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Artículo

Martes 6 de agosto de 2019

“Para mí, ser sacerdote es ser párroco”

La reflexión es del padre Carlos Risopatrón, próximo a cumplir 90 años de vida, que se resiste a jubilar y llevar una vida cómoda, y que tiene la esperanza que la Iglesia superará la actual crisis con presbíteros que tengan un sacerdocio más cercano al de Jesucristo.

Fotos: Nibado Pérez

Periodista: José Francisco Contreras

Fuente: Comunicaciones Santiago

Link fuente: www.iglesiadesantiago.cl

Justamente este tema, la crisis por los abusos y la espiritualidad del consagrado, estuvo presente en el encuentro de más de cien párrocos y vicarios parroquiales de la arquidiócesis, este pasado lunes 5, con motivo de haberse celebrado hace poco a san Juan María Vianey, el santo cura de Ars, patrono de los párrocos.

Monseñor Celestino Aós, que presidió la misa, concelebrada por los dos obispos auxiliares y todo el clero presente, resaltó la fe que tenía Juan María Vianey en su propio sacerdocio y en el sacerdocio de los otros presbíteros, y también "la fe del pueblo que cree en Dios, más allá de los escándalos, que cree en Jesucristo, en la Iglesia, en el sacerdocio, en la Eucaristía, más allá que usted, yo y los otros hermanos podamos ser más o menos pecadores".

El pastor invitó el pastor a que "consideremos nuestro propio sacerdocio y demos gracias a Dios por este ministerio. Somos enviados a amar a los demás y a predicar el amor". Este es el sacerdocio que el padre Carlos Risopatrón quiere vivir "a concho" hasta que pueda: "Yo estoy tratando en lo posible de no jubilarme, porque tengo la tentación de jubilarme y dedicarme a la vida cómoda. Por eso trato de asistir a lo más que pueda de las actividades sacerdotales. Sobre todo en la parroquia San Pedro de Las Condes, a la que voy mucho. Y a todas las actividades pastorales como ésta. Estoy cansado, pero contento de vivir mi sacerdocio en las buenas y en las malas, ser cercano a la gente lo más posible".

El llamado de monseñor Aós a amar se reitera en su homilía: "Si hay hermanos que son más débiles, que necesitan más nuestra ternura y misericordia, tenemos que rezar por ellos, amarlos con mayor intensidad. Y si hay cristianos que han caído –porque el pecado no está solamente en los abusos, está en la infidelidad matrimonial, en el maltrato a los ancianos, está en la injusticia, que no reparte bien los bienes, está en la insolidaridad con los hermanos migrantes que llegan- a ellos tenemos que amarlos".

Esta vocación de atender a los más necesitados la ha vivido el padre Carlos y la vincula con el Cura de Ars: "Él, más que nada, fue un confesor. Hoy día lo que más necesita el cura es ser un confesor, una persona que ayuda a la gente en sus necesidades". Destacó como una de las experiencias más grandes como sacerdote fue ser párroco de Maipú, porque allí "tuve la parroquia más grande de Chile, Nuestra Señora del Carmen, y ahí recibí al Papa Juan Pablo II, y le conté lo que significaba esa parroquia. Para mí ser sacerdote es ser párroco".

Tendremos un sacerdocio más cercano al de Cristo

En el encuentro de párrocos en el Seminario Pontificio Mayor, de La Florida, hubo una reflexión acerca del momento que vive el clero en Chile a cargo de monseñor Juan María Uriarte, Obispo Emérito de San Sebastián, España, y un diálogo con la abogado Andrea Idalsoaga, delegada para la Verdad y la Paz, quien detalló los pasos que es necesario dar cuando se presentan denuncias por abuso y respondió dudas de los presentes.

¿Cómo vive este tiempo de crisis un sacerdote de casi 90 años de vida? El padre Carlos Risopatrón afirma que "a mí lo que más me ayuda es mi comunidad (del Camino Neocatecumenal). He tenido crisis personales, pero fundamentalmente lo que más me ha ayudado ha sido esa comunidad y la comunidad sacerdotal. Vamos a salir renovados. Es una experiencia que no habíamos tenido nunca y vamos a tener un sacerdocio más cercano al de Cristo".

El encuentro sacerdotal ya termina, pero antes de la Eucaristía hay reconocimientos para el padre Carlos Cornejo, que cumplió 50 años de sacerdocio, y para el padre Sergio Lorenzini, 25 años de sacerdocio, gran parte de ellos dedicada a misionar en África.

También nuestro diálogo con el padre Rispatrón llega a su fin. Su voz siempre fue potente y firme para predicar y cantar la Liturgia, pero, mientras camina apoyado en su bastón hacia el comedor, ese vozarrón suena ya más gastado. Confiesa: "Otra cosa que me afecta es la muerte de gente amiga y cercana, sobre todo de gente de las comunidades. Y concretamente ahora una hermana mía que está desahuciada. Me cuesta mucho". Y su comentario final: "En las comunidades siempre me ponen como una reliquia, pero no soy ninguna reliquia, estoy viejo, no más". Es uno de los cuatro hermanos que quedan vivos, de un total de seis.

Este sacerdote, oficialmente jubilado, pero que por su voluntad sigue activo, cumple 90 años en enero próximo y tiene 64 de presbítero.