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Jueves 26 de septiembre de 2019

Hermanitas de los Pobres: no les falta nada, Dios provee

Por estos días estas religiosas viven la gracia de la visita de la generala mundial de la congregación, la madre María del Monte Auxiliadora, cuya sede está en Francia y que realiza una visita canónica a sus hermanas en Chile, Argentina y Perú.

Fotos: Camila González

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

A la entrada del Hogar de Ancianos de calle San Pablo, bajo la imagen de San José, hay un envase de leche. Eso significa que por estos días necesitan este producto y se lo piden al santo. No les falla. Ahora ya tienen suficiente para atender a sus ancianos. Después pondrán allí otro artículo. Y tampoco les fallará.

Y así en todo el mundo, nos cuenta la superiora mundial: "Vivir de la Providencia de Dios es vivir lo cotidiano, porque lo estamos viviendo, a la Divina Providencia la tocamos con la mano todos los días. Necesitamos alguna cosa y se la pedimos a San José, y llega, en todas las casas de todo el mundo. Es el milagro de ver que, sin tener cosas aseguradas, los hogares que tenemos en los cinco continentes siguen adelante, sin tensiones ni preocupaciones por el día siguiente, porque estamos seguras que Dios proveerá".

Lo reafirma Domingo Tudela Cortés, que lleva diez años como residente en este hogar. Soltero, 69 años, padres fallecidos, tiene dos hermanos, que vienen a verlo regularmente, y una hermana que se suicidó a los 15 años "porque no la dejaron pololear". Su papá tenía cuatro tiendas de ropa en Franklin y se incendiaron: "Quedamos en la ruina".

Domingo está con camisa blanca de manga corta y corbata, bien afeitado, al lado afuera de la capilla del hogar, mientras otros ancianos, religiosas y voluntarios se aprestan a celebrar la misa de bienvenida a la madre generala, que presidirá monseñor Celestino Aós. Domingo nos relata: "He sufrido mucho, he estado a pies pelados, lleno de piojos, sin comer, pero aquí estoy ahora... Uff! Muy bien". A los quince años empezó a trabajar en La Vega, vendía chupetes, pasteles, calugas, tortillas, y llevaba los paquetes de los clientes a los autos. "Andaba limpiecito, eso sí". Un día vendió como 20 cajas de calugas, "me compré un pecos bill, camisas, zapatos y entradas para el Circo Las Águilas Humanas", añade contento. En eso lo llaman reiteradamente. Se va rápido, se pone la chaqueta y toma la cruz procesional que encabeza el rito de entrada de la misa. Va delante de los obispos y presbíteros. Porque, además de don Celestino, está monseñor Bernardino Piñera, Obispo emérito de La Serena, de 104 años de edad, residente de este hogar.

En la homilía, el Administrador Apostólico de Santiago se refirió al Evangelio de este día 25 de septiembre: "Jesucristo convocó a los apóstoles y los envió a hacer el bien. Y a nosotros el Señor nos ofrece también la oportunidad de estar aquí en el hogar, donde uno puede hacer el bien a los demás, como las Hermanitas de los Pobres, que han elegido este estilo de vida". Luego, agradeció el trabajo de las religiosas, pidió a Dios que aumenten estas vocaciones y a los presentes que recen por las hermanitas.

Al final de la misa, la madre María del Monte Auxiliadora entregó sus saludos a las religiosas, a los 88 residentes, al personal y voluntarios del hogar. La madre generala, española, estará hasta el 30 de septiembre en Santiago, después va a Concepción y Viña del Mar, para seguir después su periplo por Argentina y Perú, donde también hay presencia de las Hermanitas de los Pobres, para ayudarlas y animarlas en su servicio. Se mostró "feliz de estar aquí por primera vez y quiero dar gracias a Dios y pedirle a la Virgen del Carmen por toda la Iglesia en Chile". Insistió en la bendición que significa vivir de la providencia de Dios y el deseo de que mucha gente "viviera sencillamente, sin tener tantas exigencias a las que nos empuja la sociedad".

Esto es una herencia de la fundadora de la congregación, santa Juana Jugan, precisa la madre. Herencia que toca también a Domingo, que pudo dejar La Vega porque un sacerdote trajo al hogar, donde barre, riega y hace compras. O, como ahora, sirve de sacristán llevando la Cruz en la procesión al final de la misa.