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Artículo

Jueves 6 de febrero de 2020

“Ningún cristiano puede quedarse de observador, menos aún de censor o de condenador”

Con esta disposición de espíritu evangélico, monseñor Celestino Aós Braco O.F.M. Cap. Asumió como nuevo arzobispo de Santiago, tras un período en que ejerció como administrador apostólico por encargo del Papa Francisco.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

En primera fila en la Catedral Metropolitana estaba su hermana Mercedes, acompañada de su esposo, Saturnino, quienes viajaron desde Navarra, España, para vivir este momento. También acompañaron a don Celestino el nuevo nuncio apostólico, monseñor Alberto Ortega; los obispos auxiliares, obispos de otras diócesis en ejercicio y eméritos; sacerdotes, religiosas, diáconos, seminaristas y comunidades parroquiales, colegios y movimientos apostólicos. También representantes de la Iglesia Ortodoxa, autoridades militares, civiles y fieles en general.

Una asamblea solemne, alegre, de fe y vida cristiana, se aprestaba a dar su acogida al nuevo pastor. Pero antes, monseñor Aós debía cumplir con una costumbre de toda autoridad católica de mayor importancia: hacer su Profesión de Fe y Promesa de Fidelidad a la Iglesia. Lo hizo en la Sala Capitular de la Catedral Metropolitana, ante el nuncio y otros obispos, más el Cabildo Metropolitano. Allí el nuevo arzobispo de Santiago leyó en forma solemne: "Profeso todas y cada una de las verdades que están contenidas en el Símbolo de la Fe, a saber: Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra...".

Y así siguió proclamando el texto del Credo de Nicea, Constantinopla, que es más largo que el texto que se reza habitualmente. Realizado este rito, se dirigió a la capilla del Santísimo, en el templo catedral, donde hizo alrededor de cuatro minutos de oración de rodillas y en silencio, acompañado por el silencio de los fieles. Ya en la puerta principal, faltaba besar el antiguo crucifijo que ha presidido tantas liturgias a lo largo de la historia en este templo. Tras ello, monseñor Aós inició la procesión de entrada, arrancando los aplausos y vítores de los presentes, a medida que avanzaba por la nave central.

Con todos los concelebrantes en el altar, el nuncio apostólico leyó el documento del Papa Francisco que establece al nuevo arzobispo de Santiago, basado en que "fuiste bien formado en la familia de los Capuchinos (...) y que eres idóneo para presidir esta grey y para regirla prudentemente". Por ésta y otras razones, el Pontífice le expresa su confianza: "Tú podrás mostrar a todos el rostro de Cristo y su bondad".

Los mensajes de la jornada El primer mensaje no escrito fue la presencia y participación de la comunidad católica de la Arquidiócesis de Santiago, que llenó la catedral para manifestar su adhesión y afecto al pastor y la alegría de contar con un obispo titular. También se produjo una manifestación de un grupo de jóvenes que depositó cartuchos vacíos de bombas lacrimógenas cerca del altar, manifestando así algunas críticas a la jerarquía de la Iglesia frente a la crisis social.

Otro mensaje fue el saludo del padre Jerónimo Walker, párroco de la parroquia Santo Tomás Moro, de la Zona Oriente, quien se dirigió al arzobispo a nombre de la Iglesia en Santiago. Sus párrafos más significativos fueron los siguientes: "Hoy damos gracias a Dios por la vocación y presencia de don Celestino entre nosotros. Usted, monseñor, es sucesor de los apóstoles y el vicario de Cristo en la arquidiócesis. Se le confía una misión inmensa. Dios pone en su corazón infinidad de personas y comunidades: laicos, sacerdotes, obispos, religiosas, diáconos, catequistas. Comunidades de parroquias, capillas, asociaciones, congregaciones. Además de una inagotable labor evangelizadora que se realiza en colegios, universidades, hospitales, cárceles, etcétera. Es un mar casi infinito de rostros, cada uno con su historia, sus talentos y sus problemas".

