Click acá para ir directamente al contenido
Artículo

Miércoles 12 de septiembre de 2018

Fieles celebraron pascua del padre Alejandro Hermida

Una fiesta de fe, de alegría y esperanza y una asamblea de Iglesia viva, presidida por su pastor, el cardenal Ricardo Ezzati, con más de mil fieles presentes, fueron el marco de la Misa de Exequias del padre Alejandro Hermida Atrio, este martes 11 de septiembre, en la parroquia de los Santos Apóstoles, Recoleta.

Fotos: Jorge Salomón

Periodista: Enrique Astudillo Baeza- José Francisco Contreras

Fuente: Iglesia de Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

El presbítero español falleció a los 81 años de edad el pasado domingo 9, poco después de concelebrar la Misa a la Chilena junto al párroco, padre Francisco Herrera, y al ex párroco y vicario judicial del Arzobispado de Santiago, padre Jaime Ortiz de Lazcano.

La urna con los restos del sacerdote estaba depositada sobre la fuente bautismal del templo, sobre la cual se dejó la palma que representa la victoria del cristiano sobre la muerte y que el padre Alejandro recibió el Domingo de Ramos de este año.

Al comienzo de la misa, el cardenal Ricardo Ezzati, señaló que "nos reunimos para despedir a nuestro hermano con un corazón agradecido. El padre Alejandro ha sido un don de Dios para su familia, para su Iglesia desde los comienzos, en la diócesis de Orense, para Chile y para esta Iglesia de Santiago. Hoy lo despedimos como un hermano bueno, cercano, de un profundo espíritu eclesial, de una gran adhesión a la Iglesia y como un hermano que ha acompañado a tanto a otros hermanos y hermanas en el camino de la fe, en el camino de la vida cristiana a través de esta experiencia eclesial que es el Camino Neocatecumenal (...) Le queremos agradecer su fidelidad al Señor Jesús en la predicación de la Palabra de Dios, en la celebración de los sacramentos y en la construcción de comunidades fundadas en el amor, en la fe, en el Evangelio del Señor", señaló.

Su prioridad: anunciar a Jesucristo

La homilía estuvo a cargo del padre Jaime Ortíz de Lazcano, quien contó que Alejandro Hermida pidió que en su funeral se anuncie a Jesucristo y que sea una verdadera fiesta, lo que se cumplió, "porque llevamos varios días de fiesta", dijo refiriéndose al pasado domingo 9 de septiembre, cuando el fallecido presbítero concelebró la misa campesina a la chilena, al final de la cual "tú estabas dichoso, aplaudiendo (...) y en el esquinazo final bebiste chicha en cacho que un huaso nazareno te acercó". Ya en la sacristía, el padre Alejandro dijo que la Eucaristía había sido una celebración estupenda y que estaba feliz. Al poco rato, sigue el padre Jaime, "el Señor te estaba esperando para llevarte con él. ¡Qué regalo tan grande poder ejercer el ministerio hasta el último segundo!". La fiesta de su pascua siguió el lunes con las laudes, la eucaristía por la tarde y esta solmene Eucaristía de exequias, hoy, presidida por el cardenal Ricardo Ezzati y concelebrada por cincuenta sacerdotes.

Luego, el padre Jaime sostuvo que los textos proclamados se cumplen en Alejandro Hermida, quien siempre tuvo "una confianza filial en el amor de Dios"; para quien, al conocer el Camino Neocatecumenal, "la evangelización y el anuncio de Jesucristo resucitado se convirtieron en una prioridad para ti"; y, finalmente, "siempre reconociendo que eras pequeño, que no eras el mejor ejemplo", pero que el Señor le ha revelado las cosas de Dios. Por último, el padre Ortiz de Lazcano expreso: "Padre Alejandro, los que te hemos conocido sabemos que eras débil, pecador, bruto, etc., pero tu confianza en el amor del Padre y todo el bien que el Señor ha hecho por tu medio, sin duda serán una gran ayuda para que el Señor te abra las puertas de la gloria".

Al final de la misa, el cardenal presidió un responso por el eterno descanso del padre Alejandro. Luego, el párroco, padre Francisco Herrera, anunció que el proyectado Comedor Solidario de la parroquia se llamará "Alejandro Hermida Atrio".

El cuerpo del padre Alejandro Hermida fue sepultado en el Cementerio Católico por expresa petición suya, para quedar junto hermanos suyos en el presbiterado.

