza y la dignidad de aquellos que somos miembros del cuerpo de Cristo". Esto parece imposible para nosotros, dijo, "pero nada, nada es imposible para Dios. Siempre la Gracia de Dios puede y sabe renovar nuestra vida y convertirla de una vida pecadora en una vida más santa, hasta alcanzar un día la plenitud de la vida de los hijos de Dios en el Reino".

Finalmente, el Arzobispo de Santiago destacó la disponibilidad de María: "Hágase en mí según tu palabra". Esa actitud, indicó, "es la que nos enseña a cada uno de nosotros. Una Iglesia disponible, que tiene la mano abierta para atender a los más necesitados, a los pobres a aquellos que están solos". Afirmó que María también tiene su mano abierta "para acoger a todo dolor, a toda miseria humana y nos invita a participar de su misma misión, de ser nosotros también hombres y mujeres que en la ciudad de Santiago de hoy podamos ser continuación de su obra de bondad y de auxilio". Así, "María se convierte para cada uno de nosotros, para nuestra Iglesia, en modelo de vida. A ella queremos confiarle este momento de nuestra Iglesia, para que nos llene de esperanza, de confianza, y junto con ella sepamos entregar a su Hijo al mundo, la única y verdadera esperanza que no engaña".

Al final de la misa, el rector de Santuario, padre Carlos Godoy, agradeció la masiva participación de los fieles y dijo que "a pesar de las dificultades que estamos viviendo como Iglesia, son miles y miles los peregrinos que han llegado a nuestro santuario. Ustedes son la esperanza de la Iglesia".

 

Testimonios de los peregrinos

Osvaldo Hernández, de Santiago, afirma que "yo no hago mandas, vengo desde hace más de quince años, porque la Virgen María es la Madre de Dios y hace obras muy bonitas, está rodeada de cosas buenas para el hombre. Y ahora, más que nunca, necesitamos una esperanza de que nos mejore la vida, que depende también de nosotros que nos portemos bien. Yo creo que la gracia más grande que le podemos pedir a la Virgen es cumplir los diez mandamientos, amar a Dios sobre todas las cosas, no desear la mujer del prójimo, no robar no matar, cosas que vemos a diario, y ahí está el problema del hombre.

María Gutiérrez, con dos hermanas y una sobrina, que vienen de diversas partes de Santiago, señaló que desde hace más de 30 años que hacen esta peregrinación, "porque somos católicas y por mandas que hacemos. La manda fue subir a pie todos los años, para que la Virgen cuide a mis hijos y nietos. Tenemos que llegar a los pies de la Virgen, agradecerle por todo el año y después bajar también a pie, porque la promesa es subir y bajar a pie. Una llega a la casa livianita".

Luis Castro viene de Maipú y dice acezando: "Me motiva principalmente la fe en la Virgen, vengo desde hace como diez años, subo y bajo a pie. Desde niño que estoy escuchando a la Virgen María, con la enseñanza de mi madre. También pertenecí al Movimiento de Schoesnstatt cuando era joven. Cuando llego arriba a la Virgen, le doy gracias por lo que me ha concedido este año y le pido por el que viene y por la salud de la gente más cercana. Hoy día hay que pedirle paz y fe, que la gente se acerque más".

Gisela Carrasco: Venimos de Quinta Normal con mis hijos y mi esposo a dar gracias a la Virgen, porque tuve una operación y salió bien y porque mis hijos pasaron de curso". Una de sus hijas, Catalina Díaz, de diez años, dice que agradece a la Virgen "por todo lo que ha hecho con nosotras, darnos una familia, una vida y un hogar".