"Con el don de la fe puede descubrir la presencia de Dios, su Providencia sabia y las maravillosas posibilidades que hay en cada corazón. Pero, además, asistido por el Espíritu y con lucidez y autoridad magisterial, puede hacer notar las exigencias necesarias para la paz y la verdadera alegría".

El diálogo, el principio más importante Continuó el padre Jerónimo: "Nos preocupa el quiebre social de Chile. Es una crisis social y moral. Hay una abismal desigualdad en salud, educación, sueldos y pensiones. Eso humilla y aplasta a Cristo. Una indiferencia pasiva sería una bofetada sacrílega al Cristo pobre. Eso es tan hiriente como la violencia contra un hermano. Nunca lo inhumano sana lo humano. El diálogo es el principio más importante de la vida social, y la Iglesia quiere ser morada de diálogo, sacramento de unidad y de justicia". "Tenemos la guía suprema de la Palabra de Dios, que nos sobrecoge con su profunda luminosidad y también su milagrosa fecundidad para humanizar y santificar. Ella es el más maravilloso regalo que Dios ha hecho a los hombres. Allí encontramos las respuestas y Dios entrega las claves del misterio humano, la verdad del hombre, base del diálogo y de la paz".
"En este Santiago, llagado y amado, queremos trabajar, guiados por usted, nuestro arzobispo. Queremos convocar y sumar voluntades. Hay tantas energías, tantos talentos, dones y carismas, a veces dispersos y escondidos. Queremos convocar a muchos, a todos, a tener la alegría de ser constructores del Reino". La palabra del pastor Finalmente, la asamblea litúrgica acogió con atención el mensaje del arzobispo arquidiocesano, monseñor Celestino Aós: "Cada cristiano, usted y yo fuimos bautizados un día. Y en la fe la comunidad cristiana entendió cómo se decía sobre nosotros: 'Éste es mi hijo, ésta es mi hija'.

Ya nada ni nadie nos quitará esa dignidad, ese carácter: soy hijo amado de Dios. Nos desfiguramos con nuestros propios pecados, nos combaten desde fuera con criterios y acciones de violencia, injusticia, corrupción, ridiculización. El Bautismo nos hizo criaturas nuevas (Gal 6, 15), y nos regaló la libertad de los hijos de Dios; apenas bautizados rezamos con Jesucristo y con la comunidad: Padre nuestro... Será la oración que nos acompañe, porque cada uno debemos encontrar el camino, la vocación personal y los momentos de Dios que muchas veces no coinciden con nuestros planes".

"El obispo es un cristiano que debe buscar el rostro de Dios, que reza 'venga tu Reino, hágase tu voluntad'. El obispo sabe de dificultades, de cansancios, de soledad y de luz, sabe del misterio terrible del pecado (de los pecados de los fieles y de sus propios pecados); por eso se acoge a la oración de ustedes. Yo les pido que recen siempre para que pueda tener un corazón de buen pastor como Jesús Buen Pastor, un corazón para amar y servir a todos por amor a Jesucristo".
"Enseña san Juan: "La gracia y la verdad nos han llegado por Jesús". "A los que recibieron a Jesucristo, a los que creen en su nombre les dio poder de llegar a ser hijos de Dios. Estos no nacieron de la sangre ni por deseo y voluntad humana, sino que nacieron de Dios", (Jn 1, 12-13, 17). Estamos llamados a vivir y conducirnos de modo nuevo, somos libres para amar a todos, incluso a los que nos persiguen y calumnian, como lo hizo Jesús, que pasó haciendo el bien a todos".

Ni censores ni condenadores "Pasamos por días de agitación, de división y ataques (la división, la injusticia, la mentira, la violencia, son contrarios a nuestra condición cristiana, a nuestro compromiso bautismal). La palabra de Dios nos ha repetido que "en cualquier nación, el que lo teme y obra con rectitud es agradable ante Dios. Dios envió su Palabra anunciando a los israelitas la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos" (Hechos 10, 35-36). Ningún cristiano puede quedarse de observador, menos aún de censor o de condenador; todos debemos preguntarnos ¿qué es la voluntad de Dios para mí? O con frase más familiar ¿qué haría Cristo en mi lugar?", finalizó.