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Artículo

Sábado 9 de junio de 2018

Nuevos sacerdotes jesuitas para una Iglesia profética

En medio de una asamblea alegre, festiva, solemne y muy significativa, el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, presidio la Eucaristía en que ordenó a cuatro nuevos sacerdotes de la Compañía de Jesús.

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: http://www.iglesiadesantiago.cl

La liturgia se desarrolló en la iglesia de San Ignacio, en Alonso Ovalle, en el centro de la capital, templo repleto de familiares y amigos de los nuevos presbíteros, comunidades de Iglesia, miembros de movimientos cercanos a los jesuitas, diáconos permanentes y más de sesenta sacerdotes, tanto religiosos como diocesanos. Los diáconos que fueron ordenados sacerdotes son Germán Méndez Mateluna, Juan Pablo Valenzuela Sepúlveda, José Tomás Vicuña Undurraga y Carlos Vidal Guerrero.

En su homilía, el cardenal Ricardo Ezzati en sus primeras palabras señaló que la voluntad y la disponibilidad de vivir a imagen del único Buen Pastor “expresan la fe cierta de que el amor y la gracia divina pueden llenar de significado y de belleza la existencia y la misión de una persona que, tras los pasos de Jesús, se atreve a adentrarse en el mar, a veces en un mar embravecido y en franca tempestad, para echar las redes  en su nombre”.

“Locos” seducidos por el Señor

En su salido el pastor agradeció a los papás y mamás de los que iban a recibir el Orden Sacerdotal por acoger en la familia esa vocación. Luego, reconoció que hay gente que piensa que es una locura abrazar el sacerdocio en esos tiempos y que “¡tienen razón!”. Porque “hay que estar locos para dejarse seducir y para vivir seducidos por Cristo el Señor”. Y añadió: “Cuando la vida sacerdotal aparece cargada de indigencia e inapropiada para la misión, la fe humilde y confiada del apóstol Pedro los viene a socorrer desde lo más profundo”. Y citó a Pedro: “Señor, a quién iremos? Solo tú tienes palabras de vida eterna”. Enseguida el Arzobispo de Santiago dijo: “Vivir seducido, dejarse seducir todos los días, especialmente en tiempos de confusión, este es el desafío que los compromete”.

En cuanto al ministerio presbiteral, el Arzobispo de Santiago afirmó que “no hemos sido elegidos para ostentar un título honorífico o un privilegio social, sino para reproducir la imagen de quien nos eligió”. También recordó las palabras del Papa Francisco en su carta a los obispos de Chile del pasado 17 de mayo, donde urge a “seguir construyendo una Iglesia profética, que sepa poner en el centro lo importante: el servicio a su Señor en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado”.

Sacerdotes para un tiempo desafiante

Hacia el final de su homilía, el cardenal Ricardo Ezzti afirmó que a los nuevos sacerdotes “les toca el privilegio de vivir su ministerio en tiempos desafiantes, difíciles, casi en un desierto”, y nuevamente citó al Papa Francisco, quien dijo que “precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de crecer”.

Por último, el Arzobispo de Santiago expresó: “La materna intercesión de la Madre de Jesús, la oración de los santos, especialmente de los Compañeros de Ignacio de Loyola, y nuestra propia oración, obtengan para quienes serán ordenados presbíteros el don de ser fiel imagen de Cristo Jesús, Buen Pastor”.

Al comenzar los ritos que confieren el Orden Sacerdotal a los diáconos, el superior Provincial de los jesuitas, padre Cristian del Campo, aseguró al arzobispo que los candidatos son dignos de tal ministerio. Los presentamos para el sacerdocio, dijo, “cuando más en crisis está nuestra Iglesia y más en duda está opuesto nuestro sacerdocio”. Después explicó que los consideran dignos porque “cada uno es una palabra de Dios muy concreta para el pueblo querido, una palabra llena de esperanza. Sus rostros nos recuerdan que Dios va a caminar con nosotros en este duro camino, pero necesario, de conversión eclesial”.

Luego de expresar su voluntad de ejercer el ministerio, los cuatro diáconos prometieron respeto y obediencia al obispo diocesano y a sus superiores. En la parte central del rito, el Arzobispo de Santiago y después todos los sacerdotes presentes impusieron sus manos uno por uno a los cuatro diáconos. Enseguida, el cardenal Ricardo Ezzati pronunció la solmene oración consecratoria, que les confirió el Orden Presbiteral y ungió con el Santo Crisma sus manos, para administrar los sacramentos de la Iglesia Católica.

Atentos a las necesidades del Pueblo de Dios

Juan Pablo Valenzuela, originario de Concepción, tiene tres hermanos y sus papás son Miguel Ángel y Elisa. Fue alumno del colegio San Ignacio de esa ciudad y comenzó a estudiar Odontología. En la universidad inició un proceso de discernimiento vocacional, hasta que dejó la carrera para iniciar sus estudios de Teología.

Acerca del momento en que le toca iniciar su ministerio dice: “He sido muy consciente que desde los años 90 la presencia de la Iglesia en el contexto social de Chile ha cambiado. Y yo soy hijo de esa Iglesia. En esa Iglesia descubrí mi vocación. Para mí (esta crisis) no es algo de los últimos años, es un desafío para todos nosotros encontrar la identidad religiosa y sacerdotal en este contexto. Hay que estar muy atento a qué es lo que pide el Pueblo de Dios. El contexto hoy puede ser más convulsionado. Hoy la gente espera que los sacerdotes sean generosos, comprensivos, capaces de acompañar la vida de la gente, ayudarlos en lo que necesiten de su Iglesia, principalmente sentido de comunidad y sentir ser parte de algo más grande que la propia individualidad”.

Su primer ministerio sacerdotal lo desarrollará en el Colegio San Ignacio de Concepción. Los otros nuevos sacerdotes desarrollarán su labor pastoral en Santiago, especialmente con jóvenes y migrantes.