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Testimonios familiares de fe en pandemia

Han transcurrido casi cinco meses desde que millones de personas en Santiago y distintas regiones del país empezaron a cumplir cuarentena obligatoria para evitar el esparcimiento del Coronavirus, lo cual ha llevado a las familias a adaptarse a esta forma de convivencia. A través del testimonio de varias personas, pudimos conocer cómo han experimentado la fe en este tiempo, valiéndose de herramientas como la oración, la fe y la unión.

Por: Vanessa Yegres

En una oportunidad, el Papa Francisco dijo que “tener un lugar a donde ir, se llama Hogar. Tener personas a quien amar, se llama Familia, y tener ambas se llama Bendición”. Estas palabras han demostrado ser cada vez más ciertas, cuando alrededor del mundo, enfrentamos la amenaza invisible de un virus que ha dado un vuelco a la vida como la conocemos y ha hecho que un sinnúmero de familias, con todo tipo de dinámicas, se hayan visto obligadas a reformular su convivencia y afrontar esta dificultad unidos, armados únicamente con paciencia, coraje y fe. 
Si bien distintas organizaciones internacionales han puesto su foco en los problemas globales que enfrentamos actualmente, poco se habla acerca de la convivencia intrafamiliar en este tiempo. Las familias que conforman las comunidades parroquiales, particularmente, han incorporado la espiritualidad aún más en su cotidianidad, para superar juntos los desafíos que traen el aislamiento y la convivencia. 
Transmitiendo la Fe
La familia Lara hace vida activa en la parroquia Divino Redentor de La Florida desde hace muchos años. Sergio, quien es cabeza de hogar, tiene tres hijos grandes, dos nietas pequeñas, está casado y su suegra vive con ellos también. El testimonio de esta familia da cuenta de cómo han reforzado los lazos al tener la oportunidad de pasar tiempo de calidad juntos. 
Sergio señala que en este tiempo de pandemia, una de las mejores cosas que le ha pasado ha sido compartir con su familia y su nieta a través de juegos y espacios de distensión que han creado en la convivencia. “En honor a la verdad, no soy muy de apego, pero las dos nietas nos han llevado a congeniar dentro del hogar, a disfrutar de momentos que no habíamos vivido”. 
La mayor preocupación que han afrontado como familia, ha sido la exposición que tiene al contagio su hijo mayor, que trabaja en el área de la salud como kinesiologo. “Cuando llega, pasa directo al baño a sacarse todo, bañarse y seguir el protocolo de salud y después de eso recién nos puede saludar. Esa ha sido nuestra única preocupación”. 
No obstante, la experiencia de acercamiento que han tenido como familia a través de la fe, han sido momentos alegres y conmovedores del día a día. La lectura diaria de la biblia, ver la misa de forma online y valerse de herramientas como Youtube para escuchar juntos el Evangelio del día, los “ayudan a enfrentar más la situación” y que, además, han hecho que las más pequeñas en casa se sumen a los momentos de oración en el pequeño altar que tienen, pidiendo por los enfermos y necesitados. Transmitir la fe y enseñar acerca de solidaridad, para los Lara, ha sido un recordatorio constante de mantener a Cristo en el centro.  “Las personas dicen que Dios nos manda pruebas. No creo que sean pruebas, sino demostraciones, Él nos demuestra las cosas que pueden pasar”, asevera Sergio.


La unión y el trabajo de familia
Pamela Gajardo y su esposo, Mauricio, tienen una hija de dos años y, por el tiempo de pandemia, recibieron a sus padres. La mayor diferencia que notan en el cambio de todos los días es el miedo con el que viven este tiempo, las medidas extremas de protección y la cantidad de tiempo que comparten ahora. 
Pamela piensa que compartir este tiempo en familia ha sido positivo en términos de convivencia y el apoyo que recibe diariamente para cuidar a su hija. “Algo tan sencillo como tener horarios de comida, poner la mesa no podía hacerlo y ahora es algo que compartimos a diario”. 
El cambio para ellos ha sido grande, por la lejanía que experimentan ahora en la vida parroquial y el proceso de adaptarse al mundo virtual con misas y reuniones pastorales. “A pesar de eso, pienso que se ha dado en la Iglesia un cambio que permite que las personas nos expresemos más. Mandamos saludos, comentamos, nos ha hecho más participativos”, explica Pamela. 
El lado positivo a lo que afrontamos actualmente está pasando en el aspecto espiritual, dice. “Siento que tenemos más tiempo para realizar una oración, leer la biblia; ya tenemos tiempo. La unión y el trabajo de familia, estar todos juntos es la lección más importante en este tiempo”. 
Un signo de compromiso
Alejandro Negrete y su esposa, Romina, llevaban solo semanas de recibir a su cuarto hijo, Santino, antes de que empezara la cuarentena en la capital. “No esperábamos algo tan extremo y tan cruel como la pandemia”, cuenta Alejandro. “Santino nació en febrero y a las pocas semanas, empezó el confinamiento y esto nos estremeció, porque dificulta cosas como las visitas al médico”.
En el aspecto práctico, señala Alejandro, el tema ha sido complejo por la vida de parroquia y de familia que llevaban anteriormente. El aspecto emocional también ha sido difícil para ellos, teniendo lejos a los padres de Romina y el resto de la familia. 
Reconoce que a pesar de la dificultad, hay aspectos positivos. “Los primeros meses estuve haciendo teletrabajo y eso me permitió poder estar en este proceso de crecimiento de mi hijo pequeño”. 
El camino de fe que han recorrido individualmente y como núcleo familiar ha servido para complementar no solo la confianza en Dios, sino que esto ha generado un impulso personal, laboral y académico, pero también en momentos difíciles. “Somos personas y ante esa debilidad humana, nos lleva a tener temor y dudar, pero cuando tu fe ha sido fortalecida durante el tiempo, ves una cara distinta de Cristo presente que te va dando ánimo y te hace levantarte”, cuenta.
La fe, para Alejandro, es un signo no solo de compromiso, sino de “disponer toda la confianza y esperanza en ese Dios que he hecho parte de mi vida y que yo, de alguna manera, me he permitido vivir en él”. 
Un mensaje común
La esperanza y el respeto han sido señaladas como las herramientas infaltables para las buenas relaciones familiares, sin lugar a dudas. Sin embargo, el mensaje común en este tiempo ha sido reforzar no solo la confianza y la fe, sino los valores cristianos que nos permiten ser empáticos y comprensivos, cuidando de manera mutua nuestros vínculos cercanos.