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Jueves 4 de noviembre de 2021

Panel Araucanía: ¿Cómo propiciar el diálogo para lograr la paz?

Conversamos con seis personas que están aportando desde diferentes veredas para abordar el conflicto en La Araucanía. Todos coincidieron en la necesidad de dialogar para lograr la paz, pero hay diferencias en temas como seguridad, reparación y el deber del Estado. Además, valoraron el proceso que inició el Centro Nansen, organismo experto en diálogo con sede en Noruega, que fue invitado por universidades regionales a la zona.

Periodista: Magdalena Álamos

HÉCTOR VARGAS, OBISPO DE TEMUCO:

Tenemos que reconocer que la forma en que el Estado de Chile ingresó a La Araucanía fue una acción extremadamente violenta. No solamente se conquista un territorio, sino que el problema más grave es que se desconoce absolutamente la identidad, la cultura del pueblo mapuche. Y lo peor de todo es que se la prohíbe. (...) En este momento hay una desconfianza enorme hacia el Estado porque no ha tenido la voluntad política hasta el día de hoy de hacer realmente lo que tiene que hacer. (...) Es interesante que cuando se escribió la primera Constitución chilena, esta hablaba de la presencia del pueblo mapuche. Y de ahí en adelante en todas las otras constituciones no está, desaparecieron. Creo que tenemos que ir un poco más allá y reconocer que Chile es un país multicultural, que tiene que reconocer su “hermosa morenidad”, como dice nuestro poeta Premio Nacional de Literatura (Elicura Chihuailaf). Tenemos que reconocer que Chile es un país compuesto por distintos tipos de pueblos y, por lo tanto, no es una unificación, no es idéntico. Cada pueblo tiene lo suyo, su identidad, cultura, cosmovisión, etc. Tenemos que hablar de todos ellos (...) Por último, tengamos esperanza de que vamos a salir bien de esto. Sin duda que es un proceso largo, Nansen piensa en diez años. Las cosas no se arreglan de la noche a la mañana, ni por un decreto ni una ley. Ni siquiera por una Constitución, porque aquí hay que reparar confianzas, hay que aprender a dialogar, a escucharnos, a conocernos y encontrar juntos la respuesta.

PABLO URQUÍZAR, COORDINADOR DE LA MACROZONA SUR:

Primero, señalar que el país es de todos. El diálogo también es de todos y la Constitución también tiene que ser de todos, y tiene que ser nuestra casa común. Desde esa perspectiva yo hago dos llamados. El primero, a mirar el pasado, a aprender del pasado, pero no a quedarnos en el pasado. Estamos en el presente y tenemos un futuro. Un futuro en donde se puede avanzar en un desarrollo económico, social y cultural del pueblo mapuche. En un futuro en que se pueda avanzar a través del diálogo. Y un futuro en que, además, se pueda avanzar en mayor seguridad a las personas que viven en la Macrozona Sur, desde la perspectiva de su integridad física, psíquica y también de sus familias mapuche o no mapuche.
Segundo, es a condenar el enemigo común: la prepotencia, la discriminación, la ausencia de oportunidades, pero también el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado. Desde esa perspectiva, todos los que estamos presentes, poner toda la disposición, todo el diálogo y la voluntad posible para que, pese a las diferencias, podamos acercarnos a partir de lo que nos une y construir, precisamente, el futuro de nuestro país, donde no solo nosotros, nuestros padres y también nuestros hijos y nietos puedan vivir en tranquilidad, con plenas oportunidades y también con la diversidad y el reconocimiento que se necesita.

ISOLDE REUQUE, DIRIGENTE SOCIAL MAPUCHE:

Desde que se crea el Estado en Chile, no se reconoce a los pueblos originarios, los invisibiliza. Creo que es una alegría compartir las diferencias y dar prestigio a nuestros pueblos y realidades. El conflicto no es mapuche. Es de falta de voluntad política, de reconocimiento, de amor al otro. Y se pasa por encima el ser che, el ser persona. Es una provocación tener militarizada la Macrozona Sur, como le llaman. Nosotros no queremos perder vidas humanas, luchamos por la vida, por un pueblo digno. Con la Constituyente hay una nueva esperanza, pero tiene que ir con el respeto de unos y otros. Algo que no ha habido. (...) En los últimos 30 años, han sido capaces de tomar una bandera de las demandas de nuestro pueblo. Espero que no sea para utilizarla en favor de otros y en desmedro de nosotros. (...) Se ha hecho riqueza destruyendo la naturaleza. Hoy gritamos porque no tenemos árboles nativos, no tenemos agua. Hoy gritamos porque no nos sabemos escuchar. (...) El Estado ha sido incapaz de saber conversar con su propia gente. No han sido capaces de vernos como nos deben ver. Nos folclorizan, pero no toman en cuenta el fondo de esto. Creo que hay que ver cuál es el verdadero problema, desde que comienza la historia de Chile como país, hasta hoy. Creo que es el momento que vean en el otro,
otra persona. Estamos cansados de estudios, queremos respuestas, reconocimiento, reparación.

