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Miércoles 5 de septiembre de 2018

¿Se puede combatir la desigualdad regulando el salario máximo?

La encuesta Casen dejó en claro la gran brecha de desigualdad en Chile. ¿Será buena idea combatir esa desigualdad regulando los ingresos máximos? Hicimos esta pregunta a distintos hombres y mujeres públicos. En este artículo están sus respuestas.

Fotos: Comunicaciones Santiago

Periodista: Paula Ampuero, Juan José Richter y Francisco Morón

Fuente: Iglesia de Santiago

Link fuente: www.periodicoencuentro.cl

Cuando en este momento el gobierno y los parlamentarios discuten sobre el salario mínimo, nadie habla del máximo, que en muchas ocasiones las diferencias -entre los sueldos más bajos y más altos- superan las 60 veces en una empresa.

Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Chile es el segundo país más desigual de sus miembros, luego de México, si se compara el 20% de mayor ingreso con el 20% de menor (2017). En este contexto y si lo llevamos a nuestra realidad, la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI 2017) publicada por el INE, muestra que el 71% de las personas ocupadas recibió ingresos menores o iguales que al promedio ($554.493). Asimismo, el 12,2% del total de personas ocupadas recibió ingresos mensuales mayores a $1.000.000, el 3,3% percibió sobre los $2.000.000 y sólo 1,5% recibió ingresos superiores a $3.000.000, lo que muestra una gran diferencia en los ingresos de los chilenos.

Si bien la desigualdad es un problema que afecta a distintos países, no hay grandes antecedentes de regulación a los salarios máximos o de las brechas salariales. Sin embargo, existen algunas experiencias donde se ha hecho, en pos de disminuir la desigualdad, pero no como una medida única, sino que inserta en modelos de desarrollo económicos con más sentido social, como lo es la economía del bien común.

El caso más emblemático es la situación vivida en Mondragón, España. Donde hay un sistema de cooperativismo en el que los propios trabajadores son quienes administran las empresas (propietarios). El grupo Mondragón, que fue fundado por el sacerdote José María Arizmendiarreta, tiene 62 años y actualmente cuenta con más de 70 mil trabajadores en cerca de 260 empresas. En tanto, en Chile la realidad está muy distante a lo ocurrido en el caso español. Según los datos de la última CASEN, la diferencia de ingresos entre el 20% más rico y el 20% más pobre es de 39 veces. Ante este panorama, consultamos a diferentes actores en esta materia: ¿será una buena medida para combatir la desigualdad en Chile, la regulación del salario máximo?

Fernando Montes, sacerdote jesuita: "Es muy difícil poner sueldos máximos, porque hay varias maneras de esquivar el tema, pero es obviamente escandalosa la diferencia, que haya personas que ni siquiera ganan el sueldo mínimo, y sabemos que este no permite a una familia vivir con un mínimo de dignidad. El padre Hurtado insistió mucho en algo que quedó plasmado en una frase que puede ser mal entendida, pero es notable: la caridad debe comenzar donde termina la justicia. Por favor, vamos a la raíz de las cosas para que esto no se reproduzca y no siga durando año tras año. La ayuda o caridad que uno puede hacer a un mendigo debe ser encarada ojalá primero en la raíz que produce esa situación".

Alejandra Krauss, ex ministra del Trabajo: "Se debe regular cuál debiera ser la brecha máxima que debiera existir entre los salarios al interior de las empresas, más que un monto máximo. Me parece que es un debate que debiéramos dar. Sin duda, para reducir las brechas de desigualdad en nuestro país, los poderes de negociación de los trabajadores con sus empleadores a través de los procesos de negociación. Quien crea que va a establecer sus condiciones laborales, incluidas sus remuneraciones, individualmente, salvo que uno tenga una relación muy directa con su jefatura, es probable que eso no ocurra".

Roberto Fantuzzi, empresario de Asexma: "Acá en Chile las diferencias pueden ser 60, 80 veces, yo creo que es una exageración, y más aún, cuando se discuten a veces pliegos de peticiones, uno concluye que las diferencias que son tan grandes a veces producen intranquilidad social, que es contrario a lo principal que uno debiera perseguir como empresario, que es buscar la paz social. Las empresas privadas se manejan por sus propias leyes, salvo que los rechazaras como gasto rechazado para los efectos tributarios y paguen impuestos sobre la diferencia determinada, es lo único que podría ser. Pero es imposible poder fijarlo. Éticamente está mal, uno no comparte que existan diferencias de 60 veces. Es muy grande la diferencia".

Juan Ignacio Latorre, senador (Revolución Democrática): "Es una discusión necesaria de instalar y súper compleja, por lo demás. Estamos en una economía de libre mercado y meterse en una regulación de los salarios máximos es entrar en la libertad de las empresas de definir la distribución interna de los salarios. Desde el mundo empresarial y de diferentes sectores políticos acusarían que es una intromisión indebida. Sin embargo, es una discusión que hay que instalar, por ejemplo, a partir de entidades públicas, administración del Estado, donde uno puede perfectamente establecer salarios máximos y rangos de equidad internos. Es parte de lo que hemos declarado nosotros con la disminución de la dieta parlamentaria, que tenga una relación con el salario mínimo. Se debería dar el ejemplo desde las instituciones públicas, fijar un rango de equidad interno que sea un ejemplo para las empresas privadas. También deberían hacerlo muchas organizaciones de la sociedad civil, yo lo vi en Europa, fundaciones, ONG, organizaciones que trabajan en el mundo social o cultural, también implementan rangos de equidad internos que no superan 4 veces entre el que gana menos y más. También deberían hacerlo las organizaciones de Iglesia, transparentar esa información, lo vi también mucho".

