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Jueves 31 de mayo de 2018

Cardenal Ezzati: Pido misericordia y perdón

Con todo el bagaje de las experiencias vividas en Roma, el cardenal Ricardo Ezzati aterrizó en Pudahuel en la mañana del viernes 18, y en la tarde inauguró el X Sínodo de Santiago, que estuvo marcado en sus tres días de desarrollo por la crisis actual de la Iglesia en Chile.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Equipo Comunicaciones Santiago

Fuente: Iglesia de Santiago

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

Esta realidad se vio reflejada también en la homilía de la misa de cierre del sínodo. En parte de su reflexión, el arzobispo de Santiago expresó: "He vivido este tiempo de obispo de Santiago desde el 11 de enero del año 2011 con un peso enorme sobre mis hombros (...) No tenía idea que el día siguiente, el 12 de enero, el nuncio apostólico me entregaría el veredicto de una causa que había durado más de cinco años y que recogía años de historia, años de abusos. Años de una actitud soberbia que el Papa Benedicto (XVI), después me dijo a los cinco meses, que había sido un problema ideológico gravísimo, culminado también con el abuso sexual – y lo más grave – revestido de un ropaje de religiosidad. A lo largo de estos siete años de ministerio episcopal en medio de ustedes, he tenido que resolver varios problemas de esta índole. La Santa Sede me ha confiado seis casos, los cuales han terminado todos ellos con la dimisión del estado clerical de las personas que habían sido acusadas.

Prácticamente un caso por año. Pero no fue un caso por año, sino que fueron los seis casos concentrados en los primeros cuatro años de mi ministerio episcopal. Pero un caso ha seguido presente, como si fuera constantemente un temporal que se repetía con tempestades cada vez más fuertes. Y es el tema que justamente el Papa Francisco nos ha querido ayudar, no a resolver, sino a enfrentar con renovado impulso, con renovada vergüenza, con un renovado dolor y con una renovada incapacidad de poner remedio a una enfermedad tan grave, tan mortal, que a pesar de todos los esfuerzos hechos, ustedes a lo largo de estos días también han manifestado sentir como un dolor inmenso, una herida profundísima. Yo soy por voluntad de Dios el padre de esta comunidad ¿Y hay acaso un padre que no sufre íntimamente, profundamente con el dolor de sus hijos? ¿Hay un padre que encubre la vergüenza que sufre una familia por algún motivo de tipo de interés personal? Ninguno. Se lo puedo confesar con toda verdad. En mi vida de sacerdote, aquí en esta Patria de mi vocación, siendo joven sacerdote todavía, fui declarado enemigo de la Patria por haber defendido a los pobres, a los presos, a los encarcelados, a la injusticia de los armamentos en lugar que ese dinero fuera distribuido o invertido en el progreso de la gente. Y en estado de guerra como estábamos, el declarar a alguien enemigo de la Patria significaba ser condenado a muerte. Los obispos de la época fueron tan generosos que estuvieron al lado nuestro".

Más adelante en su homilía, el cardenal Ricardo Ezzati manifestó: "Quiero decirles que al obispo, a este obispo, le duele inmensamente el dolor de sus hermanos, especialmente el dolor de aquellos que se sienten y han sufrido violaciones graves de sus derechos. Y me duele ver a los hijos de esta Iglesia, de los cuales el Señor me ha constituido padre y pastor, sufrir las expresiones escuchadas en el día de ayer en nuestra asamblea (que) la he visto como una expresión del dolor profundo de cada uno de aquellos que han hablado y también de aquellos que no han hablado. Me duele, sin duda alguna, la falta de credibilidad de aquellos que de la mentira hacen verdades, pero me duele más todavía la incredulidad o la falta de credibilidad de los hermanos en la fe y de los hijos en la fe.

Sé y tengo plena conciencia que, como todos ustedes, más que ustedes, tengo debilidades y flaquezas. Me duele que la mentira se haya vuelto una verdad. Me duele inmensamente que una enfermedad tan grave como la que hemos denunciado en varias ocasiones, no haya tenido el remedio necesario para ser vencida y para ser superada. Yo quiero acoger y acojo aquí y se los digo con todo el corazón abierto, la crítica, la indignación, la rabia que más de alguno ha manifestado en el día de ayer y que comprendo perfectamente, la rabia de tantas otras personas que ven en los pastores, en los obispos, el chivo expiatorio de toda nuestra debilidad.

En ese sentido, por ser aquel que de alguna manera encabeza, resume toda la indignación, quiero pedirles en primer lugar, misericordia y perdón, les pido el afecto que los hijos deben expresarles a sus padres. Y yo diría más que afecto, les pido amor. Ese amor que es sobrenatural y que es de Cristo, que ama más allá de sus propios méritos. Creo que haber vivido este sínodo en este tiempo clave de dolor, pero de un dolor redimido, de un dolor que vivimos a los pies de la cruz, de un dolor que vivimos junto con María a los pies de la cruz, nos hace y nos va hacer mucho bien. Hoy terminamos nuestro sínodo mirando a María, Madre de la Iglesia. María es madre de esta Iglesia, de esta Iglesia confundida por sus pecados, de esta Iglesia indignada por el pecado. Y qué bueno y qué saludable es que vivamos indignados con el pecado. Con el pecado nunca hay que hacer alianza, con el pecado hay que luchar siempre, en contra del demonio tenemos que luchar siempre, aunque lo sintamos como dice san Pedro, como un león rugiente que busca a quien devorar. Hoy celebramos a María, Madre de la Iglesia, la Virgen de los tiempos difíciles, es la que estuvo a los pies de la cruz en un tiempo tremendamente difícil para ella, la madre del hijo que mataban y estuvo ahí para escuchar la herencia que su Hijo le dejaba. 'Mujer ahí tienes a tu Hijo' y ese hijo la recibió en su casa".

Finalmente, el pastor expresó: "Quiero terminar esta reflexión, con las palabras que el Papa nos dirigió a los obispos de Chile hace un tiempo: 'Después de estos días de oración, los envío a seguir construyendo una Iglesia profética que sabe poner al centro lo importante del servicio al Señor, en el hambriento, en el pobre, en el migrante, en el abusado'. Que podamos ser una Iglesia de Santiago que pone al centro a Jesucristo y a la misión que nos ha encomendado".