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Sábado 11 de abril de 2020

No tengan miedo, estoy vivo por los siglos de los siglos

Las palabras del Apocalípsis fueron citadas por el Arzobispo Celestino Aós, al presidir la Vigilia Pascual, la más grande de todas las liturgias cristianas, al culminar esta Semana Santa.

Periodista: José Francisco Contreras

La eucaristía, concelebrada por el Obispo Auxiliar Alberto Lorenzelli, se desarrolló en la capilla de la residencia del arzobispo, en Ñuñoa, sin más participación presencial que dos salmistas que cantaron las alabanzas eucarísticas. Sin embargo, fue seguida en directo por miles de católicos a través de diversos medios digitales.

Al comienzo de la liturgia, monseñor Lorenzelli proclamó el Pregón Pascual, antiguo himno de la Iglesia que le canta al Cirio Pascual, signo de la luz, de Jesucristo resucitado. El mismo pastor, se encargó de proclamar cuatro de los textos bíblicos que esta noche narran la historia de salvación que Dios diseñó para la humanidad caída por el pecado original.

El Evangelio de la resurrección de Jesucristo fue proclamado por monseñor Celestino Aós, cuya homilía partió repitiendo el texto leído: “El ángel dijo a las mujeres: ‘No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho’”. Esta noticia es la que la Iglesia celebra con alegría hasta Pentecostés, dijo el obispo, que verdaderamente ha resucitado el Señor. Y señaló: “Nos cuesta convencernos de que haya resucitado y esté vivo. Nos cuesta pensar que la resurrección de Jesús no fue una vuelta atrás, a vivir el mismo modo de vida de antes de su crucifixión; la resurrección de Jesús es un paso hacia adelante, un manifestarnos la vida gloriosa”.

Y luego precisó que, aunque los cuerpos se destruyen con la muerte, las personas no, porque pasan a otra vida. Jesucristo, dijo el pastor, nos asegura que “volveré de nuevo y los llevaré conmigo para que donde yo estoy estén también ustedes” (Jn 14,3). 

Construir un mundo nuevo en el amor

Enseguida, haciendo alusión a la realidad sanitaria mundial de hoy, manifestó: “A los que tenemos miedo nos hace bien leer estas palabras de la primera carta a los Corintios en el capítulo 15: ‘Si se proclama que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿por qué andan diciendo algunos de ustedes que los muertos no resucitarán? Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, entonces vana es nuestra proclamación y vana también la fe de ustedes’”. Y citando el libro del Apocalípsis, invitó a no temer: “No tengáis miedo, soy yo, el que vive. Estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos” (Apoc 1,17-18).

Finalmente, aterrizando de nuevo la palabra proclamada a la realidad actual, sostuvo: “Chile no puede volver atrás, no podemos quedarnos en la añoranza. ¿Cuándo vamos a volver a la normalidad? No, no regresaremos al pasado, construiremos un mundo nuevo”. En este mundo dijo, los cristianos deben poner humanidad donde otros ponen materialismo; respeto a la vida donde otros ponen muerte y descarte; verdad donde otros ponen hipocresía y mentira; colaboración donde otros toman palco”. Y terminó su reflexión pascual enfatizando: “Celebrar la Pascua es entender la vida de modo diferente: entender que el Resucitado está ahí sosteniendo siempre todo lo bueno, lo bello, lo limpio. Todos estamos sufriendo. Llevemos la cruz juntos. Y nosotros los creyentes seamos los primeros cireneos: responsables, colaboradores. ¿Quién está dispuesto a amar? Este es el desafío principal de Chile: podrán llegar virus y catástrofes, podremos estar en situaciones precarias ¡pero nos amaremos! Sentiremos que Jesucristo resucita en nosotros”.

Terminada la homilía, el arzobispo presidió la renovación de las promesas del Bautismo, que incluyen la renuncia a las obras del demonio y la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, tras lo cual siguió adelante la celebración la eucaristía, sacramento que hace presente realmente a Jesucristo, muerto y resucitado.

Antes de dar la bendición final, el Arzobispo de Santiago entregó un saludo en el expresó: "Que sean días de paz, de encuentro con Jesucristo resucitado, que nos marca un futuro, un después de la muerte. Que nos marca también el valor de la vida que estamos viviendo todos los días. Un saludo especial, una felicitación pascual a los enfermos, a los ancianos que puedan tener en sus hogares, a los que están privados de libertad, lo que están en los hospitales, a los que están haciendo algún servicio público y por eso no puede participar. Que la Virgen María nos proteja a todos, ella es la Señora del dolor, pero también es la Señora de la alegría".