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Miércoles 22 de marzo de 2017

Parroquia de La Legua hace noticia en EE.UU.

A raíz del inédito video enviado por el Papa Francisco grabado con celular, animando a sacerdotes y comunidades que trabajan en poblaciones de Santiago tomadas por el narcotráfico, el medio inglés Catholic Philly, realizó una nota en la parroquia San Cayetano de La Legua.

Periodista: Enrique Astudillo Baeza

Fuente: Catholic Philly (LINK ORIGINAL)

Link fuente: http://catholicphilly.com/2017/03/news/world-news/in-notorious-santiago-community-church-works-to-give-people-options/

A continuación entregamos la versión completa del reportaje, traducido al español:


En popular población de Santiago, la Iglesia trabaja para dar a las personas mejores opciones

Los residentes de La Legua, comunidad famosa de Santiago, nunca están seguros de cuándo comenzarán los tiroteos. María Escalona Devia, dice que como resultado, la gente vive con miedo.

Por Jane Chambers Catholic News Service

"Las batallas están entre las bandas de narcotraficantes rivales que dirigen la zona", dijo María Escalona Devia a Catholic News Service y agrega: "Una pelea comenzará en cualquier parte, incluso si un traficante no le gusta la forma en que alguien lo mira. No buscan dispararnos, pero si una bala perdida se interpone en el camino, entonces ahí puedes morir".

El Arzobispado de Santiago está tratando de cambiar eso. Escalona trabaja en el Centro Vida Nueva, un centro de salud administrado por la iglesia. Tiene dentistas, psicólogos y medicina gratuita, y cerca de 600 personas visitan cada año.

"El estrés y la depresión son los mayores problemas aquí. A menudo la gente sólo quiere ser abrazada y escuchada ", continúa Escalona.

Cuando los obispos chilenos visitaron al Papa Francisco en su Visita Ad Limina a finales de febrero, el obispo auxiliar Pedro Ossandón Buljevic, pidió al Papa que enviara un mensaje a los sacerdotes locales. Así que el obispo Ossandón grabó un video en su teléfono, un mensaje del Papa Francisco instando a los sacerdotes a continuar su lucha contra las drogas y a ayudar a los niños que viven en esos barrios.

Algo que el padre Gerardo Ouisse lleva haciendo desde 1986 cuando llegó a Chile durante la dictadura militar del general Augusto Pinochet a la parroquia de San Cayetano en La Legua: "Me alegra que el Papa haya hecho que este tema sea más destacado y espero que eso haga que la gente lo tome más en serio. Cuando llegué por primera vez quería conocer mi parroquia, así que fui y caminé por las calles. En cada esquina había grupos de jóvenes, fumando, luchando, consumiendo drogas. Estaba claro que no tenían ningún propósito en la vida", analiza.

El padre Ouisse piensa que el problema es una mezcla de geografía y cultura. La Legua es un ghetto situado en medio de cuatro de las calles principales de Santiago, convirtiéndolo en un lugar perfecto para traficar drogas. Alrededor de 15 mil personas viven allí y la mayoría de ellos ganan salario mínimo, con poca educación y perspectivas.

"Los narcotraficantes se aprovecharon de eso cuando llegaron en la década de los 80 para el comercio de cocaína no tratada y otros tipos de drogas. Eran como los padrinos del barrio. Si alguien estaba enfermo o necesitaba un préstamo, se encargaban de ello, por lo que la comunidad se alió a ellos. En estos días alguien puede ganar alrededor de $30.000 al día para mantener dos a tres kilos de drogas para ellos. No hay ningún otro lugar donde puedan hacer ese dinero", aclara el padre Ouisse.

A lo largo de los años, el Padre Ouisse ha necesitado protección policial debido a las amenazas de muerte, y durante una procesión religiosa se vio obligado a llevar un chaleco antibalas: "A veces, cuando hay tiroteos, he salido con un megáfono y les digo que se detengan... ¡Respeta la vida, detente! En el nombre de los niños, las mujeres y Jesucristo, les pido que dejen de disparar, y lo hacen", cuenta.

El padre Ouisse es muy respetado en la parroquia. Su centro comunitario, abierto de 7 am a 11 pm, nunca ha sido asaltado. Y en el pasado, los traficantes de drogas se han puesto en contacto con él para celebrar una misa cuando algún familiar ha muerto.

Cree que la clave está en el respeto. Durante los últimos 16 años, la comunidad ha tenido vehículos de policía estacionados en casi todos los rincones y patrullas en cada calle del vecindario, algo que para el padre no ayuda en nada: "Hace que la comunidad no dimensione la gravedad y no se detenga el problema. La delincuencia y los narcotraficantes son parte de esta comunidad y tenemos que aceptarlos en lugar de rechazarlos", afirma.

El sacerdote añade que parte de la solución es dar a los jóvenes una forma alternativa de vida. La clínica de salud y una escuela de danza con 300 estudiantes es un ejemplo. Cuatro días a la semana, la parroquia ofrece almuerzos: "Podemos tener alrededor de 110 personas viniendo a comer aquí. Les damos lentejas, ensaladas de porotos. Algunas veces hay peleas, pero he trabajado aquí durante los últimos 15 años y sé cómo mantenerlos bajo control", agregó con una sonrisa Margarita Valenzuela Verdugo de 72 años y voluntaria de San Cayetano.

"El padre Gerardo es muy querido en la comunidad, pero es una realidad muy difícil, especialmente para los niños", aporta Luisa Echeverría Escárate, otra voluntaria, mientras pica pimentones para el almuerzo. "No podemos dejarlos fuera de nuestra vista. Estamos demasiado asustados para dejarlos jugar en las calles. La escuela local tiene ventanas a prueba de balas, y a veces se cierra debido a los tiroteos, las balas están tan cerca que las ves volar en el patio de recreo", cuenta afectada.

Otra voluntaria del centro comunitario, Gertrudis Geraldo, agrega: "La iglesia está haciendo mucho, pero también depende de los padres. Ellos necesitan dejar de estar involucrados con las drogas. Sus hijos ven lo que están haciendo desde una edad temprana y se convierten en parte de su cultura. Hay buenas personas que viven aquí, abogados, maestros, bailarines, pero los traficantes dan a nuestra comunidad un mal nombre", sentencia.