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Jueves 5 de marzo de 2020

Cómo se renueva la música popular católica en Chile

La propuesta de compositores e intérpretes es aprovechar las ventajas que dan los servicios digitales de difusión, para llevar su música y mensaje tanto a fieles como a público no creyente.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Soledad Gutiérrez López

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

También incorporan sonidos latinos y del rock y pop para dar nuevos bríos al cancionero y lograr traspasar el límite de los templos para acompañar en el día a día a miles de personas.

Si existiera un ranking de los temas más cantados en ceremonias religiosas "Pescador de hombres", compuesta en 1974 por el sacerdote español Cesáreo Gabaráin, probablemente lideraría a nivel latinoamericano, con una alta presencia a nivel global. Con inspiración bíblica directa (el episodio del Evangelio San Marcos en que Jesús le dice a Pedro que será "pescador de hombres"), la canción cumple con dos requisitos básicos de la música popular: un estribillo pegajoso ("Señooooor, me has mirado a los ojos") y un tono que permite a muchas y muchos cantarla sin desafinar. O al menos intentarlo. La música popular vinculada a la fe se ha desarrollado principalmente desde los templos y comunidades, consiguiendo hitos como trascender más allá del mundo católico, gracias al reconocimiento que, por ejemplo, tiene la obra del P. Cristóbal Fones SJ, y la popularidad que han alcanzado temas que renovaron con fuerza el repertorio de Iglesia, como "Aclaró", de Fernando Leiva.

Con ese y otros temas de un repertorio en constante renovación, Leiva explica su visión del presente y futuro de la relación entre música y la fe: "El cancionero clásico de la Iglesia se ha renovado mucho en los últimos 20 ó 30 años con la aparición de nuevos compositores, la realización de festivales y últimamente, las plataformas digitales de música, que han sido un gran aporte en el acceso a las nuevas creaciones que van saliendo a la luz pública. Aunque siempre hay clásicos que nunca dejarán de cantarse".

El autor de "Aclaró" también apunta a que la recepción de nuevas canciones para hablar de fe y experiencias espirituales, "depende mucho de cada comunidad y de la apertura que tengan a las propuestas de música que van naciendo", y agrega un dato que es clave en el escenario actual: También es bueno resaltar que la música que acompaña la vida de fe ha surgido con mucha fuerza y se escucha día a día en el trabajo, durante viajes, en la casa, en encuentros. No es necesariamente la misma que se utiliza en la liturgia, además está disponible en las diferentes plataformas digitales".
Así se cumple una aspiración común de los intérpretes de música con mensajes y relatos de fe: llegar a ser oídos por cualquier persona en una búsqueda espiritual, que sienta que estas propuestas les hacen sentido. Además de estar disponibles en diversas plataformas, como Spotify y Youtube, junto con presencia en redes sociales, hay otros dos aspectos clave en la renovación de la música popular católica: letras que aluden a sentimientos y vivencias transversales y la incorporación de nuevos ritmos, instrumentos y estilos, que las acercan a un sonido contemporáneo.

Es el trabajo que ha desarrollado Pablo Cifuentes, quien exploró en el "reggaetón católico", y actualmente se ha concentrado en unir el ambiente sonoro del continente a canciones con espiritualidad: "Busco elementos latinos, percusiones, guitarras y diversos sonidos para incorporar a letras explícitamente cristianas, incorporando parte de nuestra identidad a mi música", dice.

Desde el lado del rock, la banda Servicentro cuenta con temas como "Mall de las almas", cuya letra dice: "En el mall de las almas, las vitrinas hermosas, llenas de color/ Me deslumbran y atrapan, con ofertas baratas de contradicción (...) Habrá que rezar a Dios y partir haciendo por amor/Todo lo que hiciste por alguna otra razón/Habrá que rezar a Dios y aprender de cada nuevo error/Todo lo que somos puede ser aún mejor". Los fundadores de este grupo, Coni Castro y Eduardo Rigall, formaron parte de grupos pastorales en los 90 y, ya en 2010, se reencontraron y comenzaron a dar forma a este proyecto musical. "Todos los miembros de Servicentro hemos tenido una vida pastoral intensa que incluye la participación en uno o más coros. A la vez, varios de nosotros hemos sido rockeros desde pequeños. Llegó un momento en que Dios ordenó las piezas del puzle...", relata Rigall sobre la conformación del grupo. "Sentíamos que faltaba un golpe de energía en la música católica, una variante, un sonido nuevo y creíamos que ese rock que escuchábamos día a día y que nos acompañaba en nuestra rutina podía también ser un portador de mensajes. Nos propusimos hacer canciones que fueran potentes y que pudieran interesar a aquellos que nos rodeaban sin ser necesariamente cercanos a la Iglesia. Para eso nos enfocamos en un proceso creativo con dos líneas fundamentales: Sonar bien y hacer letras que, sin ser literales, entregaran un mensaje cristiano", añade sobre los fundamentos de Servicentro, quienes fueron parte de la banda sonora de la visita del Papa Francisco en 2018 con su canción "Construyamos esperanza".