JUAN CARLOS RADOVICH, ANTROPÓLOGO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES:

Creo que este concepto de deuda histórica o reparación histórica es fundamental para pensar a futuro en mejoras, avances, porque el concepto de deuda es clave y las deudas deben pagarse. Eso deben hacer los Estados: por un lado, reconocer la impronta genocida en su constitución como tales. Tanto en
Argentina como en Chile se produjo en las denominadas “Pacificación de La Araucanía” y la “Conquista del Desierto”. Creo que ese es un aspecto que en parte está reconocido, en parte no. Son cuestiones contradictorias, incluso en la ley. Hay mucha ambigüedad jurídica. Suele denunciarse muchas veces el terrorismo de determinados sectores populares, pero se minimiza el papel del terrorismo de Estado, tanto en períodos dictatoriales como en democracia. (...) Por un lado hay toda una serie de instrumentos legales que son útiles para avanzar en el reconocimiento de derechos y en una verdadera justicia desde el Estado y, por otro lado, debido a esta ambigüedad jurídica, existen acciones que limitan. Especialmente mediante la construcción de discursos del odio. Hay sectores del poder cuya finalidad es la acumulación por modos violentos. Eso es lo que genera los conflictos actuales y eso es lo que los Estados deberían intervenir y en donde debe aplicarse esta idea de reparación o deuda histórica.

PATRICIO SANTIBAÑEZ, PRESIDENTE DE LA MULTRIGREMIAL DE LA ARAUCANÍA:

Todos tenemos la misma dignidad y hay que partir de esa base. Obviamente que impresiona ver a los militares, también la violencia que se conoció del período de “pacificación”, pero uno no puede omitir la violencia que hay hoy día. Eso, por la visión de pocas personas que, mediante fusiles, quieren someter al resto. Eso es un atentado a la democracia en cualquier parte y la democracia tiene derecho a defender a sus ciudadanos y sus instituciones. (...) Con el centro Nansen hay una gran oportunidad. Estimo importante que junto con eso se dé un ambiente de paz y que la ley sea y funcione pareja para todos. (...) Creo que debe primar la visión de futuro, reconociéndonos todos iguales. (...). El Estadocometió muchas injusticias, pero ¿usted tiene que pagar esa deuda? No lo tengo tan claro. Sí creo que hay que hacer un plan que ayude a todos los chilenos que están desvalidos. (...) Insistir en lavisión de futuro, que parte del reconocimiento de que somos distintos, tenemos orígenes distintos y el respeto de todos, con un fuerte apoyo al tema cultural mapuche. Eso debe ser valorizado por la sociedad y eso significa recursos. En temas sociales y económicos, lo que corresponde para un beneficio social es su condición social. (...) Se requiere una fuerte inversión en desarrollo social y una visión conjunta de país, de región, por medios democráticos que consideren no sólo la opinión de los líderes para construir el destino de la región. Y en eso tienen que participar mapuches y no mapuches.

JORGE PINTO, PREMIO NACIONAL DE HISTORIA:

Las diferencias no deberían separarnos. Por el contrario, como dice el Papa, deberían permitirnos construir puentes. Y ese es el gran desafío que tenemos hoy día. Esos puentes los podemos construir
entre todas y todos, sin distingos, sin diferencias, sin discriminaciones. ¿Qué podríamos hacer para avanzar en esa dirección? Yo diría que en primer lugar deberíamos hacer un tremendo esfuerzo por cicatrizar las heridas, que no van a desaparecer. Creo que el primer desafío es sobreponernos a las heridas que dejó la violencia, que particularmente cayó con mucha fuerza sobre el pueblo mapuche. Eso generó mucha ira, muchas desconfianzas. Tengo la impresión de que los esfuerzos que se están haciendo en Chile, convocando al centro Nansen, es un paso muy importante que debemos valorar. En eso, la Iglesia está jugando un rol importante y el llamado del Papa nos obliga a seguir insistiendo en el diálogo. Como dice, “identidad y diálogo no son incompatibles”. (...) Condenemos la violencia, pero partamos condenando la del Estado. Tropas armadas con fusiles, metralletas, tanquetas, ¿acaso eso no es violencia? ¿Qué quieren, que el pueblomapuche no reaccione contra la violencia del Estado con su propia violencia? La violencia no hay que ni justificarla ni condenarla. Hay que tratar de explicarlas razones por las cuales existe violencia. Creo que el principal error del Estado -y no es de este Gobierno, es de Estado- ha sido privilegiar la seguridad y no la paz.