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Martes 11 de enero de 2022

En visita a Lampa cardenal Celestino Aós llamó a vivir cada día como cristianos

En el día del Bautismo de Jesús, el arzobispo visitó el trabajo de “Capilla País”, de la Pontificia Universidad Católica, UC, en la capilla Sagrada Familia, en Lampa. Posteriormente, el cardenal se trasladó a la parroquia Santa Teresa, en Batuco, donde presidió la misa, concelebrada por el párroco, Alfonso Fonseca Castillo, y el diácono Sergio Picón Saavedra.

Fotos: Omar González

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

En medio del ruido de martillos, serruchos y voces de mando, el pastor compartió un momento esta labor y animó a los universitarios en su servicio. Tomás Irarrázaval, jefe de la Zona Batuco de ese proyecto de la Pontificia Universidad Católica, PUC, y alumno de Ingeniería Civil de la Universidad de Los Andes, explicó que la objetivo de la iniciativa es “formar una Iglesia al encuentro de todos, sobre todo en las periferias de las grandes ciudades, para la construcción de una comunidad eclesial, más allá de la construcción de templos físicos, lo que redunda en una ayuda en primer lugar para los voluntarios del proyecto”. 

En esta capilla trabajan 29 voluntarios, que partieron el 4 de enero y estarán hasta el 14 de este mes, tiempo en el que se involucran con las personas del sector en el levantamiento de la capilla, pero también en diversas actividades comunitarias con niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, explicó Tomás, que añadió que “la comunidad ha sido muy acogedora con nosotros”.

Por su parte, el cardenal los invitó a vivir su Bautismo: “Allí donde vayan guarden su Bautismo, compórtense como hombres y mujeres bautizados y de esa manera sean felices. El cristianismo se contagia viviendo como cristiano y así se hace cristianos a los demás”. 

Alertas ante la existencia real del pecado

Terminada esta visita, el cardenal se dirigió a Batuco, donde concelebró la misa de esta fiesta junto al párroco, padre Alfonso Fonseca Castillo, y el diácono permanente Sergio Picón Saavedra. Al comienzo de la liturgia, el párroco dio la bienvenida al pastor y agradeció su visita.

Durante la homilía, el arzobispo hizo conciencia en los fieles sobre la existencia real del pecado en la humanidad y la necesidad de expresar arrepentimiento, tener un espíritu de conversión, para volver a la gracia del Bautismo, cuyo signo principal es el agua viva, que purifica. El propio Jesús fue bautizado, recordó el pastor, “se hace solidario con el pueblo, él no tiene pecado, él no necesita conversión ni penitencia”. Precisó que al participar de ese bautismo Jesús “nos está anunciando algo que es fundamental en nuestra condición cristiana: Jesús se siente y se hace miembro de ese pueblo y nosotros también somos miembros del Pueblo Santo de Dios. No estamos solos, sino que formamos la Iglesia, y debemos vivir con el gozo de ser Iglesia”.

Agregó el cardenal que no basta solo el certificado de Bautismo, sino que vivir el sacramento, renovarlo cada día y “vivir alertas, porque uno de los efectos más terribles que tiene el pecado es que nos aleja de Dios, nos presenta a Dios como si fuera un enemigo, y parece que nos prohíbe todo aquello que nos causa satisfacción”. Enfatizó en que “eso es lo que en la cultura actual nos repiten una y otra vez”, que la Iglesia está en contra de la humanidad, porque no comprende “que el aborto es algo deseable en algún momento, que la eutanasia termina con el sufrimieno de los demás, que ustedes son los que se oponen al pregreso, no entienden”. Ante esas actitudes de la cultura actual, el pastor advirtió que “esta es una primera trampa que el bautizado debe desenmascarar y vivir ese gozo del bautismo, que me lleva a sentir que Dios es mi Padre, mi redentor, no es mi enemigo, Dios quiere que seamos felices”. 

Como bautizados, miembros de la Iglesia, dijo que también tenemos que estar alertas ante el pecado y el escándalo al interior de la iglesia: “Tenemos que rechazarlo, pero también reconocer que en la Iglesia hay mucha gente buena, jóvenes que en vez de descansar se van a distintas comunidades a construir capillas; tanta gente que ayuda a los enfermos, a los ancianos, tanta gente buena que no mete ruido,  porque ‘el bien no hace ruido y el ruido no hace bien’. Hoy parece que el que grita es el que va a salvar al mundo”.

El arzobispo terminó su homilía con este llamado: “Siéntanse Iglesia y estén dispuestos a colaborar con lo que les pida el párroco”.