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Domingo 22 de marzo de 2020

Celestino Aós: “Se está manifestando un Chile generoso hasta el heroísmo”

La afirmación la hizo el Arzobispo de Santiago al presidir la misa de este domingo desde la capilla del Santuario de la Inmaculada Concepción del Cerro San Cristóbal, transmitida por Facebook.

Periodista: José Francisco Contreras

Antes de la misa, que fue concelebrada por los obispos auxiliares Cristián Roncagliolo y Alberto Lorenzelli y el rector del santuario, padre Carlos Godoy, el pastor rezó el Angelus, al pie de la imagen de la Virgen. Luego, en el interior de la capilla, pidió la ayuda de la Inmaculada Concepción para "este momento de prueba", y señaló que trae al altar las intenciones y preocupaciones de todos los que están en sus casas "haciendo de sus casas un templo, una iglesia".

La homilía tuvo un formato de invocación a María: "Desde esta cima del Cerro San Cristóbal tú nos miras, nos cuidas y proteges... Y nos dices: 'Miren a Jesucristo y hagan lo que él les diga'. Pero nosotros muchas veces vamos por otras sendas y nos herimos, nos hacemos daño, y parece que nos falta todo. Y venimos hasta tus pies, volvemos nuestros ojos hasta ti". Enseguida, el arzobispo afirmó que "parte de nuestros sufrimientos nacen de nuestros egoísmos y violencias, de nuestros propios pecados e injusticias. Parte de nuestros sufrimientos nacen de nuestra pequeñez y limitación. Somos vulnerables, y un virus nos amenaza y tortura".

 

Los virus en nuestras mentes

Más adelante, monseñor Aós destacó la realidad de que hoy no podemos estar en los templos: "Hoy cada una de nuestras acasa se siente más templo, más familia de Dios. Hoy nos sentimos unidos ante este altar y abrimos nuestro corazón para rezar por nuestras intenciones y las de nuestros hermanos. Hoy te traemos todos nuestros males. Los virus y males del cuerpo, los males de nuestras mentes, los males de nuestros afectos exacerbados por los nervios y el cansancio. Y el mayor de los males, que es el pecado de nuestras almas".

También el pastor resaltó el trabajo con los enfermos de parte de "los médicos y del personal que los ayuda, a los trabajadores que hacen funcionar la ciudad, a los voluntarios que ofrecen servicios de ayuda". Señaló que es necesario ir más allá de la oración por los demás y preguntarnos quién nos necesita en la familia, en el vecindario, pero, "en primer lugar, los más débiles y vulnerables. Y por ellos debo obedecer las indicaciones que para todos da la autoridad. Sí, obedecer y cumplir las indicaciones, aunque me supongan sacrificios."

Aós se refirió al sufrimiento, "cuando nos preguntamos por qué el dolor y la muerte. Por qué a mí". Y dijo que muchos de nosotros vamos cerrando los ojos para no ver los desafíos: "Virgen María, tú has visto que la muerte no es el final del camino. Que Jesús y los creyentes que le seguimos vamos a la Vida Eterna. Has vivido y eres maestra en hacer que el sufrimiento tenga sentido y se haga riqueza que se vive en el amor. ¡Que la muerte estalle en resurrección porque se vive en el amor y la donación!".

 

La generosidad de dar la vida

Después afirmó: "Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por aquellos a quienes ama", expresó, citando palabras de Jesucristo. "Jesús da la vida por nosotros y está manifestándose un Chile generoso hasta el heroísmo. Chilenas y chilenos capaces de servir, de dar su tiempo y su esfuerzo, sus posesiones y hasta su salud y su vida por los otros" .

Se preguntó "¿cómo haré yo para vivir mi sufrimiento en el amor? ¿Cómo haremos nosotros para morir, para pasar de este mundo al Padre con amor?". Y se dirigió a María señalándole: "Madre, esta es la gracia que te imploramos hoy", vivir en la luz del Señor, en la bondad y la justicia, en la verdad. "Sí , con la gracia de Jesús se puede vivir hoy en la verdad, en la justicia, en la bondad". Finalmente, el Arzobispo de Santiago invitó a que "renovemos nuestro compromiso de fe y pidamos sinceramente a la Virgen María que abra nuestros ojos y nuestro corazón para ver a todos los demás y especialmente a los que sufren, como hermanos; para ver las cosas no con criterios humanos, sino como las ve Dios, para encontrar desde Jesús y con Jesús un sentido al sufrimiento y a la muerte".

Al final de la misa, el arzobispo insistió en que a pesar de estar distanciados físicamente, "nuestros corazones estén unidos, y recemos no solo por nosotros y nuestras familias, sino por todos los demás.

Y concluyó: "Quiero enviar a todos ustedes un saludo, pero lo hago especial para aquellos y aquellas que están al servicio de los enfermos: las religiosas, los religiosos, los voluntarios que están atendiendo los hogares de ancianos, de niños. Quiero también enviar un saludo especial a los diáconos, a los sacerdotes, que en las parroquias hacen también su servicio de ayuda de escucha y también de oración. Desde aquí, desde el cerro San Cristóbal, protegidos por la Virgen María, vamos a ir viviendo estas horas estos días. Y desde aquí les enviamos nuestros saludos y nuestra bendición".

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