En una vereda distinta, Teresa Larraín, también siente que su público no tiene fronteras religiosas ni geográficas. Ha realizado recitales en Chile, Venezuela, EEUU, España, Italia y Argentina y declara: "Hace tiempo que traspasé las fronteras del mundo católico. El amor es lo que me mueve, y hay amor en toda la creación de Dios, en todas las culturas, movimientos, religiones, etcétera. Mi música habla de eso, va más allá". Teresa Larraín tiene canciones con cientos de visitas en plataformas como YouTube y cree que la clave para alcanzar un público transversal es que su obra "son experiencias de vida. Experiencias que vivimos todos, como, por ejemplo, el duelo, el dolor, el agradecimiento. Y como son experiencias comunes, a muchos les toca el corazón y sienten la canción como suya. Eso acerca al público y lo humaniza".

Así, la camada de intérpretes que busca renovar el cancionero católico tiene en común la idea de llevar su música más allá de los templos, aprovechando las ventajas de la tecnología; sumar sonoridades con letras que pueden acompañar diversas experiencias de vida. Sin embargo, una diferencia que los marca es la manera en que les ha inspirado –o no- el proceso social que vive el país.

¿Qué los ha inspirado del momento actual?

Fernando Leiva es claro con su postura: "Nada. No he compuesto canciones relacionadas con la contingencia nacional, tengo el corazón dividido, estoy completamente de acuerdo con las demandas sociales y completamente en desacuerdo con la violencia en todas sus formas. La ausencia de amor es lo que más impacta".

Teresa Larraín coincide en esta parte del diagnóstico: "Mi última canción se llama 'Hay falta de amor', y se trata justamente del estallido social, donde se nos olvidó la justicia, la paz, y nos encerramos en el egoísmo, dejando de ver a los hermanos que sufrían".

Leiva, quien escribe con grabadora, guitarra, lápiz, papel y mucha oración, añade: "Creo que como compositores podemos ser un gran aporte a través de la música, invitando a restablecer la paz, la justicia social y la sana convivencia. Todo esto, sin perder de vista la mirada de Jesús y su invitación a seguir por un camino donde todos debemos sentirnos hermanos".

Para Pablo Cifuentes los últimos meses han sido fuente de inspiración en algún sentido: "Me ha inspirado buscar la paz, el reencuentro, la fraternidad, no olvidarnos que somos hermanos. Volcar nuestra mirada a Jesús: lo que pasó en nuestro país me ha hecho pensar en canciones que lleven al reencuentro con el otro".

En el grupo Servicentro el acercamiento al estado actual de la sociedad y las instituciones será tema de sus próximas producciones: "La crisis al interior de nuestra Iglesia, el estallido social en Chile. Ha sido complejo, pero muy inspirador ir descubriendo lo compleja que es la santidad a la que estamos llamados, la búsqueda del perdón, de la empatía, del diálogo. A diferencia de las temáticas más personales que aborda nuestro primer disco, hemos estado trabajando sobre otros temas más universales, los hijos, la relación con la muerte, etcétera", explica Eduardo Rigall y finaliza con una tarea autoimpuesta que puede definir a esta generación: "Esto tiene que ver no solo con la música, tiene que ver con el cariño puesto, con la voluntad de ser instrumentos de Dios para su mayor gloria y eso el público lo capta, lo respira. Estamos empeñados en promover la consolidación de esta categoría nueva en nuestro país, la de la música popular católica".