Su vida

El padre Alejandro Hermida, nació en Santabaia de Anfeóz el 3 de abril 1937. Se forma en el Seminario de Ourense junto a su hermano Benito Hermida. Con apenas 28 años, siente en su corazón el llamado de Jesucristo para llevar su amor a los lugares más lejanos y pobres de la tierra. A través de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispano Americana (OCSHA), su diócesis tras la petición del cardenal Arzobispo de Santiago, Raúl Silva Henríquez, sdb., le da permiso para servir a la Iglesia de Santiago.

El primer destino pastoral en Santiago fue como Vicario Parroquial de la parroquia Nuestra Señora del Carmen en El Salto. Al cabo de dos años, fue nombrado párroco de la misma parroquia. Allí, le tocó terminar la construcción del templo. Posteriormente, llegó a colaborar a la parroquia San Diego de Alcalá como vicario parroquial, haciéndose cargo de las capillas San Vicente de Paúl y Maranathá en la población Juanita Aguirre. Años después fue nombrado párroco de San Joaquín en Renca.

Siendo Vicario Episcopal de la Zona Norte monseñor Antonio Moreno, quién sería posteriormente Arzobispo de Concepción, fue nombrado párroco de Nuestra Señora de las Américas en Conchalí. Contemporáneamente, en 1989 fue nombrado párroco de la parroquia Emmanuel, en Recoleta, aunque nunca ejerció como tal, pues se hizo cargo de la misma el padre Jesús Laguéns, quien llegó en agosto de 1989 con dos familias en misión enviadas por el Papa San Juan Pablo II.

En el año 2002, asumió un nuevo desafío, la fundación de una nueva parroquia en el sector de Renca – Poniente. Así nació la parroquia Santa María Madre, cuyos primeros años vivió en un "container" y con el paso de los años, construyó un maravilloso templo. Ya mayor, asumió nuevamente como párroco la parroquia de San Joaquín en Renca.

Finalmente, en abril de 2017, ya con 79 años y viendo que las fuerzas le comenzaban a fallar, pidió humilde hospitalidad en la parroquia Santos Apóstoles de Recoleta, donde siguió ejerciendo el ministerio sacerdotal hasta el último momento como vicario cooperador.

Testimonios

Padre Francisco Herrera, párroco Santos Apóstoles: "Un sacerdote que se fue con las botas puestas y evangelizando. Lo que rescato del padre Alejandro es su carácter y su voluntad bien formada en la fe, que no pasaba a ser voluntarismo ni laxismo, sino que bien definido e iluminado por el Espíritu Santo y con una fuerza y claridad que eran emocionantes y con las cuales también se fue".

Padre Cristian Castro, Vicario para el Clero: "Un notable ejemplo sacerdotal. Su alegría, su espontaneidad. Yo le agradezco mucho su sinceridad para decir las cosas. Un cariño entrañable a la Iglesia y un gran deseo de evangelización".

Padre Ignacio Gramsch, Vicario Zona Norte: "Estaba muy pendiente de la crisis de la Iglesia. Siempre dio ideas. Me acuerdo que siempre era muy fiel a la comunión presbiteral. Siempre estaba presente, participaba, opinaba. Estoy muy agradecido de su testimonio y sobre todo, en la zona norte".

Padre José Miguel Blasco, párroco San Joaquín: "Mi llegada a Chile fue con el padre Alejandro (...) Estoy muy contento en la fe de participar, de dar testimonio de la obra de Cristo en él y viendo la cantidad de gente que fue testigo de su amor y de los frutos que dejó su sacerdocio".

Juan Figueras, catequista del equipo de evangelización en Chile del Camino Neocatecumenal: "Desde que lo conocí, hemos vivido muy unidos en la fe y vi un amor grande a Jesucristo. Ha sido un puntal para el camino, siempre nos acogió siendo párroco en las diferentes parroquias y siempre con un amor en el Señor grandísimo".

Juan María Guerrero, familia en misión en la Zona Norte: "Para mí el padre Alejandro ha sido un testigo de la fe. Hemos sido hermanos en la fe y me ha ayudado a ver en él su austeridad y sobre todo, su generosidad. Durante ocho años estuvimos yendo a la cárcel de Colina y siempre vi una generosidad superior a la normal".

Gabriel Chiappe, catequista parroquia Santos Apóstoles: "Fue un presbítero que el Señor utilizó para anunciar el Evangelio. Ver el amor y la misericordia que tuvo con los débiles y pobres es increíble. Con aquellos que se equivocaban con humildad perdonaba sus pecados y eso es un regalo enorme que pude experimentar con él".

Julio Cañas, catequista del neocatecumenado: "Destaco en él la humildad, su sencillez, su disposición a servir donde hubiera hecho falta. De eso soy testigo y estoy muy agradecido por todo lo que hizo en mi familia".