Benjamín Sáez, investigador Fundación Sol: "No necesariamente disminuiría la desigualdad regulando el salario máximo. Debería ir acompañada de otras cosas, no es solo limitar los altos salarios. En ese sentido se entra a otra discusión que es muy importante, y que es, ¿qué pasa con las ganancias? Porque acá estamos hablando de trabajadores que tienen un salario, pero qué pasa con las ganancias, ¿las personas que son dueñas de un capital pueden ganar infinito, o no? Esto nos conduce de una otra forma, en este mundo de las ideas, a otra discusión que es el debate de fondo, que es para qué se está organizando hoy la economía, ¿se está organizando para que la mayoría de las personas pueda vivir con una calidad de vida suficiente, o se está organizando para que ciertas personas- compañías- puedan acumular infinitamente?".

Carolina Grünwald, economista Libertad y Desarrollo: "Regularizar el mercado laboral perjudica al que está más abajo en la escala de remuneraciones, por ejemplo el salario mínimo. La única manera de ganar más y conseguir más ingresos y que seamos cada vez más productivos y tengamos mayores ingresos, es con crecimiento económico. No hay mejor política social que el crecimiento económico y el pleno empleo. La pobreza dejó de caer a la tasa que estaba cayendo, justo cuando el país dejó de crecer a la tasa que estaba creciendo. No es de mala onda, obviamente a todos les gustaría tener salarios mucho más altos, pero tú no puedes por ley acortar el salario alto para darle al bajo, eso no se puede hacer. La regulación al mercado laboral lo que hace es promover la informalidad y el desempleo. Una cosa es que sea justo y otra cosa es que no sea justo, para eso están las políticas sociales".

David Bravo, economista de la Pontificia Universidad Católica: "Creo que poco de la desigualdad va a cambiar con este tipo de regulaciones. Son difíciles de fiscalizar y no son una buena idea. Distinto es el caso de empresas que discutan internamente la posibilidad de ponerse restricciones de esta naturaleza. Me parece que actualmente el mercado laboral ha acentuado las diferencias debido a que la tecnología es mucho más complementaria con el trabajo muy calificado y es más bien sustituta del trabajo no calificado. El mayor acceso a la educación superior debería contribuir a disminuir esta desigualdad; y también el mantener, como ha ocurrido hasta la fecha, un salario mínimo que no se rezague con el incremento en la productividad. El debilitamiento de los sindicatos en el mercado laboral chileno tampoco ha contribuido a equiparar el poder de negociación de las partes. Creo sí muy legítimo levantar el tema, o tal vez promoverlo, a nivel de empresas privadas que voluntariamente quieran (a partir de una discusión interna o con sus accionistas, por ejemplo) poner algún tipo de limitación o restricción.

Ignacio Arteaga, presidente de USEC: "No, no creemos que ese sea un buen método para superar la desigualdad económica. Este desafío no pasa por quitarle a los que más tienen, o en limitar las potencialidades y talentos de los que más pueden, sino en crear valor económico, mediante la producción de buenos bienes y servicios, y que las empresas retribuyan de manera justa a todos quienes contribuyeron a la creación de ese valor económico. Para esto es importante la capacitación, la productividad y el desarrollo de los talentos de todos quienes, a través de tu trabajo, contribuyen a crear ese valor económico, mientras mayor sea esa productividad (que no significa trabajar más horas sino que trabajar mejor), si se retribuye de manera justa, menor será la desigualdad económica. Como USEC promovemos un concepto distinto y novedoso de lo que es y debiera ser una empresa. Queremos empresas altamente productivas, plenamente humanas y socialmente responsables.

Leonardo Moreno, director ejecutivo Fundación para la Superación de la Pobreza: "Regular el sueldo máximo tiene que ser una decisión social y política y veo difícil que eso se alcance en Chile, un acuerdo de ese tipo. Como idea me parece muy interesante de discutir, ya que abiertamente es un terreno en disputa. Ahora es verdad que se podría regular lo que significan los ingresos por el trabajo, pero no nos olvidemos que la mayor parte de la gente que tiene mayor cantidad de dinero en una sociedad, proviene no solo del trabajo, sino que de la renta del capital, entonces el salario regula una parte importante, el 85% de nuestros ingresos provienen del trabajo pero hay otro porcentaje que es importante que también habría que regular vía tributaria. Ahora esto no solucionaría la desigualad completamente, la peor desigualdad de Chile no es solo la del ingreso, sino lo que también el PNUD ha definido como una "acumulación inmerecida de desventajas", es decir mala educación, mala salud, mal barrio, poca seguridad, mal transporte".

*Intentamos conversar con el gobierno a través de los Ministerios del Trabajo y Desarrollo Social, ambos no quisieron referirse al tema.