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Jueves 1 de junio de 2017

La resurrección de Verónica, un milagro en La Florida

Nos trasladamos al año 2003, cuando Verónica Stobert llevaba una activa vida como catequista y miembro del equipo pastoral del colegio Divina Pastora, de La Florida. Casada con Pedro Núñez y feliz madre de tres niños, Verónica se encontraba esperando a un cuarto hijo, que vendría a completar el núcleo familiar y a traer nuevas alegrías a sus vidas. Pero algo no salió bien.

Fotos: Nibaldo Pérez

Periodista: Natalia Castro

Fuente: Periódico Encuentro

Link fuente: http://www.periodicoencuentro.cl/junio2017

El 10 de septiembre del mismo año y con 36 semanas de un embarazo normal, Verónica comienza con dolores abdominales muy fuertes, que la llevan a ser trasladada de urgencia hasta la Clínica Las Lilas, donde llegó con pérdida de conciencia.
"Es una fecha muy significativa para mí y para mi familia. Ese día nació mi hijo Sebastián, pero ese nacimiento no fue como todos los otros, fue bastante trágico. Comencé con un fuerte dolor en el abdomen y ese dolor me comenzó a asustar, porque iba en aumento en vez de parar. Yo lo comparaba con los típicos dolores de cuando comienza el parto, pero era distinto, éste iba en aumento cada vez más, hasta el punto de hacerme gritar de dolor. Mis hijos estaban asustados y le pidieron a mi vecino que me tomara la presión y ahí se dieron cuenta que estaba demasiado alta. Cuando mi esposo me ve en esas condiciones, me toma en brazos y me sube al auto y nos vamos a la clínica. Era tanta la desesperación y el dolor que a veces perdía la conciencia. Mi esposo manejaba desesperadamente y mi vecino iba con un pañuelo avisando que íbamos de emergencia y cuando daba luz roja, mi esposo se tiraba en contra del tránsito. Cuando llegamos a la clínica ahí yo me desmayé y perdí la conciencia y no desperté hasta tres meses después (...)", cuenta Verónica.

Se le diagnosticó pre eclampsia seria y el Síndrome de Hellp, alteración de la enzima hepática con encefalopatía hipertensiva y hemorragia abdominal masiva, situación con alta posibilidad de mortalidad. Se requería actuar con rapidez. Se le realiza una cesárea de urgencia y Verónica es llevada a la UTI en muy malas condiciones, donde se interviene quirúrgicamente debido a todas sus complicaciones.

En ese instante ya se empieza a hablar de secuelas posteriores, debido a un hematoma líquido en el cerebro que derivó en convulsiones. Se le declara muerte cerebral, estado de coma grado tres en la escala de Glasgow.
El 2003 fue el año que cambiaría para siempre la vida de Verónica Stobert, una vecina de La Florida que embarazada y con muerte clínica logró volver a la vida. Para los médicos no hay explicación científica. El caso permitirá que el sacerdote español Faustino Míguez (1831-1925) sea canonizado el próximo 15 de octubre en Roma, donde Verónica y su familia se encontrarán con el Papa Francisco.

Cadena de oración

Al saber la gravedad del hecho, la comunidad del Colegio Divina Pastora, de La Florida, inició una cadena de oración por Verónica, pidiendo por su salud, a través de la Novena al padre Faustino Míguez, fundador del colegio. Junto con ello, la madre Patricia Olivares, directora del establecimiento, le lleva una reliquia hasta la sala de urgencias.
"Cuando vi a Verónica, la verdad que no la reconocí. Estaba muy hinchada, llena de cables por todos lados. Para mí fue un impacto tremendo, ella estaba muerta, inconsciente. Igual yo le hablaba, oraba, le decía que estábamos rezando por ella (...) Ya al tercer día de estar internada, volví a llevarle la reliquia, porque en una primera instancia le había puesto la reliquia que era una medalla con un trozo de tela del padre Faustino, que era de un hábito. Esta vez le llevé la reliquia original que tenía un trozo de hueso de un dedo y ese día se lo llevé y se lo ponía en el pecho, en su cabeza, por todos lados (...) En este milagro yo veo la grandeza de Dios para la gente que no tiene esperanza, que no cree. Viendo a Verónica como está hoy y tal como fue su recuperación, le doy gracias a Dios", señala la madre Patricia.
La situación de Verónica era crítica y no parecía mejorar. El 13 de septiembre se comunica a su esposo y familiares que ya no hay nada más que hacer y que sus horas de vida se estaban acabando.

Con profundo dolor, su esposo, Pedro, junto a sus hijas parten rumbo al hospital, pero la fe de un católico es fervorosa y persistente y los impulsa a agotar todas las posibilidades y pasar previamente a rezar a la capilla del Colegio Divina Pastora. Allí, ante la imagen del padre Faustino Míguez, piden su intercesión para que se realice un milagro de sanación.
Tal como lo proclama el Salmo, "el camino de Dios es perfecto, la promesa del Señor es digna de confianza" y cuando Pedro llegó a la clínica, recibió la noticia que la condición de salud de su esposa había cambiado de manera inexplicable, que la hemorragia había cesado y los parámetros analíticos se habían normalizado. El cese de la hemorragia hepática hizo que Verónica pudiera ser sometida a una intervención quirúrgica con total satisfacción de los médicos. De a poco se empieza a gestar el milagro. El asombro es aún mayor cuando el daño cerebral desaparece.

La explicación del médico

"No me pregunten qué pasó, pero en 12, 24 horas, esto se fue revirtiendo. Yo no tengo explicación, era una paciente que no teníamos nada más que ofrecerle (...) La parte crítica fue superada, pero no hay una explicación científica y están los registros y todo (...) Se recuperó, se salvó. Posteriormente, me comentan que la familia se había encomendado al padre Faustino y me dicen que me va a entrevistar un médico de El Vaticano para cotejar todo. Le conté todo y fueron varios testimonios, no sólo el mío. Finalmente, por lo que me han contado y sé, se constituyó lo que es un milagro y yo creo que lo fue. Para mí, tengo que decirlo, esto fue un milagro".

Durante el año siguiente se observó una mejora progresiva en su estado general y una asombrosa recuperación sin secuelas. Hoy, Verónica y su hijo Sebastián caminan juntos por las calles de La Florida, ambos son la prueba tangible de que la vida es un milagro.

El Camino a la santidad

El 14 de septiembre de 2007 se solicita autorización al Arzobispo de Santiago para introducir el milagro y abrir el proceso en el Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de Santiago de Chile, hasta que el 31 de mayo de 2010, la Santa Sede decreta la validez del milagro. El 10 de diciembre de 2015, el Consejo de Médicos de El Vaticano declara el milagro, en que se ratifica que la curación de Verónica Stoberg puede ser atribuida a un milagro por intercesión del beato Faustino Míguez. Finalmente, el 22 de diciembre de 2016 fue promulgado por el Papa Francisco el decreto en el que se aprueba el milagro realizado por el padre Faustino en el año 2003.

Verónica y su familia, además de la comunidad del Colegio Divina Pastora y los Escolapios, viajarán el próximo 15 de octubre de 2017 a Roma, donde el padre Faustino será desde entonces llamado San Faustino Míguez. Señala José Luis Troncoso, gíneco-obstetra que atendió a Verónica.