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Martes 1 de febrero de 2022

Opinión: Sinodalidad: participación activa y diálogo abierto

Por: Triana Vera, animadora de la Parroquia Santa María Magdalena de Puente Alto

Fuente: Periódico Encuentro

Sinodalidad, un tiempo de discernimiento y búsqueda de la voluntad de Dios, una invitación
para toda la Iglesia y la comunidad cristiana. Estas son palabras que hemos oído incontables veces de nuestros sacerdotes y del propio Papa Francisco, ¿pero qué implica hacernos parte de esta Iglesia sinodal? ¿Es una tarea del sacerdote o una tarea individual?

El camino sinodal implica una corresponsabilidad entre laicos y religiosos, adultos   jóvenes, niñas, niños y adultos mayores. Es una participación activa con un diálogo abierto en comunión con todas las generaciones, en el que podamos ponernos de acuerdo en una gran misión que es llevar a Cristo a la gran mayoría de las personas.

Cuando miramos la psicología juvenil hay un aspecto clave en esta etapa de la vida: es el sentido de justicia social, la inquietud por luchar contra lo que encuentran injusto, las ganas de cuestionar, de dialogar y de querer ser partícipes de la toma de decisiones. Como país hemos pasado por un año de elecciones: constituyentes, gobernadores, primarias y presidenciales, en las que se ha podido evidenciar que la participación juvenil (entre 18 y 29 años) fue en aumento en cada una de estas instancias. Esto es solo una muestra de que en ellos está el ímpetu de querer construir algo mejor para el futuro.

De esta manera, el tiempo de sinodalidad es una oportunidad de hacernos protagonistas de la participación, de hacernos responsables de nuestras ideas y pensamientos y de buscar el espacio de llevar a acciones concretas nuestra fe. Esto trae consigo grandes desafíos, pues no solo se trata de encontrar a los jóvenes, dialogar, discernir y proponer, sino también de que la Iglesia abra nuevos espacios y sepa acompañar a estos nuevos liderazgos, aun cuando piensen distinto.

Estos desafíos solo se lograrán si somos capaces de dialogar, de volver a las bases, de generar instancias transgeneracionales en las que podamos construir y planificar nuestros consejos pastorales como momentos de discernimiento de nuestra acción en la Iglesia. Es en este sentido donde todos estamos invitados a acompañar a otros, pero también a dejarnos acompañar sin el prejuicio de la edad. ¿Se imaginan un joven acompañando el camino de un adulto? ¿O un adulto mayor acompañando a un
adolescente? Qué bonita manera de pensar este camino sinodal.

El Papa Francisco da una frase clave para entender esta gran y profunda invitación. “No hay sinodalidad sin estos gestos de amor”. Cuando ponemos a Cristo en el centro del camino significa que ponemos su amor como protagonista del diálogo, y así mirarnos unos a otros y dialogar pensando en cuánto amor estamos dispuestos a dar, pero también estamos dispuestos a recibir.